En estos días de septiembre en que la temporada taurina comienza a declinar compruebo con tristeza que mi torero, “ Finito de Córdoba “ no se embutirá el traje de luces ni un sola tarde. Ha toreado, eso sí, muchos festivales, la mayoría de ellos sin picadores. Francamente, no entiendo que se preste a ello.
Rememorando los felices y gloriosos tiempos pasados, he escrito este relatillo, sobre la base de recuerdos e imaginaciones.
Ahí va:
Era esa hora incierta en que no se sabe muy bien si procede tomar un café o echar ya la cervecita. La charpa estaba silenciosa, melancólica, como si los embadurnara una tristeza inexplicada, como si ninguno estuviera verdaderamente allí, sentado entre los amigos. Los pensamientos deberían andorrear entre las preocupaciones que hacen que este mundo sea, como recita la oración, un valle de lágrimas. Y qué razón tiene la plegaria : …..cuando no es la marcha de los negocios que no se enmienda…….. es el novio de la niña, que tiene pinta de ser un pinta, la madre que lo parió, de buena gana le metía un tiro de sal en el culo y no arrimaba más por casa… ….o es la salud de los padres, que van para abajo que encienden, cada día más viejos…
En fin, que siempre hay un motivo para el desánimo.
Los amigos estaban algo hastiados, la verdad. Aburridos. Y tristes, coño, tristes, para qué decir otra cosa. Pero sin más motivo que los naturales de la vida.
– Los negocios, que no se terminan de enmendar con la puta crisis…
– El novio de la niña, que tiene pinta de ser un pinta, el cabrón…
– Los padres, que van para abajo que encienden…
Palillo, al que llamaban así por la canijera que tenía, murmuró entre dientes :
– Asco de vida, con lo bien que estábamos en la nada…
Los demás asintieron porque en la nada, antes de nacer, no había goces, verdad, pero tampoco disgustos, ni sinsabores, ni jodiendas…
Palillo, como era algo depresivo y le sentaban mal los cambios de estación, estaba siempre con la misma canción :
– Asco de vida, con lo bien que estábamos en la nada…
Por eso, cuando la tristeza se le recrudecía tenía que echarse al cuerpo una ración de prozac para medio valerse.
Entonces alguien, seguramente por decir algo, preguntó bostezando :
– ¿ Y si nos vamos a ver al Fino ?
Y Pepote, sin el menor interés:
– ¿ Dónde torea ?
Y bostezó también.
Dieron el nombre de un pueblo desconocido.
– Coño…¿ Y eso dónde está?
Lolo, que estaba muy puesto en las nuevas tecnologías, tiró de aplicativo.
– Si atrochamos por carreteruchas llegamos en un par de horillas…o antes.
Nano ofreció su coche:
– Es muy cómodo, ya veréis. Me ha costado un yescal pero vale la pena. Ya veréis.
El sol de media mañana empezaba a colarse entre las nubes del cielo y el ambiente se iba clareando.
Palillo, como era auditor de cuentas y versado en números, tiró de la calculadora del móvil y fijó la derrama individual para gastos comunes: gasolina, comida y entrada. Ea, pues ya estaba organizado.
Llamaron a las mujeres para pedir el salvoconducto y parece que no hubo más oposición que la que es propia en estos casos.
El Lolo dijo:
– Esta escaramuza me va a costar ir a la fiesta del cumpleaños de mi suegra…este va a ser el tributo… ¡ Qué le vamos a hacer ! La fiesta de mi suegra…una desgracia como otra cualquiera…
Luego recitó:
– La mujer es un bicho “ mu “ malo, que no se mata ni con piedra ni con palo.
Todos rieron y de pronto, sin saber por qué, la cosa cogió el derrotero del optimismo, de los arrollones de alegría luminosa corriendo por las venas: ya hasta parecía que los negocios iban mejor…que el novio de la niña era hasta educado y trabajador…y que los padres, aunque viejos, estaba muy bien para la pila de años que tenían…
El sol brillaba en el cielo, en los altos del cielo, con mucha fuerza en su brillar, y uno acució al resto :
– ¡¡¡ Vamos, que nos vamos !!!
&&&&&&&&
En la entrada del pueblo había un abuelete sentado a la puerta de la casa. Tenía la mirada perdida hacia el horizonte : una sierra negra que se apretaba a lo lejos, cuajada de monte de cabeza.
– Buenas tardes…¿ Para la plaza de toros ?
El hombre se extendió en explicaciones :
– No tiene pérdida. Cogen ustedes esta calle “ parriba “; cuando pasen por la fuente curvan “ pal “ otro lado; orillan la Iglesia y hay una plazoleta redonda; pues cogen la calle donde está la farmacia y a la mitad, más o menos, sale otra calle que se llama ahora…no me acuerdo como se llama ahora…nosotros le decimos la calle El Peso…pues la cogen y al final está. No tiene pérdida
Allí nadie se enteró del itinerario y además ni encontraron la fuente, ni la Iglesia, ni la plazoleta, ni nada… así que Lolo dijo:
– Aparcamos donde sea y vamos andando…esto no va a ser Manhattan.
Y así lo hicieron. Al poco, sin pretenderlo, se toparon con el coso y, mientras unos se acercaron a por los boletos, otros se aquerenciaron en un bar cercano, y empezó el cerveceo. En la terraza daba un sol muy gustoso que abrigaba los ánimos. Estaban de primera.
