«Veníamos a hacer deporte y que, en alguna etapa, no haya podido discurrir la carrera por protestas que han pasado la línea roja… Da … pena, sobre todo por el precedente que sienta». Las palabras de Iván García Cortina el día después de completar La Vuelta a España –encadenando su segunda grande del año tras el Tour de Francia– deberían pivotar sobre el aspecto deportivo. Sin Enric Mas, al corredor asturiano le tocó trabajar en pos de algún triunfo de etapa, suyo o de algún compañero. No llegó, en una edición de la ronda ciclista en la que las protestas propalestina contra la presencia del equipo Israel Premier-Tech eclipsaron en varias etapas a lo deportivo.
«Con mucha incertidumbre y tristeza» explica Cortina que se vivía desde dentro de la caravana el avance de las etapas y el clima que se iba generando contra el pelotón. «Habíamos visto algún cartel de boicot a La Vuelta. Quizá nos esperábamos alguna etapa complicada por las protestas, como en el País Vasco, pero no en el resto de sitios», reconoce el corredor pocas horas después de terminar su cuarta Vuelta a España. Lo hizo sin cruzar la meta, pues la última etapa, el habitual paseo triunfal de los ciclistas por Madrid, tuvo que ser anulada cuando faltaban 50 kilómetrospor las manifestaciones en la capital. «En principio nos pensábamos que podía ser una de las etapas más sencillas de controlar en cuanto a seguridad al ser un circuito cerrado y mira… Al final fue la que más distancia quedó sin completar». La madrileña fue la tercera jornada en la que los deportistas no pudieron cruzar el arco de meta. «Nos han insultado y tirado chinchetas a la cara. Son cosas que van contra el espíritu deportivo. Es triste», añade Cortina, quien defiende el papel de la organización: «No tienen potestad para sacar de La Vuelta al equipo de Israel. Creo que hicieron todo lo mejor que pudieron. Nadie les reprocha nada».
Hugo de la Calle, Sinuhé Fernández –ambos del Burgos BH– y el propio Cortina fueron los tres ciclistas asturianos llamados a filas por sus equipos para esta edición de la prueba ciclista, con inicio en el Piamonte italiano y que, ya en la Península, atravesó la zona norte hasta descender a Madrid, donde ayer se esperaba su gran jornada final. Los deportistas tenían marcado en rojo algunas de las ascensiones más icónicas de la ronda española, como los finales en alto de Asturias de L’Angliru y La Farrapona o la del sábado, con final en la Bola del Mundo de Navacerrada. No contaban con que las mayores dificultades no iban a estar en las cimas, sino en los márgenes de las carreteras. «Los ciclistas del Israel no tienen nada que ver con lo que pasa en Gaza ni son responsables. Solo quieren llevar el pan a casa», concluye Cortina. La Vuelta 2025 ya es historia. En todos los sentidos.