Existe la posibilidad cierta de que ya estemos viviendo en el futuro que lo habrá cambiado todo. Y que los nuevos comportamientos que observamos en la sociedad o en la política sólo sean los primeros síntomas de ese cambio mayor, un futuro en el que nada de lo que hemos conocido será reconocible. Ni las relaciones humanas ni los sistemas democráticos serán iguales porque el entorno será diferente; hasta entonces no se habrá enterrado completamente el siglo XX y se habrá impuesto el nuevo milenio. Cuando, dentro de un siglo, contemplen esta época que nos ha tocado vivir, lo que verán los historiadores será el desconcierto del ser humano en estas tres primeras décadas del siglo XXI. Las sensaciones de una transición entre dos mundos; la incertidumbre, entre la angustia y la expectación, ante la era de la realidad virtual que ya se va imponiendo.

Uno de los mayores expertos en este proceso de cambio es un ingeniero andaluz de Telecomunicación y Electrónica, Antonio Luis Flores Galea, profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en las Universidades Francisco de Vitoria y Villanueva y asesor de la Comisión Europea en inteligencia artificial y otras tecnologías digitales desde 2019. Su último libro, ‘Un mundo virtual’ (Tusquets Editores), lo que plantea es la necesidad de que todos vayamos asimilando ya ese cambio porque, a su juicio, se trata de una revolución completa que avanza de una forma más acelerada de lo que nadie ha podido prever. Y el primer paso de todo es el ‘metaverso’, quizá la puerta de entrada de esa nueva realidad, y ni siquiera sabemos bien de qué se trata.

PREGUNTA.- ¿El ser humano camina hacia un mundo en el que viviremos en el metaverso?

RESPUESTA.- El hombre va a terminar dentro del metaverso y, por lo general, mucho antes de que lo que pensábamos. Y no estoy dándole una opinión, esto es información a partir de los conocimientos técnicos y científicos que tenemos. El metaverso, que es el siguiente paso de internet, nos llevará de este mundo digital en dos dimensiones a un mundo inmersivo, de tres dimensiones. Empezaremos a interactuar con ese mundo virtual, tridimensional, en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, en casa, en las calles, en las ciudades. Podemos pensar en nuestro cuerpo con una envoltura digital que hace de filtro entre la realidad física y nosotros. Algunas personas se sumergirán en ese mundo de una forma más proactiva que otras, como siempre ocurre, pero todos acabaremos dentro del metaverso. Dentro de poco, el mundo actual de las pantallas en el que vivimos se nos va a quedar pequeño por la propia evolución de la tecnología. Un ejemplo sencillo: Pensemos en la señalización actual de las ciudades sobre todo tipo de información, desde el tráfico hasta la ubicación del aeropuerto y los hospitales. Pues bien, dentro de poco será mucho más barato y efectivo que esas señales de acero que ocupan las aceras sean señales virtuales, digitales, que se le generen a cada uno de nosotros conforme vayamos necesitándolas.

Antonio L. Flores: “El hombre va a terminar dentro del metaverso, que es el siguiente paso de internet”. (P. P.)

P.- Y esto último es lo que responde a la duda de si la entrada en esa vida de metaverso será voluntaria, ya que todos acabaremos en esa normalidad como los ha ocurrido con móviles, redes sociales…

R.- Sí, claro, pero ese proceso se produce por fases, como ya hemos comprobado con otros saltos tecnológicos muy disruptivos. Siempre, al final, se produce una incursión social masiva, impulsada incluso por las administraciones. Acuérdese, por ejemplo, de lo que ocurrió en la pandemia y el salto que supuso en el uso de muchas aplicaciones del móvil. De pronto, las citas y las gestiones en los bancos, en los hospitales o en la administración se empiezan a resolver con el teléfono, sin presencia física. Eso mismo ocurrirá con el metaverso.

P.- Lo que es inevitable, y encierra una gran injusticia, es que hay generaciones que se van quedando atrás, como los nativos analógicos cuando se impusieron los nativos digitales.

