Madrid. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía convertirá el Guernica, de Pablo Picasso, en un símbolo contra el genocidio y la limpieza étnica en la franja de Gaza, anunció el director del instituto de arte contemporáneo, Manuel Segade, durante la presentación de la temporada del próximo año y en la que tendrá un papel preponderante la situación del pueblo palestino y la guerra sin cuartel ejecutada por el gobierno israelí, de Benjamin Netanyahu. Bajo el título La historia no se repite, pero rima, se presentarán una serie de intervenciones inspiradas en el lienzo de Picasso, en un ciclo que repasará además algunas de las tragedias humanas más dolorosas de las últimas décadas, como el apartheid en Sudáfrica.

El Guernica, de Picasso, se transformó de inmediato en un símbolo contra el fascismo y las guerras. Es quizá el cuadro más importante de la prolífica obra del artista malagueño, pero no sólo por su valor artístico, sino también porque se convirtió en símbolo contra la barbarie. El cuadro lo empezó cuando tenía 56 años, en su exilio en París, con la mirada puesta en la guerra civil española (1936-1939). La obra fue realizada sobre un paño de 8 metros de largo y 3.5 metros de ancho, en la que plasmó 45 dibujos superpuestos, entre los que destacan los de mayor carga simbólica: el toro, el caballo, el portador de luz. Pero también las mujeres rotas de dolor y llanto, o los cuerpos mutilados de los combatientes.

Picasso se inspiró en la guerra civil española, en concreto en uno de los episodios más brutales y dramáticos, cuando el 1º de mayo de 1937 un comando de bombarderos nazis bajo la orden de Adolf Hitler, a petición del entonces general sublevado Francisco Franco, sobrevolaron y atacaron durante cuatro horas la pequeña localidad vasca de Gernika. La ciudad fue borrada del mapa, con un saldo de miles de muertos y heridos, según los historiadores. Picasso recordó ese hecho, así como otros eventos de la guerra que lo obligaron a exiliarse en París y no volver a España.

El mural fue adquirido a Picasso por el Estado español en 1937. Debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, el artista decidió que la pintura quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York hasta que finalizara el conflicto bélico. En 1958 Picasso renovó el préstamo del cuadro al MoMA hasta que se restablecieran las libertades democráticas en España, lo que sucedió cuando la obra regresó al país ibérico en 1981. Todos esos años, el Guernica sirvió para recaudar fondos que se destinaron a los refugiados españoles y se volvió en un símbolo de la lucha contra la guerra, que se utilizó por ejemplo en las protestas contra la guerra en Vietnam o posteriormente las que perpetró Estados Unidos contra Irak.

Este valor simbólico e histórico lo destacó el propio director del Reina Sofía, Manuel Segade, quien además afirma que “el arte no es una cosa estática, es algo que está en nuestra vida” y que ese “mensaje implícito” de “no a la guerra” del lienzo está vigente. Incluso recordó que “ayer mismo recibía un meme en el que una de las mujeres del Guernica, con los brazos en alto, aparecía sobre la bandera de Gaza, en bicicleta. El Guernica salió a la calle durante las guerras de Vietnam, la del Golfo, contra Ucrania y ahora con el conflicto en Palestina. Su uso como pieza pública significa libertad y no guerra, por eso tiene una vida imparable y funciona como un cartel que nunca caduca”.

La idea es que haya contribuciones de artistas a raíz del ciclo La historia no se repite, pero rima, una frase tradicionalmente atribuida a Mark Twain, aunque él nunca la escribió.

Un espejo incómodo

En el primer ciclo de la serie, que será curado por la historiadora del arte y profesora de la Universidad de Londres Tamar Garb, la obra de Picasso (1937) dialogará con African Guernica (1967), de Dumile Feni, creada en Sudáfrica durante los años 60, cuando la legislación racista de la época del apartheid y la brutalidad policial conspiraban para crear un contexto violento y precario para la vida de los negros, el dibujo a carboncillo es una de las piezas claves de Feni, artista fundamental de la modernidad africana. De esta manera, el museo pretende abrir una reflexión acerca de la importancia de Picasso para un artista que trabajó en África a mediados del siglo XX, pero cuya exposición y conocimiento del modernismo europeo contribuyeron a su invención de un estilo pictórico adecuado a su propia situación política y social. Además de preguntarse: “¿Hasta qué punto este joven artista africano se inspiró en los lenguajes poéticos, así como en la sensibilidad política del manifiesto antibelicista del artista europeo de más edad? Y ¿cómo podría relacionarse esto con las cosmologías y tradiciones de creación centradas en África que también están presentes en la obra de Feni y que van desde referencias a técnicas locales de grabado y mitologías ancestrales hasta debates culturales localizados sobre la relación entre estética y política frente a formas específicas de tiranía y opresión?”

Con esta idea, el Reina Sofía recuerda, como dice su director, que “el Guernica es menos un cuadro colgado que un espejo incómodo para cualquier guerra presente”.