Carlos Rivas Alonso, ex piragüista con 15 títulos de España, cambió su rumbo en 1968 al abrir la tienda Deportes Rivas en Oviedo. Medio siglo después, comparte con su hijo Carlos Rivas Velasco, fisioterapeuta, no solo la pasión por el deporte sino también las mismas victorias en las pistas de tenis.
Dos generaciones, los mismos títulos
Rivas padre, que estuvo a punto de ir a los Juegos Olímpicos de México, se volcó en el tenis casi por casualidad al empezar a vender raquetas en su tienda. Ahora, con 82 años, mantiene una agenda semanal repleta de partidos en el Real Club de Tenis de Oviedo. «Juego mejor que antes», reconoce.
Su hijo sigue sus pasos con éxito: ganó el Torneo Virgen del Portal de Villaviciosa cuatro décadas después de que lo hiciera su padre y también figura, como él, en el palmarés del campeonato de Asturias de veteranos +35. «Compartimos victorias en los mismos escenarios», apunta.
Más que medallas
Ambos subrayan que el tenis les aporta algo más que trofeos. «Cuando entras en la pista, te olvidas de todo. Es concentración absoluta, un motor que te mantiene vivo», explica el mayor, que entrena de lunes a viernes con rivales fijos cada día.
El hijo, fisioterapeuta, destaca la salud de su padre: «No le duelen las rodillas ni la espalda, mantiene una lucidez que ya quisieran muchos con treinta años menos».
Han llegado a coincidir en torneos fuera de Asturias, como el ITF de La Coruña, en categorías distintas. «Lo bonito no es solo jugar juntos, es sentir que compartimos la misma energía y las mismas metas», resume el hijo.
La conclusión la firma Carlos Rivas Alonso, con la misma naturalidad con la que empuña la raqueta: «A mi edad no me canso, no tengo dolores y sigo disfrutando cada día. El secreto es sencillo: nunca dejar de moverte».
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