R.- Ya estamos, de hecho, en el siguiente paso, cuando los nativos virtuales superen a los digitales. Será gente que tome como algo natural, habitual, que las mascotas sean virtuales. Y en vez de tener un perro físico, al que hay que sacar a hacer sus necesidades o que hay que llevar al veterinario, pues tendrá un perro virtual que se comportará exactamente igual, pero sin que coja enfermedades ni tener que sacarlo a la calle en pleno invierno, cuando llueve y hace frío. El gran reto como sociedad se deriva, precisamente de ahí, de poder elegir entre un mundo virtual, que adaptamos a nuestras necesidades y apetencias, y el mundo físico, que también conlleva problemas. Otro ejemplo que nos puede servir: la propia configuración de las casas también cambiará. El salón que conocemos, con el sofá frente a un televisor cada vez más grande, se irá perdiendo ante una sala en la que entraremos para sumergirnos en el mundo virtual. Imagínese que llegas a casa y, en vez de sentarte a ver la tele, decides irte a una discoteca, a un concierto de tu artista favorito o a una playa. Y en todos esos lugares virtuales a los que vayas, podrás ver, oír y respirar el ambiente como si estuvieras allí físicamente. En los próximos dos o tres años, ya comenzaremos a ver cómo van sumándose a nuestras vidas nuevos dispositivos tecnológicos y, a partir de la ampliación del ancho de banda que aportará el 6G y sucesivos, el metaverso se irá imponiendo.

P.- ¿Qué será lo más inmediato?

R.- El desarrollo de las gafas, a partir del nuevo modelo que ya ha desarrollado Apple y que presentará este otoño. En ese mundo, lo que más está interesando, aplicando la Inteligencia Artificial, es el desarrollo de dispositivos que puedan adelantar lo que estamos pensando. En nuestra actividad cotidiana, en cualquier aspecto que podamos pensar, vamos mirando hacia un lado o hacia otro y son las gafas las que nos adelantarán qué queremos, o qué puede satisfacernos, porque ya saben cuál ha sido nuestra decisión en momentos similares. Aunque no seamos conscientes de que cuando se mueven nuestros ojos estamos proporcionando información, la Inteligencia Artificial va a ser capaz de predecir qué estamos pensando, qué estamos buscando y qué vamos a querer hacer después. Piense en la eficacia de esa aplicación en unos grandes almacenes, que es fácil de imaginar, pero extiéndalo a la prevención de accidentes mientras se conduce o al trabajo de la Policía buscando sospechosos entre la multitud tras un partido de fútbol, por ejemplo.

Libros de Antonio L. Flores Galea publicados con la editorial Tusquets, junto a otros de autores como Schrödinger. (P. P.)

P.- ¿Tiene sentido, desde ese punto de vista de la evolución tecnológica, que se prohíba el uso individual de pantallas (tabletas, portátiles, móviles) en las aulas de Educación Infantil y Primaria?

R.- Está demostrado que la tecnología digital genera cada vez más adicción y, con el metaverso, todavía más. La tecnología es una droga, y ahora con la IA más, aunque todavía no está reconocida formalmente como tal, porque existen multitud de intereses, igual que pasó en su día con el tabaco y el alcohol. Por lo tanto, creo que es importante limitar la exposición de los menores, especialmente en edades tempranas, y que toda la población se conciencie de este hecho. Lógicamente, la sociedad va a evolucionar adoptando el metaverso y las tecnologías digitales, que aportan grandes beneficios, pero hacerlo de forma descontrolada y sin los cuidados oportunos puede traer graves consecuencias. Prohibir nunca suele dar buen resultado, porque genera rechazo y oposición, que puede terminar en el extremo opuesto. Hacer a la gente consciente de que debe moderar ciertos hábitos y comportamientos sí suele beneficiar a todos y generar un entorno social más saludable.

P.- Mencionaba antes el impacto de todo esto en la gente… Uno piensa en el cambio de mentalidad de la sociedad actual con la de, por ejemplo, hace doscientos años, o incluso menos, y el vértigo es inevitable cuando lo trasladamos a un mundo en el que la realidad se confunda con lo virtual.

