Martes, 16 de septiembre 2025, 19:12

Productos de kilómetro cero, de temporada, y siguiendo la tradicional dieta mediterránea. Estos son los principales ocnsejos del doctor Franco Berrino, un auténtico gurú de la nutrición sana y autor de más de una docena de libros sobre la materia. «El azúcar es una droga que no corre el riesgo de matarte pronto como la cocaína, pero te mata con el tiempo». Con esta contundente afirmación, este italiano de 81 años, una de las voces más autorizadas de Europa en la relación entre alimentación y cáncer, resume el que considera en cambio el ingrediente más perjudicial de nuestra dieta moderna. Según explica, aunque nos parezca un producto familiar e inofensivo, «us efectos en el organismo son devastadores».

El «consumo excesivo de azúcar, omnipresente en la alimentación actual», está directamente asociado con un aumento del colesterol, la presión arterial, la obesidad y, en última instancia, la mortalidad total y el riesgo de cáncer, según explica el médico italiano, autor de más de una docena de libros sobre alimentación sana. Berrino pone el foco especialmente en las bebidas azucaradas, citando decenas de estudios que demuestran que un solo vaso al día aumenta la mortalidad entre un 8% y un 10%. Y lanza una advertencia adicional: las bebidas «zero» no son una alternativa saludable, ya que también se asocian a un aumento de la mortalidad, aunque por mecanismos diferentes.

La adicción al azúcar según la ciencia

¿Por qué consumimos algo tan dañino? Según el epidemiólogo, la respuesta está en la estrategia de la industria alimentaria, a la que no duda en calificar de «maligna». «La justa composición de azúcar, sal y grasas logra capturar nuestro gusto como una droga», explica Berrino, señalando que estos productos activan los mismos circuitos cerebrales que la cocaína. Esta adicción «es el pilar de un negocio que prioriza el beneficio económico sobre la salud pública», afirma.

El Dr. Berrino, de 81 años, es especialmente tajante con la alimentación infantil. Recomienda, basándose en estudios científicos y en las directrices de la Asociación Americana del Corazón, que los niños no prueben el azúcar en sus primeros dos o tres años de vida. «Si una madre come azúcar durante el embarazo, el niño será capturado por el azúcar», advierte, explicando que el consumo materno puede predisponer al niño a sufrir diabetes e hipertensión en el futuro.

Además, denuncia lo que considera un «engaño vergonzoso»: los productos endulzados con «azúcares de la fruta». Explica que extraer el azúcar de una manzana o de una remolacha es perjudicial, ya que cuando está presente dentro de la fruta entera contiene los «contra-venenos» del azúcar, como la fibra, las vitaminas y los polifenoles, que evitan sus efectos negativos.

Volver a la «comida real»

Aunque el azúcar es su enemigo número uno, las recomendaciones de Berrino dibujan un modelo de salud completo. Su consejo principal para reducir el riesgo de cáncer y otras enfermedades crónicas es claro y simple: «volver a alimentarse con lo que ha sido la dieta mediterránea tradicional». Esto se traduce en una dieta basada en cereales integrales, legumbres, verduras, frutas y frutos secos. Este patrón alimentario, afirma, ha demostrado científicamente su capacidad para ralentizar el envejecimiento biológico y reducir el riesgo de infarto, alzhéimer y diabetes.

Críticas a los médicos

El epimediólogo y patólogo italiano también dirige sus críticas hacia su propia profesión. «En el plano ético es verdaderamente triste ver cómo los médicos somos ignorantes sobre algo tan importante para nuestra salud como es la comida». Denuncia que la formación médica está muy influenciada por la industria farmacéutica, que promueve soluciones basadas en fármacos y tecnologías, dejando de lado un pilar fundamental como la nutrición, que «molestaría a su negocio». Por ello, muchos médicos, por puro desconocimiento, llegan a decirles a sus pacientes que la alimentación no tiene nada que ver con su enfermedad.

Su mensaje, que pese a su edad difunde con ahínco en charlas, conferencias y redes sociales, es un llamamiento a la concienciación por lo que comemos y a la acción individual. Así, recomienda alejarse de los productos ultraprocesados, que denomina como «comida basura», y optar siempre por alimentos naturales y no procesados. Leer las etiquetas es clave: si un producto contiene ingredientes como «monoglicéridos y diglicéridos de los ácidos grasos» (emulsionantes), es mejor dejarlo en la estantería, ya que estos aditivos pueden dañar el moco intestinal y, según su teoría, aumentar la inflamación y el riesgo de tumores de mama y próstata.

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