El 9 de noviembre de 1990, Etel Adnan (Beirut, 1925-París, 2021) llega al aeropuerto de Valencia y decide quedarse 24 horas en la ciudad antes de coger el tren para Murcia, donde tiene que participar en la conmemoración del 750º aniversario de la muerte de Ibn Arabi, el gran filósofo y místico sufí. Aquel viernes, se acerca a la orilla del mar. Aún no se ha construido el paseo marítimo y decide comer en uno los restaurantes sobre la arena, destinados a desaparecer. Mira la playa. Esa tarde, cuenta, el horizonte estaba tan bajo y tan cerca que parecía que bastaba con tomar una barca para alcanzarlo.
Había muchas nubes «que ponían al desnudo profundos abismos de azul». A lo lejos, colinas malvas. De repente, le sorprende la aparición de un Picasso en forma de jinete montado sobre un caballo gris. El jinete guía al caballo entre las olas que alcanzan la altura del vientre del animal y llegan a la memoria de Etel Adnan los dibujos que hacía el joven Picasso de otros jinetes entre olas. Aparecen más jinetes mientras oye el ruido familiar del Mediterráneo y «la profunda respiración de esa increíble masa de agua». Se toma su tiempo, mirando de frente el espacio abierto mientras se dice que «viajar es algo muy parecido al estado amoroso».
Esta es una de las evocaciones en su libro ‘Des villes et des femmes’ (Ciudades y mujeres) que acaba de recuperar Gallimard en una nueva edición que va también acompañada del texto ‘Paris mis à nu’ (París al desnudo). Cuando habla de Valencia, Etel Adnan no nombra a su pareja, la escultora Simone Fattal, pero sabemos que esta le acompañaba por la relectura de una entrevista que le hizo Begoña Jorques en ‘Levante-EMV’ a raíz de la concesión del Premio Julio González y de la exposición del IVAM meses atrás. Ella tampoco nombra a su amiga, pero sus palabras ofrecen pocas dudas: «Visité Valencia en 1990 y me gustaría recordarla tal como la vi la primera vez. Fuimos a la playa y vimos pasar hombres a caballo, como en un dibujo de Picasso». Y concluye: «Fue inolvidable».
Recuerdos inolvidables
Simone Fattal conoció a Etel Adnan en el Líbano en 1972, cuando esta coordinaba las páginas de cultura del periódico francófono editado en Beirut ‘Al-Safa’. Compartieron su vida casi medio siglo, hasta el fallecimiento de la escritora en 2021. Aquel viernes, Etel Adnan tenía 65 años, y Simone Fattal, 48. Era una relación consolidada, llevaban 18 años juntas y, aunque ninguna nombró a la otra al evocar aquella jornada de noviembre, ambas conservaron ese día de la visión de los caballos de Picasso en la Malvarrosa como algo inolvidable. Una lo dejó por escrito, para la otra era su gran recuerdo de la ciudad cuando, más de tres décadas después, volvió a ella. El tiempo da fe de muchas cosas. Y sí, como sugiere la escritora, aquel viaje fue una prolongación del estado amoroso.
Otras ocho ciudades y sus mujeres desfilan por el libro: Barcelona, Aix-en-Provence, Shopelos, Murcia, Ámsterdam, Berlín, Beirut y Roma. Todas las visitó el año de la primera guerra del Golfo, muy presente en sus reflexiones. En estos viajes en busca de la noción de lo femenino nos dice que si no hay Naturaleza, no hay Mujer. Nos habla de las mujeres y las ventanas; de las discotecas y del amor y el deseo. De la luz en Picasso y Cézanne; de la relación de las plazas de Italia con la ópera, y de la vida en Beirut como un acto de sumisión a lo peor.
El libro se completa con ‘Paris mis à nu’, hermoso ensayo que combina el paseo y la divagación filosófica con la prosa poética propia de la ‘flânerie’. Se incardina así en la estela de Charles Baudelaire ya desde el título, que hace referencia a ‘Mon cœur mis à nu’ (Mi corazón al desnudo) del autor de ‘Las flores del mal’. Escrito en 1993, no elude la reflexión política tras el hundimiento de la sociedad soviética. Su mirada sobre la inmigración, los sintecho y la ciudad como capital colonial es de una lucidez premonitoria, de una profundidad sorprendente y de una belleza inesperada. Nos muestra París como «capital de la Ausencia», como una ciudad encantada en la que el sentimiento de pérdida encuentra su hábitat natural. A fin de cuentas, nos dice, muerte y tiempo son intercambiables, porque la muerte es otro nombre del tiempo. Un espléndido libro que está pidiendo a gritos una edición en español.
Des villes et des femmes
Etel Adnan
Gallimard
204 páginas. 13 euros
Edición en francés