Superados ya los fastos (y hasta la resaca) de los cuatro días de Apertura, es tiempo de hacer balance de lo ofertado y lo conseguido. Y, en líneas muy generales, se puede afirmar lo que se asumía sobre el papel: que es este, en … Madrid, un arranque de temporada conservador pero de alta calidad, llamado a pocos sustos (y menos descubrimientos) en el que se han cumplido dos de los objetivos marcados: que el público vuelva a las galerías y que empiecen a caer las ventas después de un curso 2024-2025 algo aciago en este sentido.
Ahora bien: lo que quizás no estaba tan claro sobre plano era el abrumador interés de las propuestas femeninas sobre las de sus homólogos masculinos, un dato nada despreciable atendiendo a lo apuntado por Carlos Delgado Mayordomo la semana pasada: solo el 30% de las propuestas de Apertura estaban firmadas por mujeres. Esta edición de 2025, la número XVI, constata que mayor cantidad no lleva aparejada mayor calidad (para los y las que se obsesionan con las cifras). Dicho esto, he aquí un repaso por lo que dio de sí esta fiesta de las galerías de la capital atendiendo a sus nombres propios (y en femenino).
1
Aurèlia Muñoz
‘Escultura en papel’. Galería José de la Mano. C/ Zorrilla, 21. Hasta el 31 de octubre. Cuatro estrellas.
Seis años han pasado desde el (re)descubrimiento de esta creadora en el MNAC y en esta misma galería hasta su transformación en uno de los platos fuertes de la temporada expositiva del Museo Reina Sofía en 2026. Toca, pues, comenzar a aproximarse a su labor desde otras perspectivas, con análisis más exhaustivos y menos inspirados en la ‘emergencia’, como es el caso que nos ocupa.
Es José de la Mano el que vuelve a poner sobre la palestra la labor de la catalana (1926-2011), una de las madres incontestables del textil en nuestro país –aunque luego cayera en el olvido– esta vez desde un soporte específico como fue el papel y que desarrolló fundamentalmente en su última etapa.
La comisaria, Isabel Tejeda, subraya cómo este material, que la propia Muñoz producía y teñía de manera artesanal, ayudó a acentuar la levedad de sus esculturas, e invita a reparar en la singularidad de sus ‘móviles’ –cubistas para la artista, constructivistas para Tejeda– en los que el elemento ‘performántico’ (la necesidad de transitar entre ellos) era una indicación previa de la autora a la hora de asumirlos.
Quizás por todo esto el único pero que podamos ponerle a la cita sea el montaje: la invasiva presencia de las estructuras sobre las que se asientan estas ‘esculturas de papel’, que frenan ese imperativo de levedad que buscan sus responsables.
2
Patricia Gadea
‘¡BUM!’. Galería MaisterraValbuena. Madrid. C/ Hospital, 8. Hasta el 25 de octubre. Cuatro estrellas.
MaisterraValbuena se lanza a la gestión del legado de esta otra creadora (cuya última aproximación se la debemos al Museo Reina Sofía hace ya 11 años), lo que nos asegurará acercarnos a su propuesta desde distintos prismas. De hecho, la presente exposición se plantea ‘aislar’ a Patricia Gadea de todos esos focos más mediáticos que han podido distorsionar la percepción de su maestría (la Movida, Juan Ugalde…) y entroncar su discurso con la gran tradición de la pintura española.
Se habla en el texto curatorial de Francisco de Goya y esa capacidad de la autora para realizar un arte de denuncia basada en la mueca tragicómica. Qué duda cabe que la ‘veta española’ es fácilmente distinguible en los suyo (y así, las referencias populares le llegan no solo del cómic, también del tebeo), mientras su mezcla entre alta y baja cultura, su recurrencia al collage (ahora corta-pega), elevan un imaginario expresionista con símbolos personales (como la recurrencia al circo para criticar la situación política del momento, algo que parece que no hemos superado).
Vigencia absoluta, pues, de su intención, sus fórmulas y su vocabulario.
3
Cristina Lucas
‘E-conmo-tion’. Galería Albarrán Bourdais. C/ Barquillo, 13. Hasta el 25 de octubre. Cinco estrellas
Alguna ‘leyenda’ aún viva deja este Apertura, como Esther Ferrer, pero en una colectiva, por lo que nos ocupamos de una media carrera que es a todas luces lo mejor de la programación.
La andaluza Cristina Lucas (Úbeda, 1973) da un salto de gigante con su nueva entrada en la impresionante galería de Albarrán Bourdais en la capital en su análisis de los elementos químicos que en capítulos anteriores relacionó con el ser humano o el resto de seres vivos que nos circundan, para ocuparse ahora en los que han definido las diferentes revoluciones industriales ‘sufridas’ por el planeta (carbón y vapor, eléctrica, computacional y digital) con las cuales, de una forma u otra, hemos generado narrativas históricas.
Y más allá de sus nuevos lienzos ‘no tan abstractos’ empleando estos elementos como pigmentos (con soporte transparente cuando se llega al periodo digital), el vídeo ‘Chain Reaction Belt’: un loop de 50 minutos que resume la Historia del Antropoceno constatando que lo económico tiene consecuencias en lo social, en lo político y en nuestra superviviencia. Una de esas obras mayúsculas que definen ya el siglo XXI.
4
Clara Sánchez Sala
‘Del marfil al color hígado’. Galería NF. Madrid. C/ Blanca de Navarra, 12. Hasta el 8 de noviembre. Cuatro estrellas.
Clara Sánchez Sala es otra de esas creadoras españolas que se crece cada vez que le ceden el escenario pertinente.
Es lo que sucede en la instalación de poético título que alberga NF (y que remite a la misma tradición de la escultura), que nace de una anécdota (una fuga de agua en casa) y que transforma el espacio en escultura habitable donde lo doméstico y cotidiano (el empleo, por ejemplo del suelo de parqué o el maquillaje como material para pintar) desembocan en el cuerpo como medida de las cosas.
Algo más joven, pero muy prometedora, la Irene Molina de Río & Meñaka, con su nostalgia de lo físico que reboca de la ‘abstracción’ digital.
5
Luísa Jacinto
‘Mi sombra es tuya’. Galería Parra & Romero. Madrid. C/ Claudio Coello, 14. Hasta el 1 de noviembre. Cuatro estrellas.
En un Apertura poco dado a los descubrimientos, Parra & Romero es parada más que obligada. Allí, la portuguesa Luísa Jacinto, que a los atributos pictóricos de tiempo y espacio suma el de peso, generando un ‘enviroment’ en la galería sustentado en la levedad.
Tres cuerpos de trabajo con el color como protagonista en los que la pintura se convierte en membrana, en límite, en pantalla… Una delicia transitar entre ellos, descbrir lo que la pintura revela, y lo que oculta.