R.- Si la previsión es que el metaverso enganche mucho más que las redes sociales, los problemas psiquiátricos y psicológicos también se multiplicarán con respecto a los que ya conocemos vinculados a la tecnología actual. Piense en lo que le decía antes, la habitación virtual en la que, con tu avatar, puedes trasladarte a una playa y ver, oír y sentir lo mismo que estando junto al mar. Y allí quedas a hablar con amigos de todo el mundo o con un familiar lejano. Acabaremos viviendo veinticuatro horas en el metaverso y, cuando eso suceda, no sabremos distinguir entre la realidad física y la virtual. El ser humano tiende a la comodidad y es muy probable que, cuando tengamos esa opción, mucha gente prefiera el encuentro virtual con los amigos, con los familiares o en el trabajo, si es posible. En el metaverso, se puede cambiar, además, la apariencia física y uno decide cómo quiere ser, alto, delgado, joven, rubio de ojos verdes… El avatar que cada cual elija y que tendrá la apariencia de una persona física, no de dibujos animados, que es lo que se imaginan muchos ahora.

P.- ¿Y estamos muy lejos de eso? Quiero decir que, si hace veinticinco años, no más tiempo, nos hubieran dicho que estaba a la vuelta de la esquina la posibilidad de hacer una video conferencia familiar con parientes y amigos de todos los continentes, y asequible para todos los bolsillos. Y resulta que esa realidad es la que ya se está quedando atrás…

R.- El desarrollo tecnológico siempre es exponencial y si las videoconferencias han tardado 25 años, podemos estar seguros de que en diez años se habrá generalizado el uso del avatar. Para que nos hagamos una idea, nos encontramos en la prehistoria de la Inteligencia Artificial. Lo que cabe esperar, a partir de cinco o seis años, es un desarrollo acelerado de todas las nuevas tecnologías vinculadas al metaverso. Y vuelvo a lo que me preguntaba antes sobre la sociedad. Lo más preocupante es la incidencia que pueda tener en la soledad, que ya es un problema importante. Cada vez estamos en una sociedad más conectada digitalmente y más desconectada física y anímicamente, y el metaverso lo que va a facilitar es que haya personas que vivan completamente aisladas del ser humano físico. En ese universo virtual en el que todo es posible, también los delitos pueden multiplicarse y no siempre se podrán controlar, igual que las nuevas adicciones que se generarán. Una persona puede decidir que vuela y otra que es un kingkong de quince metros de alto. A ver cómo se solventa eso en términos de salud mental en una realidad en la que, como decía, no hay fronteras entre el mundo físico y el virtual.

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P.- Pensaba, al oírle, que otra de las cosas que pueden cambiar completamente es el concepto de la muerte. Es decir, ya en la actualidad, con la enorme cantidad de información que hay de cada uno de nosotros en los teléfonos móviles, la Inteligencia Artificial puede suplir la pérdida de un ser querido. Cuando se le pueda adjudicar un avatar que hable, piense y se exprese como la persona que ha muerto…

R.- Efectivamente, eso ya está ocurriendo. Yo conozco a personas que con fotos, audios y vídeos de sus padres fallecidos han generado, a través de Inteligencia Artificial, una especie de chat en el que interactúan y sus padres reaccionan tal y como lo hacían. Eso ya está ocurriendo, usando herramientas que conocemos como el ChatGPT, con lo que cuando vivamos gran parte de nuestro tiempo en el metaverso podremos, además, verlos y abrazarlos. Pero no hace falta que la persona que recreamos sea alguien fallecido, también puede ser una expareja que nos ha dejado. Es posible que se llegue a una realidad en la que interactuemos más con ‘personajes falsos’, por así llamarlos, que con personas reales. Y no podremos diferenciarlos. Le he dedicado un capítulo del libro: ‘viviendo entre los muertos’.

Antonio L. Flores: “Cuando las generaciones más jóvenes comienzan a dudar de que el Estado democrático les resulte útil, que habría modelos mejores que resuelvan sus problemas, podemos sospechar que ya hay un cambio global en marcha”. (P. P.)

P.- También anticipa usted, en este terreno, que dentro de poco se podrá ‘copiar’ el cerebro y que, entonces, descubriremos si hay algo más en el ser humano. Imagino que se refiere al alma, Si es así, el ser humano estará respondiendo entonces la pregunta que más le ha atormentado desde que existe: si hay vida después de la vida.

