Bruno Vergara

Viernes, 19 de septiembre 2025, 07:45

| Actualizado 09:12h.

No tiene un contrato millonario. No corre por los trofeos. Lo hace para existir. Por los suyos, por esos que quedaron atrás. Ni siquiera luce la bandera de su país. Pocos sabrán de él. No acapara los focos de las estrellas del pelotón como Pogacar o Evenepoel, sino que solo comparte espacio con ellos. Es Ahmad Badreddin Wais, el único corredor que competirá dentro del equipo Olímpico de Refugiados del COI en el Mundial de Ciclismo que se disputa en Ruanda desde este próximo domingo.

Para muchos, será un dorsal más. Sin país, pero que corre por todos. Por los millones de refugiados que fueron obligados a dejar si vida atrás. Él nació en Alepo, Siria, en 1991. Comenzó a practicar ciclismo a los 14 años. Siendo un juvenil logró competir en el Mundial de 2009. Sin embargo, todo se torció en 2011. En plena guerra civil en Siria, él y su familia huyeron a Turquía. Wais regresó a Damasco a estudiar y a entrenar, pero duró poco. «Sabía que tenía que irme», dijo. En 2014 abandonó el país como refugiado. Emprendió un peligroso viaje de Damasco a Lausana (Suiza), pasando por Líbano, Turquía y Grecia. Mantuvo un perfil bajo para no llamar la atención. Y obtuvo los documentos necesarios para poder quedarse en el país helvético.

Destrozado por todo lo que había pasado, estuvo un año sin entrenar. Y no podía volver a Siria. «Me buscan los militares», explicaba. En el país el servicio militar es obligatorio. Quienes lo evaden «se enfrentan a prisión y reclutamiento forzoso». Hasta tuvo que rechazar su participación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (2016). Él solo quería sobrevivir. «¿Sabes que me buscan en Siria, verdad?», dijo en una entrevista entonces.

Volvió a ponerse un dorsal en 2017. Participó en el Mundial de Bergen (Noruega). En la contrarreloj acabo el 60º, a diez minutos de Tom Dumoulin. A pesar de su actuación, su historia acaparó la atención de los medios. Al año siguiente disputó varias carreras, entre ellas, la Clásica de Amorebieta, que no consiguió terminar. Una temporada en la que acudió de nuevo al Mundial, esa vez en Innsbruck, Austria, donde terminó 53º.

En 2019, con 28 años, logró un gran resultado en el Campeonato Asiático de Ciclismo en Gazalkent (Uzbekistán). En la crono hizo noveno, y en ruta cruzó la meta en 31º lugar. También estuvo en Ordizia y en el Circuito de Getxo, dos pruebas que no pudo terminar. No tiene grandes éxitos, pero corre por los que no pueden. Wais se ha dejado ver en los mundiales de Yorkshire (2019), Imola (2020), Flandes (2021), Glasgow (2023) y Zúrich (2024), no acudiendo al disputado en Australia en 2022. También estuvo en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Wais es consciente de sus límites frente a otros corredores. Luce con orgullo un maillot blanco sin ninguna bandera. A pesar vivir en el exilio, encuentra su libertad sobre la bicicleta. Pedalea para existir, para que todo el mundo le vea. Que otros como ellos no caigan en el olvido.

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