Eva podría ser tu amiga o la vecina de arriba o tú misma. Una mujer que regresa a la vida cotidiana tras un viaje con la sensación de estar perdiéndose de algo importante. No es un viaje espiritual, ni Bali ni Tailandia, son reuniones de … trabajo en Roma que surgen como un choque de realidad. Eva es una mujer que no tiene las cosas claras, no es calculadora; Nora Navas, actriz que interpreta este personaje en ‘Mi amiga Eva’, asegura que «la vida la lleva de aquí para allá». Esta nueva película de Cesc Gay ha llevado al experimentado director a enfrentarse al guion que más tiempo le ha costado escribir.

Navas y Gay se reencuentran en este filme –tras trabajar juntos en ‘Historias para no contar’– para mostrar las vivencias de una mujer de 50 años que, tras dos décadas junto a su marido y con dos hijos adolescentes, decide dar un vuelco a su vida porque quiere volver a enamorarse. Tanto para el director –y guionista– como para la actriz, la complejidad de este tipo de personajes es que ni trabajan con un guion cerrado ni concretan todos los aspectos desde la actuación. De esta forma se aseguran que queda libertad para probar cosas diferentes en las lecturas previas y durante los rodajes. Para Novas lo bonito de esta película no es solo su protagonista, sino que «hay muchos personajes que pivotan alrededor de Eva», lo que le permite usar las miradas de los demás para generar su propia esencia. Actores como Juan Diego Boto, Rodrigo de la Serna y Marian Álvarez.

‘Mi amiga Eva’ llega a los cines este 19 de septiembre y es una película donde las emociones toman las riendas de las situaciones. Por un lado, la tristeza; una mujer sensible pero que no deja caer la gota que haría rebosar el vaso, es una bomba de relojería a punto de explotar, hasta que, en el momento ideal, se deja llevar. «Era importante que no llorara en ningún momento, que, cuando lo hiciese, no fuese de angustia ni de tristeza, sino de alegría», confiesa Navas. En esta contención y en las amistades que la rodean, y que le preguntan constantemente si va a llorar, es donde su director encuentra una característica de las mujeres que le gusta mucho: «Esas frases igual nunca las escribiría para un hombre. Nunca un amigo mío me ha dicho eso. Y las mujeres estáis muy cerca de la emocionalidad. Hay algo de eso que impregna la película de momentos así; que forma parte de vuestra manera de relacionar y expresar lo que estáis intuyendo».

Cesc Gay habla abiertamente del otro eje emocional de la película, algo que los humanos hacemos a diario: mentir. «La mentira está mal vista y lo hacemos todo el día», confiesa el director y guionista de esta emoción que ayuda a sobrellevar todo tipo de situaciones, «forman parte de nuestra vida desde un lugar muy común y cotidiano. A mí me gusta».

Bilingüismo y final

Escuchar películas en varias de las lenguas cooficiales de España se ha vuelto una realidad –’Romería‘ de Carla Simón o ‘Muy lejos’ con Mario Casas como protagonista, son ejemplo de ello– y ‘Mi amiga Eva’ muestra la diversidad lingüística que viven los barceloneses. Tanto Navas como Gay son catalanes y esta es su realidad: «En mi casa o con amigas hablábamos en catalán y castellano, en cualquier conversación vas cambiando constantemente», una afirmación de la actriz que el director completa con un: «incluso en la misma frase vas cambiando».

Esta realidad supuso un reto para Gay; tomó la decisión de que los actores que tenían que hablar en catalán fueran catalanes y los actores que hablaran en castellano no fueran de Barcelona. Y, aunque confiesa que grabar una película solo en castellano en la ciudad condal le resulta raro, de la misma manera que si solo fuese en catalán, le hubiese gustado que fuese más bilingüe.

«Hubiéramos entrado en un problema de doblajes. Y es el gran problema que hay en este país con este tema. Si me hubiera pasado de un porcentaje de catalán, me habrían obligado a doblarla», asegura el director y guionista, «en una sala de cine aquí [Madrid] me hubieran dicho: ‘Me gusta mucho tu película, pero dámela doblada porque hay demasiado catalán’. Pasa con todos los idiomas, como si fuera francés».

La película está pensada para contarse en seis actos, dándole la misma importancia al hecho de la separación como a la nueva vida. Sin la acción que se espera en la actualidad, pero con un «ritmo rápido» que le da el dinamismo necesario para que, en palabras de Nora Novas, sea «como un golpe de aire fresco, de disfrute, de cotidianidad, de vida». Sin un final cerrado, pero permitiendo al espectador el poder decidir el final que cada cuál quiera.