Concita Morante de la Puebla el entusiasmo de los aficionados, al que consideran un torero para la historia, distinto a todos sus compañeros. Dará de vez en cuando un mitin, como en el argot taurino se refiere cuando resuelve cortar sus faenas al no tener un enemigo que considera inviable para su concepto de lidia y es cuando recibe descomunales broncas. Pero si desparrama su arte de capa y muleta la reacción del público se traduce en una locura colectiva, corte uno o más trofeos, que es lo de menos a fin de cuentas.

Allí donde se anuncia su presencia en las plazas, se acaba el papel. Lo mismo ocurre con su máximo rival, el peruano Roca Rey. ¿Quién cobra más de los dos? Respuesta difícil de responder. Un matador del grupo A especial percibe por corrida, exactamente, 23.239 euros. Roca Rey, si no nos falla nuestra investigación, se embolsó en su última comparecencia en Las Ventas, por festejo, 400.000 euros. En la misma plaza o en otra de igual categoría, como la Maestranza, Morante podría haberse llevado un mínimo de 200.000 euros. Desde que cortara un rabo en Sevilla y luego triunfara en el último San Isidro madrileño, su cotización ha subido. Lo que no sabemos (es un asunto que las figuras ocultan a la prensa) es si Morante cobra lo mismo que Roca Rey. El incidente en El Puerto de Santa María, cuando el peruano le dedicó una frase sarcástica, no ha hecho sino acentuar más el distanciamiento de ambos.

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Morante de la Puebla en esRadio

¿Quién le puso el sobrenombre y desde cuándo?

José Antonio Morante Camacho cumple cuarenta y seis años el próximo 2 de octubre, natural de La Puebla del Río (Sevilla). Cuando comenzó su carrera taurina, mediados los años 90 del pasado siglo, aún no aparecía en los carteles usando el sobrenombre con el que se le conoce. Fue su primer apoderado, el padre del matador de toros Emilio Muñoz, Leonardo, quien se lo sugirió, cuando iba a debutar con caballos, aunque sólo utilizando la mitad de nombre de su pueblo natal; esto es, detrás de su apellido, Morante, «de la Puebla». Ha llevado con orgullo ese apelativo y es lógico que allí sea considerado un paisano muy querido. Ha contribuido a muchas obras benéficas locales.

Con los millones ganados en los toros, Morante, bien aconsejado, ha invertido entre otras propiedades inmobiliarias en dos fincas, una llamada «Malvaloca», y otra «La Huerta de San Antonio», ésta en las inmediaciones de su pueblo, que dispone de placita de toros, campo de fútbol y restaurante, de mil trescientas hectáreas; en cuanto a la citada en primer lugar está situada entre Utrera, Cabezas de San Juan y Villamartín. Hace tiempo que Morante adquirió una manada que era propiedad del rejoneador y ganadero Fermín Bohórquez, reses procedentes de Pérez de la Concha.

Las razones de estar ausente mucho tiempo de su pueblo

Descontando las tardes que viaja por toda España para cumplir con sus compromisos taurinos, desde hace dos años decidió radicarse en Portugal, en un lugar conocido como Marinha Grande, donde ha intensificado más su presencia. ¿Qué le ha llevado allí al torero sevillano para ausentarse desde hace meses de La Puebla del Río? Que allí viene recibiendo tratamiento psiquiátrico por su enfermedad. Morante padece un trastorno disociativo y cuadro depresivo complejo, que cuando hace años se le detectó, marchó a los Estados Unidos en busca de remedio. Al no sentirse mejor fue cuando encontró en tierras portuguesas el remedio que buscaba. Y llegó hasta una clínica, aconsejado por quien desde entonces se convirtió en su apoderado, de nacionalidad lusa.

Uno se pregunta cómo procede José Antonio para mantener su vida familiar compartiéndola con sus contratos y su residencia portuguesa, lejos de La Puebla del Río. Las mujeres de los toreros conocen de sobra el sacrificio que han de soportar por la dura y arriesgada profesión de sus parejas. No fue ajeno Morante a esa circunstancia y su primer matrimonio apenas duró tres años. Con Cynthia Antúnez, celebrado en 2005. Fue un acontecimiento en La Puebla, en el que participaron centenares de paisanos del diestro, quien con la novia hizo un paseíllo en calesa. Dos años después les nació su único hijo, llamado igual que el padre. Éste, aunque parecía siendo adolescente que podía interesarse por los toros, prefirió el fútbol. Pertenece a la plantilla del Betis, al segundo equipo del club verdiblanco. Es delantero y fue internacional con la selección española sub-18. Su padre está muy orgulloso de él, pues Morante alterna su pasión bética con la madridista. Se da la circunstancia que el ahora ídolo del toreo perteneció en su primera juventud a un club de aficionados, el CD Cantarranas. Tenía empuje en el campo, podía haber triunfado marcando goles, mas prefirió el arte del toreo. Es de todas formas muy aficionado como espectador bético o en el Santiago Bernabéu, afición compartida con el boxeo, las peleas de gallos y la posesión de varios perros.

Su doble actuación el próximo 12 de octubre en Las Ventas

Luego del fracaso de su primera unión matrimonial, ruptura en la que posiblemente tuvo mucho que ver la enfermedad mental que empezó a acusar ya entonces Morante, celebró sus segundas nupcias, ya de carácter civil lógicamente, con su paisana Elisabeth Garrido, en 2010, en Alcalá de Guadaíra, en la más completa intimidad. Los íntimos de la pareja advirtieron que la novia estaba embarazada de tres meses, como pudo comprobarse al ser madre. Son padres de dos niñas, Lola y María. Ni en su primera boda ni en esta otra quiso aparecer en las revistas del corazón. Se publicaron imágenes en algunas revistas en contra de su deseo. Le confesaría a Jesús Quintero: «No me gusta que mi vida la sepa nadie«.

Fuera del ruedo, estuvo muy interesado por las subastas de objetos taurinos que pertenecieron a Joselito el Gallo. Se hizo con la montera del de Gelves, una mesa de despacho y otros enseres. Obsérvese que en varias de las suertes que ejerce en la plaza, trata de emular faenas de matadores del pasado, ya sea el mentado, o Juan Belmonte, Domingo Ortega… Llegó a encargarse un terno de luces basándose en el que lució el actor Rodolfo Valentino en una película de cine mudo de los años 20, «Sangre y arena».

Esa inclinación por algunos aspectos del pasado contrasta con su nula atención por las redes sociales, pues no ha querido servirse ni de Instagram ni de Facebook.

No puede decirse que haga tampoco vida social. Si no torea, está en el campo. Contadas ya sus aficiones, no acude a fiestas a no ser que se vea obligado a recoger algún premio o aceptar un compromiso ineludible.

Espera con ilusión su doble presencia en la Monumental de las Ventas el próximo día 12 de octubre el festival organizado por él pro monumento a Antoñete. Y por la tarde una corrida de toros en la que se corta la coleta el pundonoroso diestro Fernando Robleño. ¡Suerte a Morante de la Puebla, gloria del toreo!