La pasada semana, Apple consiguió un golpe de efecto impensable hace unas semanas. Los iPhone 17 están batiendo récords de reservas en varios de sus modelos y versiones. Y lo han hecho a pesar de que la compañía tiene un evidente retraso en todo lo que se refiere a la inteligencia artificial generativa, si se compara con rivales como Samsung o Google. Esto tiene algunas lecturas interesantes. La principal es que, a día de hoy, el teléfono móvil como lo conocemos tiene una salud de hierro. La tecnología de moda no es todavía un gran argumento de venta y siguen pesando más cosas como la pantalla, el diseño, la batería o la cámara. Pero este hecho no oculta la carrera que se ha desatado en el seno de la industria por crear lo que venga después del smartphone. Y existe cierto consenso en que la IA ahí sí será un factor diferencial. Aunque OpenAI se ha asociado con Jony Ive, legendario jefe de diseño de Apple, para crear algo diferente, la principal vía de trabajo es la de las gafas inteligentes.

Es probable que piensen que esto ya se ha visto hace años y que no es más que rescatar una idea fallida para intentar colarla. Algo de razón no les faltaría. Pero la situación es diferente porque el avance del hardware y la inteligencia artificial multimodal (la que es capaz de entender lo que hay y se escucha a nuestro alrededor) cambian completamente el escenario. Se rumorea que la propia Apple está en ello, después de que las Vision Pro, su visor de realidad mixta o computación espacial, haya quedado como un producto de nicho. Google también anda pergeñando un casco de esta naturaleza, pero parece que mucho antes aterrizarán sus gafas potenciadas por Gemini.

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Salir de casa sin gafas de sol ahora es imposible: probamos las Ray-Ban Meta

Carlos Martínez

La última en subirse a este carro ha sido Amazon. Todas ellas competirán contra un enjambre de startups que andan también metidas en este fregado. Pero si alguien ha dado que hablar en este sentido ha sido Meta. Desde este miércoles, la empresa antes conocida como Facebook celebra su gran cumbre anual, la Meta Connect, donde se harán un porrón de anuncios. Muchos de ellos tendrán que ver con sus plataformas y sus redes. Otros tendrán que ver con sus nuevos modelos y funciones de inteligencia artificial. Y también se da por supuesto que habrá novedades en formas de dispositivos.

Seguramente hayan oído hablar o incluso hayan visto o usado unas Ray-Ban Meta, las gafas hechas con Essilor-Luxottica, la propietaria de la popular casa de gafas.

Hace unas semanas, esa alianza entre Meta y Essilor-Luxottica dio un paso más allá: después de las Ray-Ban, ahora se atreven con Oakley. El resultado son las Oakley Meta HSTN, unas gafas inteligentes con sello deportivo que buscan abrirse hueco en un terreno aún por definir. Hemos podido probarlas durante varias semanas para entender qué las hace diferentes, cómo integran la inteligencia artificial y hacia dónde podrían evolucionar las próximas generaciones de este tipo de dispositivos. Antes de empezar mi experiencia, voy a ser meridianamente claro. Estas Oakley Meta son las mejores gafas inteligentes que se pueden comprar a día de hoy. Pero de ser las mejores a ser una compra recomendada hay un trecho. Y aquí está la clave: aunque la experiencia es excelente, el precio elevado y la falta de aplicaciones realmente imprescindibles hacen que cueste justificar el salto frente a las Ray-Ban Meta.

Hay que contestar varias preguntas. La primera y más básica es la de si se va a sacar provecho realmente a un gadget así. La segunda es si realmente necesitas esas funciones y especificaciones adicionales que ofrecen en comparación con las Ray-Ban Meta, que al final este modelo cuesta entre 400 y 520 euros dependiendo del modelo.

Detalle de las Oakley Meta.

Las Oakley Meta se sienten premium desde el primer momento. Su aspecto es mucho más singular y arriesgado que el de las Ray-Ban Meta. Esto es completamente lógico. Oakley es una marca cuyo catálogo está dedicado a la práctica deportiva. Tenemos un diseño mucho más peculiar y, en casos como el mío, combinarlo con mis outfits diarios me ha resultado más complicado en esta ocasión. Y me van a permitir decirles que si me gasto lo que cuestan estas gafas, me gustaría exprimirlas al máximo.

En cuanto a la construcción, se nota desde el primer momento que estamos ante un producto premium. Son ligeras (poco más de 50 gramos) y resistentes, lo que permite llevarlas durante largas jornadas sin molestias.

