Oracle ha roto todas las expectativas del mercado después del megacontrato de 300.000 millones de dólares con OpenAI. El acuerdo sirvió para que la acción se disparara más del 30% en bolsa, pero también para elevar una ratio financiera clave para los inversores a niveles que no se veían desde la burbuja de las puntocom que utilizan para detectar si las acciones son una oportunidad de compra según el beneficio que genera la compañía. Y este indicador ya dice que no solo Oracle está cara, está carísima, junto a otras viejas rockeras que vivieron los años salvajes de la última burbuja tecnológica.
Los desarrollos de la IA están moviendo cifras estratosféricas que no se habían visto hasta la fecha. Hablamos de 3 billones de inversiones durante los próximos años para alcanzar todo su potencial. Para los directivos implicados es el precio que hay que pagar por la última tecnología que va a cambiar el mundo. Para algunos inversores son números de burbuja financiera, como la que se vivió hace 25 años, cuando el elemento disruptivo era Internet.
El compromiso de OpenAI de pagar 300.000 millones de dólares a Oracle para contar con una potencia energética de 4,5 gigavatios para sostener los desarrollos informáticos en la nube implica elevar un 700% los ingresos anuales de la compañía en los tres próximos años.
«Los inversores veían a Oracle como una compañía aburrida de bajo crecimiento, y de repente es una ganadora de la IA«, señala Michael Bailey, director de investigación en Fulton Breakefield Broenniman. «Pero hay mucho riesgo. Estás comprando la acción ahora basándote en la esperanza de que veremos un crecimiento masivo en un plazo de cuatro, cinco y seis».
Los mercados financieros tienen sus propias reglas y los inversores manejan sus propias variables. Para los primeros son las expectativas las que mueven al mercado y los inversores tienen que descubrir cuándo se están pasando en sus valoraciones. Una de las herramientas de las que disponen es el famoso PER (del inglés, price-to-earnings) o la ratio precio por beneficio. La acción de Oracle cotiza 43 veces su beneficio y ha entrado en el top ten de las compañías más valiosas del S&P 500. Lo que significa que un inversor está dispuesto a pagar 43 dólares por cada dólar de beneficio que registre en los próximos doce meses.
¿Cuándo una acción está cara?
Que una acción esté cara o barata, en los mercados financieros es muy relativo. Siempre tendrá un precio adecuado siempre que haya alguien dispuesto a comprar el último precio. La pregunta clave es cuándo los inversores dejarán de comprar. En el caso de Oracle, la última vez en que los inversores pagaron tanto por la compañía fue en el 2000, justo después del estallido de la burbuja tecnológica.
Nvidia, la única compañía en superar los 4 billones de dólares de capitalización, la mayor vencedora del último boom bursátil (en dos años y medio sube más de un 1.000%) y la empresa que a veces recibe todas las sospechas sobre una posible burbuja, se paga a 31 veces los beneficios de los próximos doce meses. «Aunque Nvidia tiene un PER relativamente alto, no creemos que sea indicativo de una burbuja, teniendo en cuenta que el sector tecnológico cotizaba con un PER de 50 cuando estalló la burbuja puntocom», comenta Richard Clode, gestor de carteras de Janus Henderson.
La previsión es que los ingresos de Oracle aumenten un 17% este año, que corresponde con el ejercicio fiscal de 2026 de la compañía, seguidas de un 22% en 2027 y un 42% en 2028, según el consenso de Bloomberg. Se espera que los ingresos de Nvidia aumenten un 58% este año, seguidos de un 33% y un 17% en los próximos dos años.
Broadcom, otro de los hits bursátiles de los últimos años, se paga a 40 veces, con un crecimiento esperado de los ingresos del 20% para este año y del 48% para el siguiente ejercicio. Microsoft, la segunda compañía con mayor capitalización bursátil del mundo, cotiza a 31 veces sus ganancias, con crecimientos más modestos alrededor del 15%. «Algunas de las elevadas valoraciones se han visto respaldadas por unos sólidos ingresos y beneficios, a diferencia de muchas empresas en el año 2000, que habían agotado su financiación sin obtener ni un solo dólar de beneficio», explican desde Janus.