– A ver, niño, ponte una ración de cochifrito.
El Lolo era muy glotón:
– Ponte dos….. ¡¡ Y generosas !!…Miserias las justas
Y conforme más bebían y más comían más contentos estaban. Y más optimistas.
– Me da a mí que este cabrón la arma hoy…
– Hoy va a ser el día…
– Ya es sabido: las cosas improvisadas son las que salen bien.
– Hoy vemos torear de verdad , que llevamos una racha….
Y Nano que exageraba mucho:
– Yo la última vez que vi torear bien fue….coño, si creo que vivía el Caudillo todavía.
Palillo:
– No digas tonterías…¿ ya se te ha olvidado cuando vimos a El Fino hace un par de años en Úbeda?
– Que sí, tienes razón, los naturales que dio…uff…de grana y oro iba, fíjate si me acuerdo…
Pepote también intervino:
– Era un toro de Don Álvaro…muy en Torrestrella…de estos burraquitos que están muy en el tipo.
Uno se puso evocador :
– Don Álvaro…qué buena persona era…¿ Os acordáis cuando nos invitó a café en la Venta de Antonio, en Jerez?
– Como si fuera ahora me acuerdo. Esa tarde toreaban en Jerez Morante, El Fino y José Tomás…el nuestro estuvo medianejo.
Lolo era muy supersticioso así que tocó madera:
– No mentes ruinas…
A los amigos lo de la «nouvelle cuisine» no les iba mucho, la verdad, y en el colesterol no creían: pensaban que era un artificio inventado por los boticarios y los médicos para tenerlos asustados .
– A ver niño, ponte una ración de callos.
Y Palillo, como estaba contento, se venía arriba :
– Ponte dos….. ¡¡ Y generosas !!…Miserias las justas.
El camarero era muy atento:
– ¿ Les pongo una ensalada de lechuga para retupir ?
Y Nano, desternillado de risa:
– ¿ Pero tú nos has visto cara de rumiantes ?…Anda, anda, anda, anda…tráete los callos ya «jodío»…
Y Lolo:
– Tráete también un par de jarras de vino…que si no te vamos a estar molestando a cada instante….
Siguieron con la manduca y las alegrías y cuando estaban ya con los « gintónics» vieron pasar la furgona de El Fino. Aligeraron:
– ¡¡¡ Vamos, que nos vamos !!!
&&&&&&&&
Al arrastrar al tercer toro paró el festejo porque la gente tenía costumbre de merendar. Los amigos se miraron.
– ¡ Vaya petardo de tarde ! ¿ Quien nos manda venir a este pueblucho a ver a este sinvergüenza ? Es que no se cruza, y así no puede ser…coño, lo primero ponerse en el sitio…y luego la espada…coño, si no le pedimos que mate bien…que dé un bajonazo como sea…pues no, pinchar, pinchar y pinchar…para seguir las costumbres …la madre que lo cagó al “ ijoputa “ de él….y el ganado…bueno…tienen menos carnes que Palillo, encanijados “ perdios “…
Y Palillo :
– Menos carnes que yo y menos cuernos que tú, cabrón…
Nano:
– Dejad ya las discusiones.
En esto sonaron los clarines y salió el cuarto. Desentonaba de los otros tres. Era un tío: enmorrillado, bien rematado de culata, con los pitones un poquito tocados hacia arriba, sin llegar a ser cornivuelto…y hondo…con mucho trapío. Remató en los bajos de un burladero y levantó las tablas.
Los amigos se miraron:
– Hoy sale escoltado por la Benemérita….
– Lástima de tiempo “ perdío “
– Lástima de dinero « tirao»…
Pero El Fino es El Fino y el toro era bravo, muy bravo: metió la cara en el capote y cumplió suficientemente en el caballo: dos puyazos tomándolo de largo. Y en el mismo morrillo. Y el animal apretando abajo. El Fino dibujó un quite por chicuelinas que hizo que la charpa recordara al Fino novillero.
A Palillo se le saltaron las lágrimas :
– Me acuerdo del quite a “ Exquisito “, en el año 90. Con mi padre estaba yo, en los bajos del tendido tres…ya el pobrecito le ha visto el rostro a Dios y no está entre nosotros. ¡ Con lo que gozaba viendo a su torero !
Luego fue la conmoción : naturales, derechazos, trincherillas, pases de pecho, afarolados…..todo rítmico, arrematado, natural… La apoteosis. Y nadie despertó de la borrachera de toreo hasta que vieron el pañuelo del presidente: naranja.
– ¡¡¡ Indulto !!! ¡¡¡ Indulto!!! ¡¡¡ Indulto !!!
Y de vuelta para Córdoba el monotema: naturales, derechazos, trincherillas, pases de pecho….. La apoteosis. Y cada uno reivindicando sus profecías:
– Ya dije yo que este cabrón la armaba hoy…
– Ya dije yo que hoy iba a ser el día…
– Ya dije yo que las cosas improvisadas son las que salen bien…
– Ya dije yo que hoy veíamos torear de verdad …
Y todos felices, y con cuerda de felicidad para mucho tiempo, porque el ver torear bien, y ver indultar un toro, yo no sé por qué, conjura la tristeza, esa flor mala que remusga, muchas veces sin que haya razones para ello, en el absurdo corazón de los hombres.