R.- El cerebro no deja de ser un órgano, compuesto de células y de interconexiones. Ya hay algunos proyectos en fase experimental para copiar el cerebro neurona a neurona, célula a célula. Lo que se ha conseguido hasta ahora ha sido copiar láminas del cerebro, como ‘fotocopiar’, para que nos entendamos. Quedan muchos pasos, evidentemente, entre otras cosas, hacerlo con cerebros vivos. Eso es lo que me lleva a pensar que será entonces cuando sepamos si el alma, el espíritu, de una persona se contiene en el cerebro o no, porque sabemos, y sabremos muchísimo más, sobre cómo está compuesto el cerebro humano, pero no cómo funciona y qué abarca. Cuando copiemos un cerebro, es cuando sabremos si, al mismo tiempo, estamos copiando a una persona. Es evidente que todo eso nos lleva a cuestiones más trascendentales como las que plantea, de si la ciencia va a destruir las religiones, si acabará con la fe o con la espiritualidad. Hasta ahora, no ha sido así: la ciencia ha avanzado y, con cada descubrimiento, siempre han surgido más preguntas que respuestas. Y no son precisamente pocos los científicos que, cuanto más investigan, más religiosos y espirituales se vuelven.

P.- Hace unas semanas, pasó desapercibida una noticia que parecía un suceso más. El obispo auxiliar de Sevilla llamó a hermandades y conventos para pedirles una donación urgente de mil euros. Como era su voz, nadie sospechó que se trataba de una estafa creada con Inteligencia Artificial. Lo que me aterra es el resultado exponencial de todo esto, porque se llegará a no poder confiar en nadie en el mundo virtual del metaverso.

R.- Sí, esto va a ir a más. Y no solamente de voz, sino también con imagen, de forma que puede estar usted hablando con la imagen falsa de su hijo, de su jefe, de sus amigos… La vista es el sentido que más nos puede engañar, porque es en el que más confiamos, y ese es el peligro que encierra. Con el metaverso, como usted dice, se multiplicará lo que ya está ocurriendo. La derivada que menos me gusta es que, de forma paralela, cada vez desconfiaremos más de todo, incluidas las personas más cercanas. Y como cada vez volcamos más datos personales en nuestros dispositivos, piense, por ejemplo, que su hijo se va a México y le llaman diciendo que lo han secuestrado. Su mismo hijo se lo dice aterrado, y resulta que todo es falso. Pero ¿y si resulta que es cierto? Espero que los nativos virtuales estén más preparados para ese mundo que ahora nos parece tan inquietante.

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P.- Pues trasládelo ahora a la política y a las democracias. Si ya las ‘fake news’ nos han instalado en la polarización, porque ha dejado de tener valor el concepto mismo de verdad, con el metaverso todo esto puede desaparecer.

R.- Mi opinión es que vamos hacia un cambio de modelo global. Las democracias parlamentarias ya han empezado a decaer como régimen, y eso lo percibo con claridad en mis alumnos de la Universidad. La cuestionan y se inclinan por sistemas de gobierno más efectivos, más parecidos en la gestión a las grandes corporaciones que muchas veces tienen una facturación mayor que el PIB de muchos países. Y, por tanto, más poder. Cuando las generaciones más jóvenes comienzan a dudar de que el Estado democrático les resulte útil, que habría modelos mejores que resuelvan sus problemas, podemos sospechar que ya hay un cambio global en marcha. Sucede, además, que la propia clase política parece empeñada en su propio desprestigio, con lo que está contribuyendo también a la desconsideración de la democracia como sistema. Esa es una espiral arrolladora que acabará desembocando en el metaverso que, como tal, exigirá un gobierno global, porque en el espacio virtual no hay fronteras. En ese mundo nuevo, las democracias y las elecciones no serán más que una ‘estructura monigote’ fácilmente manipulable. Llegará, entonces, alguien por arriba, y piense en las grandes multinacionales del metaverso, que se impondrá, porque el mundo actual habrá pasado a ser un mundo fallido, como los estados fallidos que conocemos hoy. Eso puede llegar a pasar. No creo que suceda en el corto plazo, pero tampoco tardará mucho, teniendo en cuenta los cambios de mentalidad que ya estamos viendo.