El PER funciona como un detector de gangas en el mercado. Si es bajo, en teoría, supone que el mercado todavía no está poniendo en valor los futuros beneficios. Y también sirve para identificar valores sobrevalorados. Esta ratio en la última crisis tecnológica fue uno de los canarios en la mina de que las valoraciones del mercado no cuadraban con las ganancias.
Comparaciones odiosas
El del S&P 500 se situaba en 30 veces. El del Nasdaq llegó a 600 veces. Para Oracle sus máximos de la relación cotización con beneficios llegó a 160. Es verdad que la métrica para Oracle esconde una pequeña trampa: gran parte de los analistas no han actualizado todavía su previsión de ingresos. El PER, al tratarse de un cociente a mayor previsión de beneficios, baja. De hecho, tras la subida del 36% de la pasada semana el PER llegó a 48 veces.
«El múltiplo en el que cotiza Oracle incorpora un convencimiento por parte del mercado de que la compañía va a crecer lo prometido», indica Dan Eye, director de inversiones de Fort Pitt Capital Group. La promesa de aumentar el 700%. «Yo nos pondría en el campo de ser un poco más escépticos».
El problema es que todo lo relacionado con IA tiene una rentabilidad dudosa, más allá de la facturación efectiva que han logrado los fabricantes de chips o las energéticas. El 95% de las empresas que invierten en inteligencia artificial (IA) no ve ningún rendimiento tangible, según indicaba hace unos días el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Muchos proyectos no llegan a producción, especialmente si se desarrollan internamente, y externalizar a proveedores tiene un 67% de éxito.
Desde el inicio del boom de la IA, las promesas económicas en torno a esta tecnología no han dejado de crecer, aunque parece que ahora este hype empieza a ponerse en duda. «La expectación tecnológica es el resultado de una doble especulación: una financiera, destinada a multiplicar los rendimientos de las inversiones en empresas arriesgadas; y una social, según la cual las empresas llaman la atención prometiendo, a través de la tecnología, avances disruptivos que crearán oportunidades sociales sin precedentes», explica Andreu Belsunces, investigador del Área de Tecnopolítica del grupo Communication Networks and Social Change de la UOC.
El exceso de valoración sobre los beneficios esperados ahora mismo no solo es cosa de Oracle. Palantir, el contratista del Pentágono y el FBI, se paga a 215 veces su beneficio y Tesla a 183 veces. «El problema no es que Oracle consiga la cifra de negocio prometida, si no qué pasa con el cliente final: ¿obtendrá el beneficio tan rápido como supone el mercado?», señala Sameer Bhasin, principal en Value Point Capital. Y el cliente final es OpenAI y hay dudas si logrará sacar rédito a la inversión de 300.000 millones de dólares. «En la era puntocom, cada vez que alguien ponía fibra en el suelo, la acción subía, pero no se daban cuenta de que la rentabilidad del cliente final era negativa», incide.
Hace tres décadas, durante la formación de la burbuja de las puntocom, sólo una de ‘las siete magníficas’ actuales ya tenía un hueco entre las empresas más importantes del sector tecnológico. Microsoft ya era una empresa consolidada, a diferencia de Apple, que capitalizaba apenas 5.000 millones en 1995, y del resto de titanes de la industria: Facebook salió a bolsa en 2012; Amazon era una empresa irrelevante en el sector cuando empezó a cotizar en 1997; Netflix era un pequeño videoclub por correo; la todopoderosa Google saldría a bolsa en 2004, y Tesla, fundada en 2003, ni siquiera existía todavía.
Muchos de los titanes de esa época cayeron y nada más se supo de ellas. Yahoo!, Nortel o EMC pasaron a mejor vida, pero hay viejos rockeros que sobrevivieron a las puntocom. IBM ya estaban en los 2000. IBM era líder mundial en el mercado de los dispositivos electrónicos, especialmente centrada en la venta de ordenadores personales (PC). Sufrió como todas las compañías tecnológicas en ese momento, pero ni se acercó a la quiebra. IBM se ha convertido en un líder de servicios empresariales, intentando hacerse hueco en la IA, y en bolsa acumula una subida del 20%. El PER de IBM llegó hace tres meses a las 28 veces, tocando los niveles de la burbuja puntocom.
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