Las he utilizado tanto en mi día a día como en sesiones de entrenamiento al aire libre e incluso practicando saltos dobles de comba, sin que en ningún momento resulten incómodas o inseguras. Los que pretendan utilizarlas para andar en bici, senderismo, carreras ligeras, escalada o entrenar fuerza al aire libre no creo que encuentren problema ninguno. Eso sí, algunos de los que la han probado para carreras muy intensas aseguran que se producen ciertos rebotes incómodos. De todas maneras, creo que esas personas deberían optar por un modelo más clásico y específico para running.

Estas Oakley cuentan con resistencia IPX4. ¿Y esto qué diantres significa? Que sus componentes están preparados para aguantar el sudor durante y después de una actividad intensa o si te sorprende una ligera lluvia. Eso sí, una cosa muy diferente es que sean sumergibles. También es recomendable tener cierto tiento al llevarlas a la playa. No significa que se vayan a estropear, pero sería conveniente que no acabasen rebozadas en arena para evitar que con el tiempo altavoces o micrófonos mantengan un buen funcionamiento.

Una de las cosas que destacan en estas gafas son sus cristales polarizados, a diferencia de las Ray-Ban. Las lentes, bautizadas como PRIZM 24K, son de esas que ayudan a que todo se vea mejor. Aunque hacen que todo se vea más cálido y dorado, lo cierto es que los colores se sienten más vivos, con más contraste. Grietas en la calle, bordes de rocas, baches, ramas de árboles… todo se siente como más colorido. Pero no solo eso, es que ese contraste ayuda a que el ojo pueda estar más relajado y todo se perciba con más claridad. El recubrimiento bronce que tiene la lente no es únicamente una cuestión estética. Es algo que ayuda a que, cuando el sol brilla e impacta con fuerza, se absorban mejor los reflejos y demás. Como estas gafas están pensadas para la práctica deportiva, Meta y Oakley se han preocupado en dotarlas de una resistencia adicional. Han recubierto el cristal con un material llamado Plutonite, que absorbe mejor los golpes e impactos que puedan sufrir en su día a día.

Gafas para crear contenido

¿Qué es lo que hace inteligentes a estas gafas? Pues, por una parte, las cámaras, los micrófonos y los altavoces que trufan la montura. Y por otra, el asistente de voz de Meta que les da vida. La cámara me ha sorprendido para bien, tratándose del formato que estamos hablando: graba en 3K y las fotos salen bastante nítidas. No es comparable a las mejores cámaras móviles, pero hacen un buen papel y, tenemos una mejora evidente frente a las Ray-Ban Meta. Eso sí, no son perfectas. A veces, con contrastes muy fuertes, no termina de resolver especialmente bien y controlar el encuadre no siempre es sencillo.

El sistema de sonido es abierto, así que escuchas música o llamadas sin quedarte sordo al mundo. Se agradece para salir a correr o en bici y poder oír coches o gente alrededor, pero no esperes maravillas: es bastante plano, sin graves ni agudos destacados. En sitios tranquilos se oye claro, pero en lugares ruidosos se diluye bastante. Los cinco micrófonos hacen bien su trabajo: mi voz se capta bien, y también algo del ambiente, así que las llamadas y comandos de voz funcionan… aunque con viento fuerte pierden algo de eficacia.

Detalle de las Oakley Meta.

En general, son unas gafas que funcionan bien para moverte y registrar tus salidas, pero no son un sustituto de una cámara o unos auriculares serios: cumplen, pero sin florituras. Por cierto, si no quieres estar hablando con tus gafas todo el rato para pedirles cosas en voz alta, siempre puedes optar por utilizar los controles gestuales del lateral de la patilla o los botones. Podrás pasar canciones, descolgar llamadas, sacar fotos o activar la grabación de vídeo (por cierto que cuando haces esto se activa el LED que avisa al resto de que estás haciendo uso de la cámara).

La memoria de este modelo es de 32 GB, lo que puede dar para 1000 fotos o 100 vídeos cortos. ¿Qué hay sobre la batería? Este es uno de los campos donde las Oakley Meta superan a las de Ray-Ban. La compañía asegura que con una carga, las nuevas gafas ofrecen una autonomía de hasta 8 horas. Con el estuche, hasta 48. ¿Se cumplen estas cifras? Es complicado dar un sí rotundo, más que nada porque cada uno le va a dar un uso diferente. No van a consumir lo mismo si el uso que le das es escuchar música durante una sesión de entrenamiento al aire libre que si las llevas puestas durante todo el día y haces llamadas y estás utilizando la cámara todo el rato. Tampoco es lo mismo grabar varios vídeos y al final del día sincronizarlos con la aplicación de tu móvil que estar cubriendo un evento, pasando archivos todo el rato al móvil para subirlos inmediatamente o hacer un directo con ellas. Cuando lo he hecho, he visto que mi batería se reducía a un ritmo bastante más rápido.

