«Ahora toca un periodo de darle al botón de pausa, de respirar e intentar mejorar». Y esa pausa supone pasar de gestionar egos, roles, … cargas y esfuerzos de algunas de las principales figuras del baloncesto europeo a cambiar pañales y ejercer de padre de su pequeña de seis meses después de 50 días fuera de casa. Todavía no ha pasado una semana desde que Alemania se proclamó campeona del Eurobasket en Riga y Roberto Molina disfruta ya en Logroño de unos días de reencuentro familiar tras formar parte del staff técnico del equipo germano como técnico asistente y entrenador de rendimiento. Le queda pendiente aprenderse el himno alemán –«mi pronunciación es muy deficiente todavía», revela–, pero promete mejorar.
– ¿Ya ha asimilado el triunfo o todavía está en la final ganada en Riga?
– Se puede decir que sí, pero todavía cuesta creer que es cierto.
– Pocos éxitos mayores se pueden conseguir en el baloncesto FIBA que este Eurobasket.
– La verdad es que el listón ahora mismo está muy arriba. Llegábamos con expectativas muy altas porque el equipo era muy bueno pero, en estas competiciones de rondas eliminatorias en las que o ganas o te vas a casa, puede pasar cualquier cosa. Y, de hecho, de las otras grandes favoritas, Francia se va a casa antes de tiempo y Serbia también. Y nosotros, pese a todo lo que ha pasado en el camino, hemos conseguido llegar a buen puerto y llevarnos la medalla.
– Como dice, no ha sido un camino fácil porque a las lesiones de jugadores importantes, que pueden ser más asumibles, se suma que el día antes de empezar el seleccionador, el español Álex Mumbrú, sufre una pancreatitis aguda. ¿Trastoca toda la preparación?
– Más que cambiar toda la dinámica, se reajusta todo. Porque Álex es el arquitecto, la mente que ha organizado la estructura y la filosofía de juego de Alemania. Pero sí que es cierto que el día que aterrizamos en Finlandia para empezar dos jornadas después la fase de grupos, él se empieza a encontrar mal y acabamos en el hospital. Y, claro, es un vacío, porque él no estaba y teníamos que compensar y conseguir que entre todos los que estábamos no se notase que faltaba. Y había que arrimar el hombro. No salió tan mal.
– ¿Hay un momento de caos?
– Sí, hubo un momento de caos, porque esto sucede justamente en el momento de coger el autobús para ir al entrenamiento, a la pista, y los jugadores ven que no está el entrenador. Y me llama el doctor y me dice, ‘Roberto, ven para aquí a la habitación de Álex inmediatamente’. Yo me voy al hospital con Álex en ambulancia y el doctor se va al pabellón y, cuando informa a todos los jugadores, se quedan con los ojos abiertos. Y Álex no aparece un día, no aparece dos días, no aparece tres días, y se les acaba informando a los jugadores de que su estado de salud era delicado. Todo iba muy bien, todo rodaba muy bonito, más o menos hasta ese momento, pero eso hacía que todo se reajustase.
– Y con este problema tan grave, con tantos días de concentración, con tanto estrés. ¿Cómo es posible gestionar y mantener centrado al grupo?
– A nivel de los jugadores, algo que tiene esta selección es esa mentalidad germánica de disciplina, rectitud, cuadriculada, y nos ha ayudado a poder seguir funcionando y trabajando con normalidad. Cuando a Álex le nombran seleccionador y me dice ‘quiero que vengas conmigo, no te comprometas con ningún club’ ya le digo que el baloncesto alemán es muy diferente (ya había trabajado en el Bamberg). Esta rectitud hace que se pueda llevar el día a día mejor. A pesar de toda esa presión, a pesar de esos contratiempos, todo el mundo es muy responsable y muy consciente de que tiene que cumplir con su rol para poder llevar a cabo un fin común que es este.
– Los jugadores estaban muy comprometidos con ustedes.
– La gestión de roles en el deporte profesional es fundamental, la gestión del grupo. Y es algo en lo que Álex es muy bueno. El reflejo de ello es el momento en el que hubo una reunión cuando estábamos en la fase final de Riga, en la que los jugadores mostraron el apoyo a Álex y no querían que le pusieran a un lado. Parecía que dada la situación de salud de Álex lo normal es que se echase a un lado para que todo siguiese un poco el curso. Cuando los jugadores se enteran de esta situación, nos llaman a Álex y a mí a una sala y, con el capitán Dennis Schroder como representante, nos dicen que respetan si la decisión de hacerse a un lado es porque el seleccionador se encuentras muy mal de salud porque lo primero era eso. Pero si no era su decisión, nos transmiten que quieren que sea él el que siga al frente. «Estamos jugando con tus ideas, con lo que tú nos has enseñado y con lo que has creado». Que jugadores de este nivel mostraran este compromiso fue muy emocionante y me hizo pensar que no sabía cómo iba a acabar esto, pero hacía que mereciera la pena toda esta experiencia.
– Para un amante del baloncesto como usted, ¿qué supone entrenar a este nivel, saliendo de un entorno como Logroño ,y con jugadores top?
– Es un sueño. Yo era jugador del Clavijo en 2010. Si me dicen que 15 años después iba a ser oro en el Eurobasket con Alemania… Es que me parece irreal. Es como estar en un videojuego, como cuando eres pequeño y ves partidos en la tele de ACB, de NBA, con jugadores que son tan buenos, que no fallan. Y luego estás ahí con ellos. Era algo que yo intentaba repetirme a mí mismo, el no normalizarlo, que suele pasar cuando entras en la dinámica de esta experiencia. Como estar en la pista, en el prepartido, reboteando a Andreas Obst, el mejor tirador de Europa, y no tener que moverme porque era tiro, pum, red, tiro, pum, red. Después de un tiempo lo normalizas pero yo intentaba repetirme constantemente ‘Roberto, disfruta de este momento’.
– Esta medalla justifica ya cualquier carrera. Lleva bastantes años dentro del deporte profesional, pero es muy joven (39 años) y le queda toda una vida deportiva por delante. ¿Este triunfo le hace replantearse el futuro?
– No, realmente hay mucha gente que se pasa toda su vida deportiva, toda su vida laboral, intentando perseguir una medalla, un triunfo, y nosotros hemos tenido la suerte de vivir uno de estas dimensiones, que es espectacular. Lo que realmente me gusta es ayudar en proyectos en los que creo que puedo sumar valor. Es decir, cuando Álex me llama para decirme, ‘Roberto, que nos vamos a trabajar con Alemania’, es porque confía en mi trabajo y cree y sabe que le puedo ayudar. Y disfrutar del día a día con esos jugadores, en este nivel de trabajo, hace que sea precioso. Luego, si al final le pones un broche así, es inigualable, pero toca seguir trabajando y disfrutar de las experiencias que vaya teniendo.