En el PP llevan tiempo asumiendo -incluso tras el estallido del caso Cerdán– que el presidente del Gobierno aguantará todo lo posible en el poder. El camino va a ser largo, admiten en Génova. La labor de oposición va sufriendo modificaciones por los … distintos frentes judiciales y los pactos de Pedro Sánchez con los independentistas. Muchos dirigentes del PP se quejan de ser incapaces de mantener el rumbo, explicar su alternativa política y hacer propuestas si cada semana deben reaccionar a un nuevo escándalo. Cambios en el guion que no están previstos y que se ven obligados a incorporar, o proposiciones legislativas que directamente meten en un cajón. A eso se suma la estrategia de división social a la que el Ejecutivo ha apostado su propia continuidad -como se ha vuelto a ver en las protestas contra Israel alentadas desde Moncloa-. Y en este contexto de extrema polarización Vox se dispara en las encuestas. Un fenómeno que preocupa al PP y que, aunque llevan tiempo analizando, ahora ha cobrado especial importancia.

En el entorno de Alberto Núñez Feijóo minimizan el auge del partido de Santiago Abascal por dos motivos: la suma de PP y Vox roza los 200 diputados en prácticamente todos los sondeos, confirmando una tendencia muy sólida para la derecha; y, sobre todo, porque a diferencia de lo que ha ocurrido en el resto de países europeos, en España la derecha tradicional ha logrado contener mucho más el espacio de Vox.

En Francia, Alemania y Portugal sus partidos homólogos son la segunda fuerza. En Italia y Hungría gobiernan. En Polonia ganaron las últimas elecciones presidenciales y en el Reino Unido hay un movimiento creciente como se vio el pasado fin de semana en una multitudinaria manifestación en Londres en contra de la inmigración.

En este contexto, liderando las encuestas y con la situación española casi como un oasis en el continente, en el entorno de Feijóo venían defendiendo que no se podía hablar de «inquietud». Lo más importante, reconocían, es que el PP mantenga una superioridad clara con la que seguir defendiendo un gobierno en solitario. La encuesta de GAD3 publicada por ABC abre un escenario más complicado al situar al partido de Santiago Abascal en 61 diputados. Un crecimiento exponencial (ahora tienen 33 y en 2019 alcanzaron el que hasta ahora ha sido su máximo con 52 diputados) que no tiene nada de anecdótico, según explican varios dirigentes consultados por ABC.

En el partido siempre ha habido un debate extenso sobre cómo debía ser la relación con los de Abascal: si había que normalizar los pactos, teniendo en cuenta los que ha firmado a nivel nacional Sánchez incluso con Bildu, o si había que apostar por su aislamiento. Feijóo ya fijó posición en el congreso del PP del mes de julio naturalizando los acuerdos con Vox -y no dar la espalda a sus votantes, que muchos lo fueron antes del PP- pero apostando por gobiernos en solitario, empezando por el suyo si consigue llegar a la Moncloa.

Cambio profundo

En Génova, igual que en los territorios, son conscientes de que el crecimiento de Vox tiene mucho que ver con la situación tan polarizada del momento. Y por eso a menudo señalan «la pinza Gobierno-Vox» para arrinconar al PP. Consideran que es el propio Sánchez el que alimenta a menudo lo que el Ejecutivo llama «la extrema derecha» y que Abascal se confunde en su estrategia de atacar constantemente al PP.

Este lunes Feijóo reunió a la junta directiva nacional -máximo órgano entre congresos- y volvió a prometer a los suyos un cambio profundo bajo dos premisas: «No conceder un milímetro de terreno al Gobierno y no caer en sus trampas», dijo en primer lugar. Y dos: «Cuando llegue el cambio, no conceder un milímetro de terreno a nadie que no crea en ese cambio».

Este último fue interpretado como un recado velado a Vox. Sin embargo, algunos cargos consultados por este periódico que estuvieron en la reunión echaron en falta mensajes «más combativos», dirigidos a arengar a las filas y mantener la confianza de que ni el cambio se frustrara ni el PP será incapaz de mantener a raya a su rival por la derecha.

La realidad es que el debate sobre cómo combatir a Vox, «dar con la tecla» para impedir su crecimiento, lleva tiempo encima de la mesa de Génova 13. Muchas personas cercanas a Feijóo insisten en que no pueden competir con «la dureza» de Abascal porque nunca podrían igualarla. También señalan que los principios políticos y los valores que acompañan las siglas populares son incompatibles con algunos planteamientos de Vox. Y recalcan que entrar en ese marco impediría también seguir recabando apoyos de los desencantados con el PSOE, su gran objetivo. «Perderíamos el espacio de la centralidad y a eso no podemos renunciar», rematan.

Sin embargo, hay otras voces en el PP que llevan tiempo alertando de que el fenómeno de Vox -especialmente potente en el electorado más joven como se ha visto este verano con cánticos insultando al presidente en muchas discotecas de España- ha traspasado capas sociales y cada vez es más transversal. La encuesta de GAD3 mantiene al PP en 137 diputados, el mismo resultado que tuvo en las elecciones de 2023. Pero serán las elecciones -primero Castilla y León y después Andalucía- lo que confirmen el estado real en el que se encuentra cada partido. El PP sigue pensando que dos victorias amplias terminarán de impulsarles, también frente a Vox.