De todos es sabido que el pasado domingo, hacia las seis de la tarde, un grupo de manifestantes propalestinos interrumpió la celebración de la última etapa de la Vuelta a España, provocando disturbios y enfrentamientos con la Policía, con lanzamiento de objetos, derribo de vallas y ocupación de la calzada en el paseo del Prado, la calle de Atocha y la Gran Vía madrileña.

Ya se venía anunciando. En etapas anteriores, e incluso el día previo, con la final en la Bola del Mundo, ya hubo intentos de paralizar la carrera, con grave peligro para los deportistas y los aficionados que la seguían. Lo que resulta inaceptable es que un Gobierno, con su presidente a la cabeza, manifestara esa misma mañana su respeto hacia los ciclistas y, acto seguido, elogiara las acciones de los manifestantes.

Finalmente, se hizo necesario desplegar un amplio dispositivo de seguridad y actuar con contundencia, mientras familias que habían acudido con sus hijos a disfrutar de un acontecimiento deportivo debían ser evacuadas, entre los sollozos de los pequeños. ¡Basta ya de enfrentamientos! ¡Basta de alentar el caos que tanto daña la imagen de España y el prestigio de una de las grandes carreras internacionales del ciclismo!