Alumnos aventajados de grupos seminales como Cap’N Jazz y American Football, los protagonistas de esta reseña, Algernon Cadwallader, colgaron los instrumentos en plena explosión de la segunda ola del llamado Midwest Emo, en 2012. Aparcaron la banda en su mejor momento, de manera amistosa, dejando un legado sonoro precioso formado por dos discos notables como “Some Kind of Cadwallader” (08) y “Parrot Flies” (11). Ahora vuelven, para sorpresa y alborozo de muchos, con un nuevo álbum y con la formación original, la responsable del debut. ¿El regreso emocore del año? La propia banda parece responder esta pregunta con el corte que da título al disco, una canción autorreferencial sobre hacer cosas sin darle demasiadas vueltas, sin pretensiones ni expectativas.
“Trying Not to Have a Thought” es un disco marca de la casa, que abraza las raíces del emo más gritón y la técnica depurada del math rock, con florituras y mucho sentimiento, pero el nivel de producción en esta ocasión es superior y las canciones brillan el doble. Se nota y mucho la mano del guitarra Joe Reinhart, convertido en los últimos años en el productor de confianza para una nueva generación de bandas de indie rock y emo (Modern Baseball, Joyce Manor, Beach Bunny, Prince Daddy & The Hyena…).
Más diferencias. El tercer largo de Algernon Cadwallader es bastante más explícito que sus dos trabajos previos e incluye algunas de sus estrofas más reivindicativas hasta la fecha. Así, encontramos piezas como la inicial “Hawk”, una canción sobre la pérdida de un viejo amigo repleta de recuerdos felices, y la confesional “What’s Mine”; y también otras muy críticas con su país y el poder en general como “Revelation 420”, “World of Difference” y “attn. MOVE”, esta última recordando el asesinato de unos vecinos suyos a manos de la policía en 1985. Dicho todo esto, ¿el regreso emocore del año? Sin duda.