Salmonetes, pijotas, acedías, boquerones… suena a comanda de bar gaditano (y lo es) pero también son los protagonistas de algunos de los cuadros más recientes de Pepe Baena (Cádiz, 1979). Baena tiene 46 años y empezó a pintar hace ‘solo’ tres lustros. A los 31 años, este cámara de profesión empezó una nueva afición que ha ido ganando peso en su vida de forma acelerada.

El arte de Baena impresiona: sus cuadros, de estilo realista, captan lo cotidiano sin alharacas ni disfraces. ‘Cola Cao con tortas de Inés Rosales’ o ‘Cola Cao con galletas’ son los títulos de dos de sus obras. “Son, sencillamente, los desayunos de mis tres hijos”, explica en una conversación telefónica desde Cuba, donde pasa unos días con amigos. Su representación de algo tan sencillo y tan cotidiano llega a todos. “Creo que a la gente le gusta lo que hago porque lo conectan con lo que viven en su día a día”, añade. Los precios de sus obras oscilan entre los 1.500 euros de los bodegones pequeños (de 30 x 30 centímetros) y los 12.000 para los cuadros de gran formato.

«Mis referentes son Zurbarán, Velázquez y Antonio López”, sentencia. A Baena siempre le había gustado la pintura e ir a museos pero fue pasados los 30, al apuntarse a clases para coger un pincel, cuando el genio brotó: “Me enganché completamente”, confiesa. Cuenta ya con varios premios importantes a nivel nacional – entre ellos el Ciudad de Tomelloso, con el propio Antonio López en el jurado-. Su nombre se ha asentado como representante de una tradición española de pintura realista en la que no resulta tan sencillo encontrar ejemplos actuales.

Gurmet y pintor

Pero, ¿por qué pintar (sobre todo) comida? “Bueno, a mi la verdad es que me gusta mucho comer (risas) y siempre me habían gustado los bodegones, que creo que han tenido un peso muy importante en la pintura española”.

El día de Baena comienza temprano: “Me suelo levantar a las 7 de la mañana. Me paso la mañana pintando en el estudio y a las 12 y media más o menos me voy al bar a tomar una cervecita al bar Pelayo, que está al lado”. Es posible que acompañe la caña de una tapa de ‘pescaíto’ frito, una de sus comidas favoritas. “Le tiro una foto y luego la pinto ya en el estudio. Los pescados gaditanos son mis musas”. Su éxito como pintor ha hecho que haya reducido su jornada laboral a la mitad para darle más tiempo al pincel. “Por la tarde, sigo pintando en casa en lugar de ponerme a ver la tele”.

Las redes sociales han catapultado el trabajo de Baena, con más de 60.000 seguidores en Instagram. “Es un escaparate brutal, como una galería virtual que hace que tu arte llegue a todo el mundo”. Esto ha posibilitado que sus cuadros cuelguen ya de paredes en casas de coleccionistas en los rincones más diversos del planeta. “Al final es curioso porque lo que hago es universal. Una pintura que he vendido recientemente en Ámsterdam es de un descanso de una chirigota gaditana. En el cuadro se ve un cenicero y al lado una botella de cerveza de litro con varios vasos vacíos. Eso se entiende en todo el mundo”. También encuentra la inspiración fuera de su Cádiz natal: “Mi mujer es italiana y cada vez que vamos me vuelvo loco con la cocina de su abuela. No se si es por la decoración, por la luz… tiene algo muy especial y la he pintado varias veces”.

El arte de Baena ha llamado ya la atención de marcas, para las que trabaja siempre dentro de su línea y sin comprometer su visión del mundo. “Cruzcampo me pidió obras relacionadas con estar al fresco, con iconos de mi tierra como el mollete… cosas que forman parte de mi rutina. Al fin y al cabo, yo ya había sacado botellines de la cervecera en mis obras”. También he trabajado para Font Vella. Querían que sacara su nueva botella en un cuadro y pinté una comida en casa con mis niños”.

Cuatro siglos separan una obra como el de ‘Vieja friendo huevos’ de Velázquez y las obras de Baena. “Viajé hace poco hasta Edimburgo para ver el cuadro, que está allí en la Galería Nacional de Escocia. Me encanta porque representa cómo se comía en aquella época. Me gustaría que si dentro de 300 años se siguen viendo mis pinturas alguien diga: ‘Así es como se comía en Cádiz en 2025”.

A Baena le espera un otoño ajetreado -con exposición en Madrid o participación en la feria Estampa, también en la capital-. “Allí voy a llevar muchos cuadros de ‘pescaíto’, que son de pequeño formato, de 30 x 30. Y también una serie de pinturas que he hecho inspirado por la playa en verano, con la silla plegable, la cervecita, las patatas fritas, las chanclas…”. También se muestra orgulloso de estar preseleccionado para el premio BMW de pintura, uno de los más prestigiosos del país. “Solo nos han escogido a 30 de entre 1.900 obras presentadas”. Y le hace feliz haberlo logrado desde la honestidad: “Pinto lo que vivo, lo que como, lo que forma parte de mi… Por eso no me veo haciendo un cuadro de una tostada de aguacate. No sería yo”.

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