Y un refugio para la IA

Más allá de la creación de contenidos, otro de los puntos centrales de estas gafas es AI Meta, el asistente que da vida a las Oakley Meta y Ray-Ban Meta, y la experiencia es, cuanto menos, curiosa. Sobre el papel, la idea es increíble: un asistente que responde a «Hey Meta» para tomar fotos o vídeos, enviar y contestar mensajes por WhatsApp, compartir en redes sociales, controlar música o incluso traducir carteles en varios idiomas. Todo suena muy futurista y prometedor, y durante los primeros usos te hace pensar que estas gafas podrían cambiar la forma en que interactuamos con la tecnología día a día.

En la práctica, sin embargo, la experiencia puede resultar irregular. La integración con WhatsApp, por ejemplo, funciona bastante bien: te notifica los mensajes, los lee en voz alta y te permite enviar respuestas rápidas. Incluso he probado a pedirle que llame a alguien a través de WhatsApp; en la mayoría de casos funciona sin problemas, pero en otras ocasiones no entendió mi petición y terminé haciendo una llamada perdida a alguien que no quería. Ese tipo de tropiezos recuerda que, aunque interesante, la experiencia todavía no es completamente confiable.

La función de traducción de carteles también tiene su punto fuerte: solo necesitas mirar el texto y decir «Hey Meta, ¿qué dice este cartel?», y las gafas reconocen y traducen el contenido en español, inglés, francés, italiano o alemán. Es especialmente útil en viajes o al enfrentarte a menús y señales en otro idioma. Ahora bien, la traducción de conversaciones completas sigue siendo limitada: ambas personas deben llevar las gafas para que funcione correctamente, lo que la hace poco práctica en muchos escenarios. Además, algunas respuestas básicas del asistente pueden ser confusas o poco precisas.

Aun así, no todo es negativo. Controlar música, lanzar aplicaciones o recibir información sobre lo que estamos viendo es una experiencia curiosa y con mucho potencial. La sensación de tener un asistente siempre disponible es atractiva, aunque depende de la precisión del reconocimiento de voz y de que todo funcione a la primera, algo que no siempre sucede. Y un detalle que me ha llamado la atención: el asistente te deja escoger la velocidad y el tono de la voz. Cuando he optado por la voz femenina y la he configurado para que funcione más rápido, he tenido la sensación de tener a una señora gallega metida en la cabeza.

Detalle de las Oakley Meta.

En definitiva, AI Meta es un dispositivo con un enorme potencial, pero que en la práctica puede ser irregular. Funciona muy bien para quienes viven conectados a WhatsApp o necesitan traducciones rápidas en viajes, pero si esperas un asistente que siempre responda correctamente o traduzca conversaciones sin problemas, la realidad todavía se queda corta. Sobre el papel, la idea es brillante; en la vida real, hay que ser consciente de sus limitaciones. Aun así, da la sensación de que estamos solo ante el comienzo de algo mucho más grande, y las futuras actualizaciones podrían mejorar significativamente su fiabilidad y funcionalidades.

Y aunque todavía está en pañales y su funcionamiento es irregular, Meta AI es el enésimo recordatorio de lo crucial que es para Apple hacer que el nuevo Siri funcione de manera impecable. La compañía se enfrenta a un reto enorme: no basta con que Siri responda preguntas básicas, sino que debe convertirse en un asistente fluido, preciso y capaz de integrarse de forma natural en la vida diaria de los usuarios y entender su contexto y lo que necesitan en cada momento.

Lo que está en juego es más que comodidad; se trata de definir cómo será la próxima generación de dispositivos inteligentes, donde la diferencia entre un asistente que cumple y uno que falla puede marcar el éxito o el fracaso de productos como las gafas inteligentes o los cascos tipo Vision Pro.

Existe cierto consenso en que gafas o asistentes domésticos pueden despegar gracias a la IA. Y Apple necesita a Siri para ganar esa carrera

Además, estos asistentes basados en IA parecen destinados a abrir una nueva batalla por el hogar inteligente. No solo se trata de interactuar con un dispositivo personal, sino de crear ecosistemas donde las gafas, los altavoces, las cámaras y otros aparatos conectados funcionen de manera coordinada y eficiente. Un Siri potente podría convertirse en el centro de ese ecosistema, facilitando la vida diaria, controlando el hogar y enriqueciendo la experiencia de cualquier dispositivo inteligente, mientras que un asistente que no esté a la altura puede dejar a los usuarios frustrados y limitar el potencial de toda la plataforma.

El siguiente gran paso son gafas capaces de mostrar información directamente en la lente. El prototipo de Google con Android Xr que pudimos probar en el pasado I/O ya lo hacía y por lo que Meta ha anunciado la próxima evolución de las Ray-Ban Meta también lo hará. Este nuevo modelo se presentará esta semana en el Meta Connect, aunque no sabemos si se hará como una versión comercial o como un prototipo. Habrá que esperar a este miércoles para salir de dudas. Otra de las cosas que se especula que la multinacional podría poner en circulación sería otro modelo de gafas deportiva. No se trataría de un modelo tan general y transversal como el que hemos analizado en este artículo, sino que serían un modelo mucho más especifico, con cristales más amplios y un diseño diferente.

La idea es sencilla y poderosa: poder consultar notificaciones, instrucciones de navegación, datos sobre el entorno o incluso traducciones en tiempo real sin tener que mirar el móvil.

Esto abre la puerta a una nueva relación con nuestro smartphone, que podría perder importancia en favor de una interacción más inmediata con la información, lo que puede resultar especialmente útil en actividades como conducir, hacer deporte, trabajar o viajar, donde cada segundo y cada vistazo cuentan.

Sin embargo, implementar esta tecnología plantea importantes retos. Mostrar información sobre la lente debe hacerse de manera que se integre de forma natural con nuestra visión, sin distraer ni interferir con lo que vemos en el mundo real. El exceso de datos o la colocación incorrecta de los elementos virtuales pueden generar fatiga visual, molestias o incluso riesgos en ciertas situaciones. Por eso, lograr un equilibrio entre utilidad y comodidad visual será clave para que estas gafas no solo sean innovadoras, sino también realmente prácticas y seguras para el uso diario.

¿Merece la pena comprarlas?

Entonces, ¿merece la pena comprarse unas gafas inteligentes a día de hoy? La respuesta depende mucho del tipo de usuario que seas. Para mí, tienen más sentido si buscas un accesorio pensado para la creación de contenido. Profesionales, influencers o usuarios intensos de redes sociales encontrarán en estas gafas una manera de experimentar y crear publicaciones desde un ángulo diferente. Es un poco como el amigo que se compra un dron: la mayoría de personas no lo necesita, pero para quienes quieren grabar vídeos aéreos en vacaciones o en un fin de semana en una casa rural, se convierte en una herramienta muy divertida y útil. Con las gafas inteligentes pasa algo similar: permiten capturar fotos y vídeos desde perspectivas distintas y compartirlos de forma inmediata, algo que un usuario habitual de redes sociales puede aprovechar al máximo.

Otro caso donde estas gafas pueden resultar útiles es para quienes buscan un manos libres mientras realizan actividades como ir en bicicleta, patinar o incluso caminar por la ciudad. Poder recibir notificaciones, escuchar música o responder mensajes sin tener que sacar el móvil es cómodo y práctico, y puede mejorar la seguridad y la eficiencia en algunos momentos. Eso sí, hay que ser realista: el sonido y la experiencia auditiva no se acercan a los de unos buenos auriculares, así que si la calidad de audio es una prioridad, no van a sustituir a tu equipo principal.

Estuche de las Oakley Meta.

Además, hay que pensar en la relación calidad-precio. Si después de valorar todo esto estás convencido de dar el salto, puede que merezca más la pena apostar por las Ray-Ban Meta. Parten de un precio 110 euros menor que las Oakley Meta (329 euros frente a 439 euros), ofreciendo una experiencia muy similar y permitiendo probar esta tecnología sin hacer un gasto tan elevado. Para quienes están curiosos sobre la realidad de las gafas inteligentes, esta diferencia de precio hace que la inversión sea más llevadera y razonable.

En definitiva, hoy por hoy las gafas inteligentes no son un producto imprescindible para el gran público. Es un gadget interesante y prometedor, especialmente útil para creación de contenido o como manos libres ocasional, pero todavía tienen limitaciones técnicas que pueden frustrar a quienes esperen un asistente de voz infalible o una experiencia multimedia completa. La clave está en conocer bien tus necesidades: si encajas en esos perfiles, pueden aportar un punto de innovación y diversión; si no, probablemente sea mejor esperar a la próxima generación, cuando la tecnología sea más madura y fiable.