Una tarde y una feria más, la atmósfera de la Plaza de Toros de Riaza, que se mueve entre la exigencia del público y la línea torista en la elección de los hierros ganadores, ensombreció la puesta en escena de tres diestros del abanico de las corridas duras. En esta ocasión, fue a través de un ‘desafío ganadero’ con tres ejemplares de Conde de la Corte, voluminosos de pitones y de escaso contenido, y otros tres de Raso de Portillo, más a modo y con ciertas opciones, que terminó con poca rivalidad y, a falta del nulo rédito estadístico, dejó tres vistosas suertes de varas -las tres primeras-. El torero mejor parado fue Damián Castaño, que regresó al coso riazano pese a resultar cogido hace una semana con una destacada faena en la que dejó tres tandas de mucho mérito, después simplificar su primer trasteo. Juan de Castilla no pasó de voluntarioso, en cierta medida por arrastrar dolencias todavía de la cornada que sufrió a principios de septiembre. Por su parte, Gómez del Pilar vivió una tarde de clima hostil, con un sector del público; y es que la historia viene de su anterior paseíllo en la villa -en 2022- cuando su actuación provocó el cabreo de varias peñas. Una venganza estudiada.
La lluvia tomó parte cinco minutos antes de la hora prevista en forma de déjà vu como el sábado de fiestas del año pasado. No obstante, pronto menguó y el paseíllo rompió diez minutos después. El desafío comenzó con un toro bragado de Conde de la Corte, fuerte, hondo y abierto de cuerna, que recibió dos puyazos con fundamento. Sin embargo, presentó dos cornadas en los cuartos traseros -posiblemente de las labores de enchiqueramiento junto con sus hermanos-. Una de ellas se hizo muy evidente tras el paso por varas, al salírsele las tripas. La negligencia veterinaria se vio traducida en quejas por parte del público. La indecisión inundó a Castaño y optó por abreviar ante el griterío, pese a que el astado no presentó mala condición.
Damián Castaño, con un toro de Raso de Portillo en Riaza. / A.M.
Más Santa Coloma fue el segundo de Raso de Portillo -cuarto de la tarde-, que echó la cara arriba con fiereza en el peto del jaco. Saludó en banderillas Rubén Sánchez, tras parear con mucho criterio. En la muleta, el astado tuvo transmisión y Castaño se entregó con él, pegando tres tandas de altas cotas. Aunque al principio se quedaba un tanto corto y probaba al torero, resultó un buen ejemplar, en una actuación muy firme del diestro. No lo redondeó con la espada, pese a no dejar de intentarlo con ortodoxia; dejando grata sensación.
Gómez del Pilar, con un toro de Conde de la Corte en Riaza. / A.M.
CLIMA HOSTIL
Imponente de presencia fue el segundo del festejo, del hierro de Conde de la Corte. Un ejemplar que llamó la atención por su seriedad, musculatura y su veleta conformación de pitones, con un metro entre cada cuerno. De plaza de primera. Protagonizó un gran tercio de varas y, en la muleta, la fijeza y acometividad que se le atisbó se quedó a medio ver con un Gómez del Pilar que al principio se puso pero luego se percató del peligro y su apuesta fue la de no batallar.
El segundo de su lote fue un astado abanto, que no atendió a los capotes. Derribó al picador y protagonizó un esperpéntico tercio de varas, que por lo menos sirvió para que mejorara su condición. Embistió despacio, y Gómez del Pilar dejó pasajes notables, con sutilidad en los toques, entre un ambiente hostil en los tendidos. No faltaron desplantes con descaro del espada ante las continuas reclamaciones de un sector de los tendidos, que rozaron la provocación. Pese a cobrar un espadazo, el toro no cayó, y salió a recoger una ovación entre aplausos y gritos y divisiones. Desestimó una vuelta al ruedo, a pesar de que hubo petición de oreja.
Pase de pecho del colombiano Juan de Castilla a un toro de Raso de Portillo. / A.M.
Bajó en presentación el primero de Raso de Portillo que salió al anillo riazano en comparación con el otro hierro. Más a modo y astifino. Apretó en el caballo y continuó embistiendo con brío en los engaños, aunque reponía cuando se le exigía. De Castilla comenzó con disposición el turno de muleta, pero en cuanto vio peligro optó por coger el acero, con el astado aún sin exprimir. Sin torear.
Cerró la tarde un toro aparatoso de pitones, que presentó dolencias en la pata izquierda. Un zambombo, que resultó manso con acritud. Despegado De Castilla, apenas hubo lucimiento. La feria riazana colocó el broche, sin ninguna oreja cortada en los dos festejos de corte torista celebrados. La alargada sombra de la atmósfera de Riaza.
Ficha
Plaza de Toros de Riaza. Sexto festejo de feria. Corrida de toros en formato ‘desafío ganadero’. Tres toros de Conde de la Corte (primero, segundo y sexto); voluminosos de pitones; y tres de Raso de Portillo, desiguales de presentación.
Damián Castaño, silencio y silencio.
Gomez del Pilar, silencio y ovación.
Juan de Castilla, silencio y silencio.
Se desmonteró Rubén Sánchez tras parear al cuarto.