Domingo, 14 de septiembre 2025
| Actualizado 15/09/2025 11:09h.
– Han encontrado en Jaime Chávarri y en Virginia Montenegro a los dos cómplices perfectos.
– E. L.: Y son completamente diferentes, ¿eh? Chávarri desaparece de la vida de Iván muy pronto, cuando eran jóvenes y delgados. Y Virginia, en cambio, conoció eso, lo anterior y llegó hasta el final. A mí me parece que sin esa conversación entre Virginia y Chávarri no hay película. La película está escrita por Jaime y por Marta, pero es un boceto.
–M. M.: El guion es un boceto que no hubiéramos podido usar porque en un rodaje tan accidentado resultaba imposible prever qué iba a ocurrir.
– ¿Es también ‘El último arrebato’ una película de vampiros?
– E. L.: Absolutamente.
– M. M.: Sí, yo he acabado bastante desfondada.
– E. L.: Nos hemos encontrado con vampiros interesantes en esta película que son leyenda, como en la novela de Richard Matheson, y que van a seguir vivos, como es el caso de Poncela. Hay algo vampírico en su presencia y eso no está buscado: la propia persona lo tiene. Y el último plano, con la mirada de Iván hacia abajo, lo es claramente. Es una película sobre la adicción, a las imágenes, al cine y a todo lo que son la vida y la muerte.
–¿Quizás también ustedes dos han ejercido de vampiros?
– E. L.: Yo lo soy porque me toca hacer de productor muchas veces y es un trabajo que implica siempre absorber energía. Iván nos ha dejado secos al final. Fue alguien poco conocido y que se dio poco a conocer. Intentar componer un puzle con la gente que tuvo alrededor no era suficiente.
–M. M.: Es algo simbiótico. No sabría decir si soy muy vampira, eso lo tendría que decir Enrique…
– E. L.: Hemos acabado hartos el uno del otro…
– M.M.: …hemos acabado hartos de todo y hasta del cine.
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