Las Aguas volvieron a su cauce, porque su cauce siempre fue Triana. A su paso en este viernes 19 de septiembre de 2025 que queda ya para la posteridad de la hermandad, la corporación brindó a sus fieles y a toda Sevilla una noche … septembrina de ensueño que puso fin a la celebración del 275 aniversario de su fundación en el dorado arrabal. Del Arenal marchó hasta San Jacinto y ahora tuvo lugar la vuelta más esperada para dar por culminada una salida tan extraordinaria como multitudinaria para todos aquellos que quisieron contemplar al completo el conjunto del misterio de las Aguas, con la Virgen del Mayor Dolor a los pies del Crucificado en una escena trágicamente bellísima.
Los relojes marcaban las 20.30 de la tarde, que era la hora inicial prevista para que se abrieran las puertas de la parroquia de San Jacinto, cuando numerosos vecinos tanto de Triana como de tantas partes confluyen por todas las esquinas a la espera de que Rosario de Cádiz indicase cuál era el camino con el estreno de la marcha ‘Aguas’, obra de Manuel J. Guerrero. Hubo quien fletó hasta autobuses desde diversos rincones de Andalucía para no ausentarse de dicha efeméride. Nadie quería perderse el inicio del discurrir más de 80 años después de la última vez que lo hizo en uno de los templos que es santo y seña del barrio sevillano. Todas las paradas fueron importantes a la par que obligatorias antes de cruzar el puente que los enhebra con lo que hoy sigue siendo su más brillante y próspero presente.
Ya había pasado un tiempo prudencial desde que había concluido la misa de acción de gracias que arrancó a las 19.00, y que estuvo presidida por monseñor Saiz Meneses, arzobispo de la ciudad, que celebró la historia de la cofradía ante los titulares de las Aguas y les deseó suerte y acierto en su porvenir, como así la buscaron los nuevos hermanos que juraron las reglas días atrás en la parroquia en la sólo pudieron apuntarse sus abuelos en fotos guardadas en blanco y negro. Para entonces, el Arco del Postigo era más un sueño de agua que una balsa de aceite procedente de las mismísimas Indias. Cristo volvía a morir ante su Madre en una estampa que bien pudo imaginarse en 1750, pero para la que había que esperar muchos años a que se produjese definitivamente.
Galería.
La Virgen de la Estrella, al fondo de la capilla a la que da nombre, aguarda la llegada del Cristo de las Aguas y la Virgen del Mayor Dolor en su salida extraordinaria
Juan Flores / ABC
A medida que caía la noche, y tras la banda juvenil de Virgen de los Reyes, el vencido Cristo de Illanes salía con un retraso de varios minutos por el dintel de San Jacinto en una maniobra transversalmente distinta a la que acostumbra a protagonizar cada tarde de Lunes Santo en la calle Dos de Mayo en la que siempre sabrá esperar como nadie Guadalupe. Cada día posterior al Domingo de Ramos la memoria quema y no arde cuando todos los hermanos recuerdan con la sinceridad de sus rezos aquel fatídico 29 de octubre de 1942 en el que un terrible incendió en el altar de San Jacinto arrasó las imágenes, obligando a la hermandad a ser trasladada a Santiago y posteriormente a San Bartolomé, en plena judería sevillana. No hay nada más sevillano que una hermandad siendo el resultado de las sensibilidades según las marque su tiempo. Según las marquen sus sombras y sus luces, como la del remate vivo de la fachada en la parroquia a la salida. Ya a la sombra de ningún ficus.
Apenas la cofradía había pisado la calle en el cielo ya se había puesto una Estrella. Una extremadamente brillante como la que da nombre a la dolorosa, a cuya advocación dedicó las Aguas una de sus más cariñosas dedicatorias. «Esta levantá va a ir por la hermandad de la Estrella». Vecinas por unos días, como sucedía en aquellos difíciles años 40 en los que compartían nómina en el Domingo de Ramos y cielo en lo más alto de San Jacinto, antes de que tanto el Cristo de las Aguas como la Virgen del Mayor Dolor, exquisitamente ataviada por el vestidor y bordador roteño José Antonio Moreno Bernal, prosiguieran su ruta formando un conjunto espléndido, tras ese guiño verdaderamente extraordinario que hizo la priostía hacia la devoción que guiaban archivos datados de 1909, con San Juan Evangelista, María Magdalena y el ángel ante la escena de la muerte recién ocurrida del Señor.
Triana y Sevilla
Era hora de seguir por esa Triana. La de Rodrigo de Triana y la de Pelay Correa. La de señá Santa Ana alfombrada de sal. La de la capilla de los Marineros, donde ya se escucha el tintineo impaciente del palio de esa plata misionera de una Esperanza que está a punto de anegar la ciudad de parabienes y espantar los miedos de zonas de las que la alegría se jubiló hace ya demasiado. Rosario tocó por Triana, Triana se volcó con las Aguas y las Aguas dejó su corazón en Triana, para después enfilar el puente por el que atravesaron todos aquellos que quisieron seguir al cortejo de cirios, la Cruz de Guía, como a los sones de Rosario de Cádiz, más sentidos y afinados que nunca tras la pérdida el pasado mes de junio del añorado periodista Manolo Bernal, locutor de COPE, uno de los fundadores de esta banda que es la mejor embajadora de lo que ya escribió el poeta Fernando Villalón, y que él mismo —Manolo—, le dijo a un reportero novato que sujetaba el micro azul cualquier Domingo de Ramos: no importa lo que se divida, que el mundo se seguirá contando entre Sevilla y Cádiz.
Rosario de Cádiz interpretó marchas trianeras al paso de la capilla de los Marineros, y a su vuelta por el Arenal, las Aguas dejó estampas únicas ante el Baratillo y la Carretería antes de recogerse
Salida extraordinaria de las Aguas
Atravesó las Aguas el puente ya con la medianoche colgada de las cantoneras del Cristo, cuando con el peso de sus casi tres siglos de historia la corporación volvía a Sevilla para regresar a la capilla del Rosario. No se escogía el camino más corto, pero sí el que más emocionaba a los hermanos de la hermandad, que primero apuraban Reyes Católicos para seguir avanzando sin prisas ni alardes por Pastor y Landero, calles por las que progresó a la inversa del vía crucis extraordinario en el que los titulares fueron a la ida, para posteriormente hacer una pausa a las puertas de la capilla del Baratillo. El gozo del Lunes se veía las caras con el del Miércoles: Cristo crucificado ante la Piedad baratillera, en uno de los momentos más especiales de la noche ante un público que supo respetar en todo momento dónde se encontraba y disfrutar de unas siete horas de salida extraordinaria a lo sumo.
Ya tan sólo quedaba afrontar otra nueva chicotá hacia la Carretería y su capilla. El cielo azul carretero en el que ya anida Antonio Bustos se tornó en un negro azabache para ser el enclave elegido en el que el poderoso misterio de las Aguas daba ya casi por concluida su salida extraordinaria con la misma frescura con la que arrancó a primera hora de la noche. Eran ya cerca de las cuatro de la madrugada cuando, como si fuera un cuadro de Herrera ‘El viejo’, el paso de misterio se introducía grácil en la capilla del Rosario y se daba por terminado el sueño de tantos hermanos que llevaban, como decía en estas páginas el hermano mayor, Narciso Cordero, al menos dos años con poder volver a San Jacinto. Y salir. Hoy que los de las Aguas despiertan en este nuevo día, éstos ya vuelven a ser los hijos pródigos más queridos del barrio del Arenal.