Es complicado elaborar una crónica deportiva sobre La Vuelta a España 2025 cuando la competición ha quedado en un segundo plano por culpa de radicales ajenos al ciclismo. La ronda española queda herida de gravedad de cara a los corredores, patrocinadores y aficionados. Ellos han sido las principales víctimas de un boicot alentado por el Gobierno y cuyas consecuencias son difíciles de medir.

En la clandestinidad que ofrece el aparcamiento de un hotel ha celebrado Jonas Vingegaard su triunfo en la tercera grande de la temporada. Es la imagen de un robo. El danés no ha podido recibir el cariño de un público que siempre agradece la presencia de las grandes figuras del pelotón y más después de disputar el Tour de Francia al todopoderoso Tadej Pogacar.


El podio improvisado del equipo holandés que ganó La Vuelta, en un parking por las protestas

El corredor del Visma ha sido el claro dominador de La Vuelta a pesar de que la diferencia con el segundo clasificado, Joao Almeida, haya sido de poco más de un minuto. A la hora de la verdad, Vingegaard ha controlado en todo momento las distancias y no ha necesitado de las grandes exhibiciones a las que nos tiene acostumbrados su rival esloveno. Se lleva tres etapas, el maillot rojo y reconduce una temporada en la que ha quedado claro que ‘Pogi’ está un escalón por encima del resto.

Veremos si, de cara al año que viene, el danés opta por un calendario alternativo que le permita disputar el Giro con garantías o busca la revancha en Francia. La decisión que tome afectará a muchos otros corredores y no sería el primero que, enrocado en la disputa del Tour, pierde la oportunidad de acrecentar un palmarés que ya es digno de mención.

La Vuelta sentencia a Ayuso

El otro gran protagonista de La Vuelta a España 2025 es el catalán Juan Ayuso. Esta debía haber sido la temporada de su consagración y ha terminado por ser la de su salida del mejor equipo del mundo. En el UAE se han cansado definitivamente de un hombre que no ha sabido correr a favor de sus compañeros. En plena carrera y casi por sorpresa, se anunció su marcha en dirección al Lidl-Trek.


Niño huyendo con sus padres de los manifestantes

Ayuso ha ganado dos etapas, pero no ha sido capaz de luchar por la general y tampoco ha ayudado a Almeida, segundo en la clasificación final. Su actitud, muy similar a la que mostró con Isaac del Toro en el Giro, ha agotado la paciencia de sus jefes. Es muy probable que el portugués hubiese tenido mayores opciones frente a Vingegaard con el español como gregario de lujo. Que se lo digan a Dumoulin y aquella Vuelta de 2015 que perdió en la sierra madrileña por culpa del gran trabajo en equipo que realizó Astana en favor de su líder Fabio Aru.

Más allá de la polémica, el equipo de los Emiratos se marcha de España con el segundo puesto de Almeida, el maillot de la montaña de Jay Vine y con la friolera de siete victorias de etapa. Son la escuadra más dominadora del momento y, espoleados por Pogacar, han igualado el récord de más victorias en un año: 85. Eso sí, todavía falta un mes de calendario ciclista.

Una edición descafeinada

Aunque los radicales y sus protestas han eclipsado todo lo demás, La Vuelta a España 2025 tampoco se recordará por su gran nivel deportivo. El recorrido planteado por los organizadores nunca acabó de convencer a los aficionados y la sucesión de etapas ha demostrado que no estaban equivocados. El primer problema: una ‘vuelta’ que no era tal cosa porque se ha centrado en el norte de la Península.


Javier Guillén, director de la Vuelta, ha lamentado

Demasiadas jornadas monopuerto, el afamado Angliru y su escasa relevancia a la hora de la verdad, conservadurismo de algunos corredores y, por supuesto, etapas cercenadas por quienes han conseguido un éxito violento sin precedentes son algunos males de la carrera. Además, las salidas fuera de España ayudan a cuadrar las cuentas, como este año en Turín, pero condicionan a posteriori los perfiles.

Entre unas cosas y otras, veremos qué ocurre con La Vuelta la temporada que viene. ¿Se arriesgarán los grandes del pelotón a chocar de bruces contra un activista propalestino? ¿Pondrán su dinero los ayuntamientos sabiendo que cuatro energúmenos pueden evitar que los corredores pasen por sus calles? ¿Querrán las marcas y los anunciantes verse señalados por campañas de acoso y boicot? El numerito de unos pocos ajenos al deporte le puede salir muy caro al ciclismo español.