Portada de ‘El efecto deseado’, nueva novela de Guillermo Alonso. En librerías, el 17 de septiembre.Seix Barral

Esa pulsión por explorar las cosas en sí mismas, sin condicionarlas en exceso, sacude también al joven protagonista de El efecto deseado. Gaspar es un chico de 19 años cuya violenta y precaria historia personal transcurre entre las cuatro paredes del cochambroso hotel que, sin ser de su propiedad, regenta junto a su madre. Bueno, juntos en el plano espacial, porque el alcoholismo y la aguda sensación de derrota vital de su progenitora hacen que él asuma en su totalidad el trabajo. No se queja. Es una realidad de mierda, sí, pero es su realidad de mierda. La única que ha conocido, de hecho, hasta que, un día, sus circunstancias vitales cambian drásticamente y se ve inmerso en una senda que le llevará a experimentar de cerca una atmósfera de lujo material en la que, poco a poco, logrará ir sintiéndose mucho menos extraño de lo que a priori podría parecer.

“Esto es muy cursi decirlo, muy de escritor relamido, pero los personajes te acaban hablando, te van revelando qué es lo que les ha pasado”, dice Alonso sobre su rechazo a cualquier forma de detallada esquematización argumental previa. “Un ejemplo de lo desastre que soy escribiendo es que toda la primera parte de la novela, que se desarrolla en la casa de Chamberí de una excéntrica rica llamada Pandora, iba a ser una introducción de unas 10 páginas, que al final se terminaron convirtiendo en 150, porque me enamoré un poco de esa mujer absolutamente desequilibrada. En realidad, la novela tiene una estructura rarísima. El núcleo es la segunda mitad, que acontece en una isla griega. Creí que mi editor me iba a decir que era una basura, pero no, le resultó interesante. Me dijo que es una novela que va mutando. Me gustó la idea. Le dije que la usaría en las entrevistas. Y aquí estoy, usándola”, ríe el responsable de la web de Icon, que ha escrito una narración en la que, por momentos, los muertos adquieren tanto peso como los vivos. “Dándole vueltas a la trama, un día me dio por pensar que hay algo peor que convivir con el fantasma de un ser querido, y es que ese fantasma ni siquiera se digne a aparecer, que es un poco lo que le pasa a nuestro solitario protagonista”, apunta.

Otro rasgo de la prosa ‘alonsiana’ es su capacidad innata para crear realidades en las que la violencia confluye con los afectos de manera sublime. “Yo creo que nos pasa a todos, ¿no? Se trata de sobrevivir. Todos tenemos situaciones en nuestra vida que, al madurar, observamos desde una óptica diferente. Nos preguntamos: ‘¿Yo cómo acepté esto? ¿Cómo pude ser feliz en esa relación o con esa pandilla de amigos desalmados?’. Estamos abocados a intentar buscar el lado bueno de las cosas, porque, si no, ¿qué hacemos aquí? Y eso mismo es lo que hace Gaspar con las pocas herramientas que tiene a su alcance. Intento que mis personajes tengan mucha dignidad. Procuro no juzgar a ninguno. Lo único que quiero es mirarlos a los ojos, bajar al barro con ellos y dejar que hagan”, ahonda el autor de las novelas Vivan los hombres cabales (Niños gratis, 2019), Muestras privadas de afecto (Paripé Books, 2021) y el libro de relatos autobiográficos La lengua entre los dientes (Círculo de Tiza, 2023).