Sábado, 20 de septiembre 2025, 18:22
Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) ha participado en la sección oficial de San Sebastián nada menos que en siete ocasiones. El autor de ‘7 vírgenes’, ‘La isla mínima’ y ‘El hombre de las mil caras’ regresa este año con ‘Los Tigres’, historia de amor fraternal y thriller submarino por el mismo precio. Sus protagonistas son una pareja de hermanos, encarnados por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, buzos industriales en la costa de Huelva. Un alijo de cocaína adherido al casco de un buque será su perdición.
‘Los Tigres’, el apodo con el que se conoce a la familia, devuelve a uno de los narradores más dotados del cine español, que no renuncia a los apuntes sociales en una segunda capa de esta cinta absorbente que podría otorgarle, por fin, la Concha de Oro y que llega a las salas el 31 de octubre. Asimismo, Alberto Rodríguez estrena en el Zinemaldia la serie que adapta ‘Anatomía de un instante’, el ensayo de Javier Cercas sobre el 23-F. Ningún otro director ha abordado desde tantos flancos la Transición como el autor de ‘Modelo 77’.
–¿Cree que el mar atraviesa la identidad de la gente que vive junto a él?
–Sí. Sobre todo a este colectivo de los buzos profesionales, que están hechos de una pasta especial. Son una gente distinta. Cada vez que se meten al agua exponen su vida, el accidente siempre es posible y ocurre a menudo.
–Son currelas, solo que en vez de en un andamio están en el fondo del mar. Nada que ver con Cousteau y los documentales de La 2.
–Son una mezcla de astronautas y fontaneros. Llevan mucha tecnología, como una cámara en el casco, e intercomunicadores. Mucha disciplina. Pero, por ejemplo, abren una válvula dándole golpes con una maza, imagínate la fuerza que hay que tener para vencer la resistencia del agua. Cortan hormigón con una lanza térmica, soldan…
–¿Cómo es esa zona de la Petroquímica de Huelva?
–En Huelva había un polo químico enorme que por suerte se ha ido desmantelando poco a poco. Queda la Petroquímica y una nueva instalación para hidrógeno y cosas así. Es una ciudad muy dependiente de esta fábrica, siempre ha sido así. En su momento se puso en marcha el progreso ligado a una industria cuyas empresas supongo que ahora estén en otros países.
–¿Y el narco también es importante en la zona?
–Antes no lo era, ahora sí. Recuerdo que estaba en un barco en alta mar con Rafael Cobos, el guionista, y pasó un chavalín en una lancha. Rafael quiso tomarle una foto y el capitán nos dijo que bajáramos el móvil. Venía de repostar en el mar. Con tanta presión en el Estrecho, el narco se ha desplazado unos kilómetros. Huelva es una zona ahora con más problemas.
Tráiler de ‘Los Tigres’.
–’Los Tigres’ es un thriller con un componente social en una segunda capa: la crisis, la precariedad laboral, la inmigración…
–Nos interesaba mucho el contexto, pero sobre todo el drama que ocurre entre estos hermanos. Las piezas más grandes de la película tienen que ver con el thriller, pero las piezas pequeñas que mueven todo el engranaje hablan de un hombre que se va equivocando desde que comienza hasta que acaba la película y con su hermana, que está tratando de corregirle. Lo social está en la tripulación, en el entorno, en los africanos que aparecen de repente en la carretera… Si vas allí de vacaciones los verás, escondidos en los pinares. Trabajan en la fresa y siempre van con garrafas de agua. Hacen trabajos que no quieren los locales.
–No muestra el rostro de los narcos, lo que resulta más amenazador.
–Sí. Es más parecido al miedo que vas a sentir si estás en esa circunstancia. El terror que me produciría saber que un narcotraficante ha descubierto que le robo es tal que no debería tener rostro.
–No son habituales las historias de amor entre hermanos.
–Yo tengo una hermana, quizá tenga que ver con eso. El personaje de Bárbara Lennie ha regresado para cuidar de su padre enfermo durante cinco años hasta que ha muerto. No termina de hallarse en el mundo y no tiene habilidades sociales. Si los protagonistas fueran pareja sería otra película.
–¿Es su peli de aventuras?
–El rodaje ya ha sido una aventura. Los productores han sido unos auténticos valientes por dejarnos rodar a ocho millas de la costa. ¿Qué va a pasar? No lo sabemos. Tiene algo de película de aventuras, sí.
Alberto Rodríguez con Antonio de la Torre y Bárbara Lennie en el rodaje.
–¿Y se ha aficionado al buceo en el rodaje?
–No. Compartí piso mucho tiempo con Álex Catalán, director de fotografía que no ha podido trabajar en esta porque estaba haciendo ‘El cautivo’ con Amenábar. Álex es buzo y me llevó al Hierro para sacar el título más ínfimo de buceo. Sumergirte es un auténtico espectáculo, te abre la puerta a un mundo nuevo, por más que lo hayas visto en documentales. Mirar hacia arriba y ver una columna de agua de veinte metros… Es alucinante.
–Le iba a decir que por fin había vuelto al presente en su cine, pero también presenta en este festival la serie ‘Anatomía de un instante’, en la que regresa a la Transición.
–Domingo Corral y José Manuel Lorenzo me proponen adaptar el libro de Cercas, pero yo no quería volver a la Transición, sentía que no queremos hablar más de ello. Pero mientras lo leía veía claramente cómo adaptarlo y tenía la sensación de que Cercas había ordenado la realidad de otra forma. Había cogido la Historia con mayúsculas y había creado una ficción distinta. Tengo un amigo que sostiene que es la mejor novela de Cercas, y es un ensayo. La manera de contarlo es una ficción.
–¿Cree que los jóvenes saben quiénes son Suárez, Carrillo o Gutiérrez Mellado?
–Cercas cuenta en el prólogo que hicieron una encuesta en el Reino Unido preguntando por Churchill y un porcentaje altísimo contestó que era un personaje de ficción. Para mucha gente, Adolfo Suárez es el nombre de un aeropuerto. Han pasado casi cincuenta años. Me apetecía que quedara constancia de un relato que puede servirle a la gente y es importante, porque se van borrando rastros de un pasado terrible.
Eduard Fernández como Santiago Carrillo en la serie ‘Anatomía de un instante’.
–¿La serie nos va a hacer sentir nostalgia de unos políticos con más altura intelectual, mejor oratoria y capacidad de diálogo?
–Sobre todo más capacidad de diálogo. De Suárez se decía que nunca había leído un libro; y un político apuntaba: imagínate dónde habría llegado si lo hubiera leído… Dialogar y sentarse en una mesa, eso debería ser la política, ¿no?
–Ahora no lo es.
– Eso es lo que nos muestran, desconozco lo que será de verdad. Da la sensación de que ahora mismo hay tanto ruido que no se están escuchando entre ellos.
–¿Teme cómo se reciba la serie dependiendo del arco político de cada espectador?
–Tengo la sensación de que es un buen relato. Lo que hemos contado está dentro del libro de Cercas, que ha sido ampliamente aceptado. Por esa senda es raro que alguien se ofenda. Pero si ocurriera estoy preparado. La Historia, por desgracia, está sujeta a susceptibilidades por un lado y por otro.
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