Actualizado Lunes,
15
septiembre
2025
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00:06
La selección alemana ha logrado en Riga el título de campeona de Europa y con ello también su técnico, el español Álex Mumbrú, que llegó en el mes de agosto del año pasado para recoger la excelente herencia de dejada por Gordon Herbert y que ha culminado de manera inmejorable su primer torneo.
El éxito de Mumbrú queda en los libros de historia ya solo por el mero hecho de salir campeón. Pero tiene cabida en un par de capítulos más; pues es el primer entrenador nacido en España que gana un Eurobasket después de que los cuatro títulos de ‘La Familia’ fueran de la mano del italiano Sergio Scariolo, y también como uno de los pocos que lo levanta como jugador y luego en la banda.
Y todo ello en circunstancias muy particulares, porque las cámaras no han podido mostrarle tanto como suelen hacer con todos aquellos que ocupan su posición al pasarse la mitad del torneo alejado de las pistas y la restante a la sombra en un segundo plano mientras daba la cara su ayudante Alan Ibrahimagic.
Detrás de ello no ha habido voluntad propia, sino una infección aguda que le llevó a estar hospitalizado en la ciudad finlandesa de Tampere, donde el equipo disputó la primera fase, y posteriormente a alejarse de la frenética actividad que entraña hacerse cargo de una pizarra durante los partidos.
A pesar de ello Alemania ha sido capaz de dar una brillante versión de sí misma; quedándose a las puertas de los cien puntos de media (99.9), y siendo el segundo con mejor porcentaje de tiro de campo (51.7%), el segundo más reboteador (39.7), el segundo más taponador (4.1), y el segundo que menos balones ha perdido (10 por partido).
Esas estadísticas no son sino el reflejo de un trabajo muy bien hecho que ha llevado a los germanos al mejor momento de su historia. Así, tras ser medallistas de bronce en la edición anterior fueron capaces de proclamarse campeones del mundo en el 2023 y de acabar cuartos en los Juegos Olímpicos de París 2024. Esa ‘patata caliente’, por lo elevado de las expectativas, fue la que recogió Mumbrú. Y en su primera puesta en escena en una competición ha demostrado que, cuanto menos, puede mantener el nivel.
A sus 46 años y en su estreno con un equipo nacional, tras pasar por el Bilbao Basket y el Valencia Basket, el catalán ha hecho creer a los que dudaban dentro de una competición en la que los favoritos se han ido para casa en cuanto han dado ligeras muestras de relajación. Con pleno de victorias, ganando todos los partidos hasta los cuartos de final de 19 puntos o más, y exhibiendo un excelente baloncesto colectivo en contraposición a selecciones que se apoyaban sobre las espaldas de titanes como Luka Doncic o Alperen Sengun; puede irse con la cabeza alta y una visión optimista para lo que viene.