Arquitecta, editora y actual decana de la Graduate School of Design de Harvard, Sarah Whiting lleva más de dos décadas influyendo en el debate sobre cómo pensamos y habitamos el espacio. Su discurso no se queda en la forma, ni siquiera en el objeto arquitectónico. Ella aborda la arquitectura como una práctica transversal, capaz de dialogar con la política, la economía, la tecnología o la vida cotidiana. En una reciente entrevista con el arquitecto Lluís Ortega, reflexiona sobre el papel de la pedagogía en la disciplina y sobre el reto más urgente de nuestras ciudades: recuperar el poder de los espacios públicos más allá del ocio y el consumo.

Sarah Whiting y una arquitectura que lo abarca todo

“Creo que la arquitectura es, por naturaleza, una práctica generalista”, asegura Whiting. Fue precisamente esa amplitud lo que la llevó a la disciplina, donde conviven sociología, política, economía, tecnología y diseño. Para ella, reducir el diseño a un objeto estático y de lujo es un error: “El diseño es todo. Sí, una silla o un reloj lo son, pero también lo es el metro, tu calendario o las barandillas que evitan que caigas de un tejado”.

Esta concepción amplia se refleja en su trayectoria: como editora, como directora de una escuela y como arquitecta. Tres ámbitos distintos que, en sus palabras, funcionan de manera muy similar. Tres formas de construcción que comparten una misma intención: activar un diálogo constante entre la disciplina y la sociedad.

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El reto de los espacios públicos Plaza Enric Granados Barcelona

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Whiting lo resume con claridad: “El error que estamos cometiendo en todo el mundo con los espacios públicos es confiar en la oferta comercial para mantenerlos vivos”. Para ella, el éxito no depende de tiendas o cafeterías, sino de cómo se diseña el propio espacio. La luz, la vegetación, un banco bien colocado o un respiro dentro del tejido urbano son los elementos que convierten una plaza en un lugar de encuentro.

Los espacios públicos, explica, son los escenarios donde ocurren las casualidades, donde podemos cruzarnos con desconocidos sin cita previa. Por eso, insiste en que no deben pensarse solo desde lo local o lo global, sino desde un equilibrio que reconozca la diversidad de quienes habitan y visitan la ciudad.

Pedagogía del encuentro Universidad de Cambridge, Reino Unido

“Lo que hacemos es crear espacios donde las personas puedan encontrarse”, explica. Y no habla solo de plazas o parques, sino también de las aulas. En la universidad, Whiting defiende dar a los estudiantes un tiempo de experimentación: “Estudiar arquitectura es un lujo. Es el momento en el que puedes expandir tu mente, probar ideas y descubrir qué es lo que realmente te mueve”.

Ese enfoque implica enseñar a priorizar. Si el diseño lo es todo, el reto del futuro arquitecto está en elegir qué parte de ese “todo” merece su energía. La pedagogía, para Whiting, no consiste en acumular datos, sino en aprender a leer la ciudad y a detectar lo urgente.

Una disciplina en un cruce decisivo Biblioteca degli Alberi, jardín que conecta la ciudad y aúna un campus cultural 20170227 Miguel Mila Salva Lopez Portada Web x1000

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El discurso arquitectónico vive un momento de dispersión, marcado por el exceso de información y la fragmentación. Para Whiting, es tiempo de volver a lo esencial: vivienda, clima, espacio público. Cuestiones que atraviesan la vida de todos y que, bien abordadas, pueden devolver a la arquitectura su capacidad de transformar lo cotidiano.

La invitación es clara: dejar de depender del consumo como motor de los espacios y apostar por un diseño capaz de generar comunidad. Porque, como recuerda Whiting, “la arquitectura es todo lo que nos rodea”. Y si todo está diseñado, entonces también todo puede ser repensado.