La Ciudad de Gaza afronta este miércoles su segundo día de ofensiva terrestre. A los constantes bombardeos israelíes y el avance de los tanques por las angostas calles de la capital, se suma el éxodo masivo de las miles de personas que intentan huir hacia sur del enclave. En las últimas horas, el Ejército hebreo ha asesinado a un centenar de palestinos, que se suman a las más de 65.000 de víctimas que deja este conflicto. Mientras, los equipos de rescate trabajan sin descanso y los pocos hospitales que se mantienen en pie operan completamente desbordados.

Son horas insoportables para la población civil. Durante la madrugada, los blindados han penetrado el núcleo urbano y ya avanzan hacia el centro de la ciudad. De momento, 350.000 personas han huido de la urbe, intentando zafarse de una muerte segura. A sus espaldas queda la humareda de los constantes bombardeos y unos 600.000 vecinos que no han tenido más remedio que quedarse. Hay pocos vehículos y desplazarse a pie es prácticamente imposible para los niños, mayores y personas dependientes. El éxodo corresponde 40% de la población total de la capital, que antes del 7 de octubre contaba con un millón de habitantes.

Israel y Estados Unidos insisten en que Hamás es el objetivo

Las fuerzas armadas israelíes han bajado a tierra para intentar ocupar una ciudad que ya habían destrozado por aire. Lo que sí mantienen es el mismo mantra: seguir luchando contra Hamás, contra el terrorismo. Según argumentan los de Netanyahu, en la capital de la Franja se esconden entre 2.000 y 3.000 combatientes. «Queremos tomar Ciudad de Gaza, bastión de Hamás», ha insistido el ministro de defensa hebreo, Israel Katz. Es el primer paso de una ofensiva que loa inteligencia judía ha planeado durante semanas.

Esta ofensiva terrestre era el último paso que le quedaba a Israel para intentar tomar el control de la Ciudad de Gaza, tras varios días de intensos bombardeos. Según Tel Aviv, sus militares podrían tardar varios meses en tomar la urbe, ya que, según el portavoz de las fuerzas israelíes, su intención es que Ciudad de Gaza que completamente destruida.

A unos 80 kilómetros, en Tel Aviv, Netanyahu ordenó la ofensiva el mismo día en que se reanudaba su juicio por corrupción. No es la primera vez que sus movimientos militares coinciden con momentos críticos de su situación judicial. Un ejemplo de ello fueron las operaciones bélicas en Cisjordania que coincidieron con momentos críticos de su juicio por corrupción o su intento de aplazar la audiencia en diciembre de 2024 alegando la «imposibilidad de prepararse por la gestión de la guerra».

Israel ha iniciado su ofensiva terrestre con el respaldo de su gran aliado, Estados Unidos, porque el jefe de la diplomacia, Marco Rubio, estaba en Israel hasta la mañana del martes. Donald Trump reproduce los mismos argumentos. «Hamás intenta utilizar a los rehenes como escudos humanos, si lo hacen, se meterán en graves problemas», ha insistido el mandatario desde Washington. Este miércoles, Rubio sigue su viaje por Oriente Próximo, en Catar, convencido de que «todavía hay una ventana abierta» para negociar un acuerdo que ponga fin a la barbarie.

Israel está cometiendo un genocidio, según un informe de la ONU

Hasta el momento, nada detiene a Netanyahu, ni siquiera el informe del comité de expertos de la ONU que concluye que lo que Israel está haciendo en Gaza contra los palestinos es un genocidio. «El estado de Israel es responsable de no haber impedido el genocidio, de cometerlo y de no castigarlo contra los palestinos en la Franja de Gaza», ha dicho la portavoz de la comisión investigadora de Naciones Unidas, la sudafricana Navi Pillay.

Residencias, casas, hospitales, universidades, colegios, museos, iglesias, mezquitas, restos arqueológicos, carreteras, puertos, la industria pesquera. La enumeración de bienes destruidos por los israelíes es infinito y por eso, el otro ponente del informe, el juez australiano Chris Sidoti, lo tiene claro. «No son accidentes, no son daños colaterales. Son la consecuencia directa de una estrategia militar», explica.

Con más de 16.000 pruebas, desde Ginebra aseguran que el fin último de la ofensiva es acabar con la población palestina y no con los militantes de Hamás. Según sostienen los investigadores, han sido los propios funcionarios israelíes quienes lo han dicho. Citan directamente a Netanyahu, al presidente, Isaac Herzog, y al exministro de defensa Yoav Galant. También han detectado un patrón completo de operaciones militares que les hace concluir que el único propósito posible es el exterminio.

El informe, que servirá como prueba pericial a la Corte Internacional de Justicia, se ha publicado con la vocación de que lo que está sucediendo en Gaza se llame genocidio, determinar quienes son los culpables y «que todos los Estados recuerden que es su obligación es prevenir que esto suceda». Sin embargo, de momento, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha evitado utilizar el término, que debe ser aprobado por el Consejo General de las Naciones Unidas e incluida en una resolución. Se ha excusado diciendo que la semántica no es lo importante, sino denunciar la realidad de lo que está pasando en Palestina.

Hasta el momento, la Comisión Europea no se ha posicionado sobre si Israel está cometiendo un genocidio, pero sí ha anunciado que este miércoles aprobara nuevas sanciones contra Tel Aviv. Entre ellas, la suspensión del acuerdo comercial que propuso la presidenta, Ursula von der Leyen. En Bruselas la posición no ha cambiado, mantiene que es competencia de los tribunales determinar si se está produciendo un genocidio o si se han cometido crímenes de lesa humanidad. Lo que sí ha cambiado en los últimos días es el tono y la urgencia.