Jon Uriarte dejó caer la noticia en los prolegómenos del estreno en Champions ante el Arsenal a modo de globo sonda para comprobar cómo respiraba … la masa social después de que los medios se hicieran eco de sus palabras. El presidente del Athletic sorprendió con unas declaraciones en las que abría la puerta a una eventual ampliación del aforo de San Mamés con una fuerte inversión para atender una demanda cada vez más elevada de carnés que ha aumentado a 7.000 el número de aficionados que quieren hacerse socios.
No fue un anuncio improvisado del inquilino de Ibaigane. Eligió el lugar –las tripas de un campo con capacidad para 53.000 espectadores y con doce años de vida–, el escenario –un escaparate internacional gigantesco como es la Liga de Campeones– y el momento –apenas 48 horas antes de su tradicional comparecencia ante la Prensa al inicio de cada temporada–.
Y hay otro elemento determinante: el contexto. Uriarte habla de habilitar nuevos espacios «hasta debajo de los asientos», si fuese necesario, porque el equipo está subido en la ola buena, la que le permite codearse con los clubes más poderosos de la Liga y asentarse en las competiciones europeas. ¿Pero el estadio puede crecer, hay opciones reales de incrementar el aforo? Sí, se puede hacer, aunque por supuesto la obra no estaría exenta de complejidad.
De hecho, el grupo de trabajo encargado de levantar el coliseo rojiblanco bajo la dirección del arquitecto César Azcárate, de Idom, ya dijo en su día que había un margen para ganar más asientos –hasta un máximo de 3.000– si el Athletic apostaba en el futuro por ganar aforo. Porque a día de hoy el planteamiento de Uriarte en ningún caso contempla hacer más grande el campo, sino impulsar retoques para que la capacidad del recinto que acogió el pasado mayo la final de la Europa League sea mayor.
El proyecto original llamado a suceder a la vieja Catedral dibujaba un anillo con cerca de 60.000 localidades, pero estudios posteriores aconsejaron reducirlas y se quedaron en las 53.000 actuales. De ellas, en torno a 45.000 están reservadas para los socios. La situación deportiva y social del Athletic ha cambiado sobremanera desde entonces. En esta tercera época de Ernesto Valverde al equipo se le ve con frecuencia en la zona noble de la clasificación, Europa empieza a ser un entorno natural y se levantó la Copa del Rey en La Cartuja después de cuatro décadas en el desierto.
Estos éxitos no sólo han servido para fidelizar a los aficionados, sino que otros muchos se han subido al carro. Además, a diferencia de lo que ocurría antes, San Mamés tiene también vida cuando no hay partidos, con restaurantes, bares y hasta un polideportivo. Es decir, hay un importante volumen de negocio dentro y en sus aledaños.
Con este panorama como telón de fondo Uriarte y sus colaboradores han promovido un proceso de reflexión interna que desean extender de forma paulatina a otras áreas del club y, por supuesto, a la masa social. El presidente ha dado el pistoletazo de salida a un movimiento que se intuye a medio plazo y que necesita de un reposado debate previo para no tropezar en un asunto tan sensible como es retocar un estadio consolidado y que ya es mayor de edad. Sin prisa pero sin pausa.
Estructura rígida
Hay consideraciones como punto de partida que los dirigentes del club tienen claras. El campo no puede crecer hacia abajo –el subsuelo está copado y en ese supuesto las gradas se ‘comerían’ las bandas– y tampoco puede ensancharse por su cercanía a las viviendas y a los edificios universitarios. La estructura, por tanto, es inamovible, así que cualquier plan de ampliación debe sustentarse en el interior y sobre lo que ya está construido.
La primera impresión cuando se observa el diseño de las tribunas altas, las más cercanas a la cubierta, permite comprobar que en sus chaflanes se ha apostado por una grada en forma de ola, lo que deja espacios susceptibles de acoger más asientos en las cuatro ‘esquinas’ de San Mamés. El eventual plan todavía está en la fase embrionaria, pero la Asamblea de Compromisarios está a la vuelta de la esquina y no se descarta que surja este debate.