El cofundador de la fábrica de helados estadounidense Ben & Jerry’s Jerry Greenfield ha abandonado la compañía tras 50 años porque considera que la compañía ha perdido su independencia y porque la multinacional Unilever, propietaria de la marca, ha “silenciado” su dimensión social.
En una carta hecha pública en la red X por el otro cofundador, Ben Cohen, Greenfield explica que no podía seguir “con honestidad” trabajando para la empresa, amordazada, en su opinión, por la multinacional, que cotiza en Reino Unido.
Unilever es dueña de la marca desde 2000, cuando los fundadores la vendieron, pero con una cláusula que estipulaba que se debía proteger la misión social del negocio original.
“Es profundamente decepcionante llegar a la conclusión de que esa independencia, que fue la base de la venta a Unilever, ha desaparecido”, escribió Greenfield. “Si la compañía no defiende las cosas en las que creíamos, es que la compañía no vale la pena”, añade.
El confundador dimisionario, que no tenía control sobre las decisiones operativas, pero seguía a sueldo de la empresa para garantizar su misión social, ha dicho que la decisión es “una de las más duras y difíciles” que ha tomado en su carrera.
La dimisión de Greenfield es el último episodio de la amarga disputa abierta desde que Unilever se desdijo de un acuerdo para que Ben & Jerry’s no vendiese helados en los territorios palestinos ocupados por Israel, donde la decisión había suscitado fuertes críticas.
Unilever vendió la filial israelí a una empresa local tras aquel movimiento, lo que provocó que el fabricante de helados denunciase a la matriz. El pleito acabó con un acuerdo extrajudicial en 2022.
Ben & Jerry’s presentó una demanda contra Unilever el año pasado en la que acusaba a la multinacional de amenazar con disolver el consejo de administración de la filial y demandar a sus directores por sus declaraciones públicas de apoyo a los palestinos de Gaza.
La misiva llega en un momento en que Unilever se prepara para segregar su división de helados, Magnum Ice Cream Company (TMICC), para que cotice en Ámsterdam, Londres y Nueva York.
La víspera de que esta nueva empresa empezase a funcionar, Cohen y Greenfield publicaron una carta abierta al consejo de administración y los inversores potenciales en la que reclamaban que la marca fuese “liberada”, y acusaban a Unilever de devaluar el negocio con sus intentos por desmantelar la misión social de Ben & Jerry’s.
Cohen y Greenfield buscaban inversores para recomprar la marca, pero la propietaria no quiere venderla. Cohen señaló que, en medio de las tensiones con Unilever, la marca había tratado de ejecutar una venta a inversores por un valor de mercado de entre 1.500 y 2.500 millones de dólares, pero que la propuesta resultó rechazada.
“El problema es que Unilever y Magnum no quieren vender, así que no permiten que ninguno de estos inversores potenciales vea la información financiera”, indicó Cohen.
Un portavoz de TMICC señaló que la compañía estaría “eternamente agradecida” a Greenfield por su papel en la fundación de la empresa, pero que “estaba en desacuerdo con su perspectiva” y había intentado trabar una “conversación constructiva” con ambos cofundadores sobre cómo reforzar la marca.
Cohen fue acusado en mayo de “aglomeración y obstrucción” tras ser detenido durante una protesta contra el bloqueo de Gaza durante una sesión del Senado estadounidense.
Un vídeo grabado en el lugar y publicado por Cohen en redes sociales muestran como es arrastrado fuera de la sala, esposado y expulsado.
Cohen y Greenfield fundaron Ben & Jerry’s en 1978 tras hacer un curso de cinco dólares sobre fabricación de helados por correspondencia.
La pareja, que se conoce desde que iban al colegio en Long Island, en Nueva York, abrió su primera tienda con la misión de “hacer avanzar los derechos y la dignidad humanos”.
Para sus helados eligieron nombres divertidos y a la moda, con juegos de palabras que hacían ilusión a iniciativas pacifistas o músicos de rock.
La compañía empezó en 1985 a donar casi el 8% de sus beneficios antes de impuestos a iniciativas sociales, y acabó por convertirse en una de las más grandes de EEUU.
Unilever la compró en 2000 por 326 millones de dólares, una decisión que no agradó entonces a Greenfield, y que incluía disposiciones para crear un consejo de administración independiente que le permitiese seguir apoyando causas progresistas.
El cofundador de Ben & Jerry’s, detenido en el Capitolio por protestar contra el apoyo de EEUU a Israel
“Por mucho que una compañía [previamente] independiente trate de mantener su identidad y valores, el [comprador] corporativo tratará siempre de llevar la voz cantante en el largo plazo”, explica sobre el particular Nick Stockley, el socio y especialista en resolución de disputas del bufete Mayo Wynne Baxtar.