El tsunami mediático provocado por las memorias de Mar Flores ha puesto en la primera línea a uno de los hombres que protagonizaron la agitada vida amorosa de la modelo, Alessandro Lequio. El conde italiano le ha dado réplica a la autora desde distintas plataformas, indignado y molesto por lo que tilda de «ficción» y «verdad deformada», afirmando que su ex miente más que habla y que no se identifica con el ser falso y manipulador que ella retrata en sus páginas: «Me dijo que estaba enamorado de mí, que la Obregón había sido una mierda en su vida comparada conmigo. Y yo me lo creí», cuenta la madre de Carlo Costanzia.
Se conocieron en Galicia durante un desfile y, según ella, Lequio utilizó a su hijo y la información que tenía sobre él (a quien su padre había llevado a Italia sin permiso de la madre) para cautivarla. «No me fiaba de él, pero me cazaron por los sentimientos», confiesa. «Siempre utilizaba a mi hijo como excusa. Me llamaba para decirme que lo había visto, que estaba bien. Así comenzó a captarme». Lo que al principio fue un contacto útil y tranquilizador se transformó en una relación pasional de la que Fernández Tapias, presente todavía en su vida, le advirtió: «Me dijo que me estaba equivocando y de que Lequio me iba a perjudicar».
El escándalo no tardó el llegar: las famosas fotografías de ambos en la cama de un hotel que llegaron a la portada de Interviú y cuya autoría Mar Flores atribuye a Lequio: «Me dejé llevar porque estaba enamorada. Jamás pude sospechar su doble juego. Pero Fernando me advirtió: ‘Esas fotos te las está haciendo él. Te está utilizando y no te das cuenta». Ella insiste en que nunca pensó que aquellas fotos tuvieran otra finalidad que la íntima. «Cuando volví a España empecé a pensar que había cometido una estupidez. Le pedí los negativos a Lequio y me los dio, aunque aquella noche la pasé con él. Hubiera hecho cualquier cosa para recuperarlos».
La versión de Lequio, sin embargo, es muy distinta: «Las fotos nos las hicimos los dos con una camarita de fotos, los dos en la cama. Llevábamos un año de relación, nos ponemos con una camarita de tontos y nos hacemos esas fotos. Mar flores tiene una imaginación tan activa que perfectamente podría escribir ficción. La pena es que crea que es una autobiografía. Y que conste que yo no tengo nada en contra de la ficción siempre y cuando no se presente como una memoria real». E insiste: «Las copias las tiene el marido de la hermana de Mar Flores que es Kiko Matamoros, que era su representante en ese momento. Yo no tenía copias. Las tenia el fotógrafo amigo ya no más amigo Miguel Temprano. A mí se me señaló y yo no fui. Yo no. Ella lo sabe perfectamente, eso fue dos años después de nuestra relación. Ella estaba saliendo con otra persona y yo ya vivía otra vida. No tengo nada que ver con aquello».
Las cartas de Alessandro Lequio
El cabreo del italiano es evidente y eso que no es la primera vez que Mar habla de su historia. Ni la peor. Porque hace años que la modelo lo tildó de aprovechado, frío y obsesivo. Desveló que, tras la ruptura, Lequio le había escrito cartas de su puño y letra que hoy todavía conserva y de las que ofreció un adelanto al periodista Fernando Múgica en 2001 que ahora ha decidido guardar en el cajón, probablemente a la espera de una segunda parte. «Te escribo desde el avión después de estas tres noches maravillosas que hemos pasado juntos… Puedo asegurarte que no eres una aventura para mí… Tengo que hacer grandes esfuerzos para no gritar tu nombre a los cuatro vientos y todo lo que significas para mí… Sé que piensas cosas negativas de mí, quieres resguardarte porque piensas que algún día pueda traicionarte. Créeme, amor, que en ningún momento lo he pensado», escribió el conde. «Yo, Mar, no soy una persona que pueda traerte complicaciones, créeme cuando te hablo (…) Quiero ser tu proyecto más importante, porque tú lo eres para mí. Siempre tuyo: Alessandro». Y otra más: «Mar, no entiendo nada. Me gustaría saber qué coño ha pasado. Por qué no llamas. Estoy muy mal, pero verdaderamente muy mal. Estoy enamorado de ti, ¿quieres entenderlo?». El último mensaje lo recibió Mar el 26 de marzo de 1997: «Nunca en mi vida hubiera jugado con las fotos. Tienes todas las copias. ¿O crees que me he guardado alguna? No me conoces… Ana y Antonia son el pasado y tú eres el futuro. Caes muy bajo si crees que soy capaz de traicionarte. Estoy empezando a cabrearme. Te estoy esperando. Tú no me conoces. La gente te está influyendo tanto que te está convirtiendo en ciega. Estoy enamorado de ti y lo único que he querido hacer era ponerte entre la espada y la pared para que decidieras tu futuro. Me estás haciendo sufrir. Estoy tan mal que ni te imaginas. Con tu comportamiento pienso que tú no me amas. ¿Qué esperas? ¿Cuál es tu miedo? Estoy loco por ti y estoy mal. Estoy empezando a cabrearme. Te estoy esperando. Alessandro».
Durante esta charla, Mar aprovechó para lanzar a Alessandro algunos dardos envenenados y tirar por tierra su fama de ‘semental’ muy bien dotado: «Nuestra relación era más pasional que la que yo había tenido con Tapias, pero tampoco como se pueda imaginar. Por cierto, las fotos que se publicaron de Lequio desnudo en una revista pienso que estaban trucadas. La realidad era más normal». Y añadió: «Yo no ganaba nada con él desde el punto de vista material. Había dejado a todo un señor potentado (Tapias) por un mierdecilla sin un duro».
Está claro que Mar, a pesar de los años, ni perdona ni olvida: «De este señor he visto imágenes en las que se pone muy nervioso en la televisión, a lo mejor tiene que ir a terapia a que le quiten esa agresividad», dijo hace unos días en El Hormiguero. Y lanzó un aviso para los que se atrevan a negarla: «Tengo todo guardado, en mi vida he tenido que presentar muchas demandas, antes había cintas de contestador automático, tengo cartas de Lequio pidiéndome perdón… Si a él se le ha olvidado, no pasa nada».
WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky