Las convulsiones que han sacudido la atípica y casi clandestina Vuelta a España desde la perspectiva ciclista abren con crudeza el debate sobre las participaciones … deportivas de representantes hebreos. Durante    la apertura del curso político, el diputado general de Álava reclamó el mismo veto a los equipos israelíes en la Euroliga que el padecido por los conjuntos rusos –también el copropietario CSKA– desde la invasión de Ucrania. Y ayer mismo, el Gobierno incidió en el asunto.

Desde luego, resulta muy difícil de sostener con coherencia semejante agravio comparativo ante dos barbaries geopolíticas y humanas. Salvo sentires muy extremos y de empatía nula que niegan la evidencia, convendremos todos en que la desproporcionadísima respuesta de Netanyahu al salvaje ataque terrorista de Hamás hace casi dos años rebasa todos los límites imaginables. Una forma de elevar exponencialmente el horror con ataques constantes e indiscriminados a la población de Gaza que muestran escenas infames. Desde la perversidad de dejar a niños desnutridos al borde de la muerte por inanición al éxodo forzoso de tantas personas sin tierra ni futuro. Un espanto.

En plena marejada creciente de protestas por el genocidio ya se asoma a la vuelta de la esquina la próxima edición del mejor torneo continental de baloncesto. Algo que nos concierne aquí en primera personal del plural por incluir al Baskonia añejo en la parrilla de salida. Y, además, porque la memoria reciente nos recuerda los ánimos encendidos cada vez que el Maccabi acude al templo laico de Betoño. Pues bien. O mejor dicho, mal. La temporada que se avecina no sólo traerá de nuevo, salvo acuerdo para las deportaciones deportivas, al veterano cuadro amarillo. Ahora el problema se duplica por la inclusión, como ganador de la Eurocup, del Hapoel. Una segunda taza de Tel Aviv.

El problema se duplica porque al Maccabi se une el Hapoel y conocemos los ánimos encendidos en Vitoria

Faltan dos semanas para la apertura del campeonato y parece razonable pensar que la temperatura en torno al tema alcanzará el punto de ebullición. Si el torneo recurriese al bisturí dejaría fuera nada menos que a dos dueños del mismo, representantes con licencia A: CSKA y Maccabi. Si opta por no intervenir ya se pueden anticipar altercados cuando los dos conjuntos hebreos visiten Madrid, Barcelona, Vitoria y Valencia.

En cualquier caso me parece conveniente añadir a los agravios comparativos entre rusos e israelíes las dosis nada homeopáticas de hipocresía. Al margen de debatir sobre si los espectáculos deportivos han de servir como escaparate de reivindicaciones políticas bien podríamos plantearnos por qué las manifestaciones no exigen, por ejemplo, la ruptura de relaciones diplomáticas en las puertas de las instituciones competentes. O las razones de silbar con la cabeza vuelta hacia otro lado ante legislaciones impresentables y amputadoras de derechos desde nuestro punto de vista occidental. Sin dejar de denunciar, por supuesto, la masacre del Ejército hebreo en la Franja.

Quevedo es un genio inmortal de la literatura por muchos motivos. También al firmar el poema que se refiere al enorme poder del dinero. Y aludo al fariseísmo de tomar el de los riquísimos países de Oriente y correr hacia adelante. Una Final Four ya disputada de la Euroliga en Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos. Y un equipo de Dubái –Asia sin matices– que debutará en el gran campeonato europeo. Un país que ¡prohíbe! la homosexualidad, en el que cualquier manifestación de afecto público entre dos hombres está penada por la ley. Y a jugar, que sólo se oye un velado rumor.

Insisto, todo ello teniendo muy presente el exterminio al que asistimos como espectadores escandalizados.