Ignacio Boné, novillero de la Escuela Taurina Oscense, tuvo que solventar con raza torera su tarde en la plaza de toros de la localidad navarra de Peralta, en lo que fue su segunda novillada picada de su carrera. Sin duda, una tarde «muy dura» que a buen seguro recuerda durante toda su vida, y es que su primer novillo le arrancó una uña de la mano, con todo lo que supuso después.

Boné se medía a novillos de la siempre complicada y correosa ganadería de Raso de Portillo. El altoaragonés, siempre firme, fue el triunfador del festejo tras cortar la única oreja de la tarde al sexto novillo.

«Mi primer novillo embestía serio, moviéndose y pegaba muchos cabezazos. A mitad de faena, cuando la gente estaba metida, en uno de los pases me arrancó una uña de un dedo de la mano derecha. Con el dolor intenso y la limitación funcional era complicado. Del dolor del roce era insoportable, pude coger la espada y matar al novillo. Metí la mano y pensaba que iba a caer, pero los de Raso de Portillo son muy duros. Me hicieron salir a saludar», comenta el joven.

Antes de ponerse delante de su segundo animal, tuvieron que anestesiarle el dedo, «algo que fue muy doloroso por la sensibilidad que hay en esa zona». Valiente y tirando de raza, salió a torear al sexto novillo, pero no podía coger bien el capote. «Además, el sexto se paraba a mitad del muletazo y sólo tuvo medio viaje durante la faena de muleta. Por suerte, le metí bien la mano y con media estocada cayó al momento. La gente pidió la oreja y corté la única oreja de toda la tarde», finaliza. Pese a todo, fue una tarde «muy positiva que me va a ayudar a crecer mucho como torero».