El impacto del asteroide 2023 CX1 en Normandía sorprendió en febrero de 2023 a la comunidad científica. Lo que en un inicio parecía un suceso sin grandes consecuencias ha resultado ser más complejo: un reciente estudio en Nature Astronomy demuestra que liberó su energía de forma abrupta y concentrada.

La roca fue localizada en el espacio con solo siete horas de margen antes de su entrada en la atmósfera terrestre. Se estimó un diámetro de 72 centímetros y un peso de 650 kg. Aunque pequeño en comparación con otros cuerpos celestes, su comportamiento durante el ingreso atmosférico sorprendió a los investigadores.

En lugar de fragmentarse gradualmente, el objeto se mantuvo cohesionado hasta explotar de forma repentina a 28 kilómetros de altitud. Este detalle es lo que explica por qué generó un efecto más potente que el previsto inicialmente.

Un estallido repentino con efectos amplificados

Según la astrofísica Auriane Egal, del Planetario de Montreal, el 98% de la energía se liberó en un instante, creando una onda de choque esférica excepcionalmente intensa. Los cálculos realizados en el NASA Ames Research Center revelaron que el área afectada fue hasta cuatro veces superior a lo habitual en impactos de este tipo.

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R. Badillo

La onda expansiva resultante puso de manifiesto que asteroides de pequeñas dimensiones, al desintegrarse de esta manera, pueden representar un peligro mayor del que se estimaba hasta ahora. El material analizado resultó ser una condrita ordinaria de tipo L, un tipo común en la Tierra. Sin embargo, lo que marcó la diferencia fue el modo de fragmentación del objeto, que prácticamente descargó toda su energía en un solo instante.

La recuperación de fragmentos estuvo encabezada por Peter Jenniskens, del SETI Institute, junto con el astrónomo François Colas y el grupo de voluntarios del proyecto FRIPON/Vigie-Ciel. Las condiciones meteorológicas complicaron las labores, pero finalmente lograron encontrar dos piezas, una de ellas de apenas 3 g, que hoy se conserva en el Museo de Historia Natural de París.

Uno de los dos fragmentos del asteroide que pudieron ser recuperados (Peter Jenniskens)

El hallazgo demuestra la existencia de un grupo de asteroides capaces de generar explosiones repentinas durante su entrada en la atmósfera. Para los investigadores, este comportamiento incrementa los riesgos sobre zonas habitadas y obliga a replantear las estrategias de defensa planetaria en escenarios de emergencia.