El ayuno intermitente está de moda de hace un tiempo en la comunidad ‘fitness’ por sus múltiples beneficios para la salud, que a menudo quedan en un segundo plano para dar toda la atención a la pérdida de peso asociada a esta práctica.

El origen de esta tendencia puede remontarse hasta el año 1988, cuando el biólogo japonés Yoshinori Ohsumi descubrió grandes similitudes entre los genes y mecanismos celulares de los humanos y los de la levadura. En este cereal, observó como se empleaban unas enzimas concretas, llamadas lisosomas, para ‘reciclar’ proteínas dañadas.

Yoshinori Ohsumi recibiendo el Premio Nobel de Medicina, en 2016

Yoshinori Ohsumi ganó el Premio Nobel de Medicina en 2016 por sus descubrimientos sobre la autofagia celular

AFP

Este proceso de ‘reciclaje’ se bautizó como autofagia celular. La autofagia es un proceso autónomo y natural de las células que consiste en la descomposición y posterior eliminación de las partes o elementos que ya no se necesitan o ya no funcionan como deberían. En la autofagia celular, el cuerpo «se come a sí mismo» para generar nuevas células y obtener energía extra.

La autofagia no está sucediendo constantemente. Solo se activa en periodos de estrés, cuando hacemos ejercicio o cuando hace horas que no comemos.

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Ohsumi explicaba así su funcionamiento: «Cuando el organismo no recibe comida, empieza a alimentarse de las células muertas y enfermas del cuerpo». Es ahí cuando se produce la limpieza interna: las células viejas se descomponen y dan paso a células nuevas.

La conclusión del trabajo de Ohsumi fue que la degradación y eliminación de las partes más dañadas y viejas de las células es fundamental para que se cumplan muchas funciones vitales del organismo. Sus investigaciones le valieron el Premio Nobel de Medicina en el 2016, casi tres décadas después de su primer trabajo sobre la autofagia celular.