Tener entre manos un libro de Catalina Murillo provoca siempre una sensación de curiosidad alegre y al mismo tiempo de seriedad y expectación, porque la autora conoce su oficio, lo hace de manera fluida y prolija, llevándonos de la mano a mundos profundos con personajes y relatos bien construidos.

En Virutas de un divorcio y lo demás son cuentos, la autora nos muestra nuevamente su gran capacidad narrativa y su sensibilidad frente a la incertidumbre y la fragilidad de las relaciones afectivas.

Las virutas son hojas delgadas que se sacan al labrar la madera con el cepillo u otras herramientas. En este caso, Catalina las saca a través de la escritura y quizá, sin saberlo o inconscientemente, las asocia a la “casa del árbol” de donde deciden sus mujeres-personajes bajar cuando toman la decisión de dejar a su marido, a su hombre. La casa del árbol es una especie de hilo conductor en los relatos para la separación y contienen un simbolismo de gran importancia.  De la casa del árbol se desprenden las virutas que conforman la situación de pareja, un lugar idealizado que luego conduce a lo más profundo del inconsciente a la persona, a la mujer que toma la decisión de bajar de ella. De esa manera, intenta encontrarse a sí misma, llegar a su autoconciencia, su autoimagen y autopercepción para lograr saber cómo se ve en el otro y cómo el otro la ve.

Bajar de la casa del árbol, entonces, más que bajar de un sitio hermoso construido con ilusiones de hogar, significa una decisión difícil, pero necesaria y con mecanismos defensivos que utilizamos en nuestra vida cotidiana.

Catalina Murillo tiene una capacidad extraordinaria de jugar con el lenguaje. Su buen manejo de la palabra nos traslada con ironía y un humor ácido de la tragedia a la comedia. En medio de la tragedia, de lo difícil y doloroso, en la narrativa de Catalina salta el humor, la broma, la imagen risible, que provoca en muchas partes de los cuentos una risotada en quien lee. Esto no es fácil, ni muy común en los escritores contemporáneos.

En el libro, los hombres son como pompas de jabón. Aparecen, se desvanecen y vuelven a aparecer. Entre el “marido”, el “ex” y el “nuevo hombre” se mueven las vivencias e inquietudes sexuales y psicológicas de los personajes. El dinamismo de la narrativa y de los personajes mismos dan pie a una complicidad con aquellas mujeres incapaces de dormir con el mismo hombre toda su vida. El guapo, el inútil, el trabajador, se entremezclan en los recuerdos y vivencias de las mujeres libres de las ataduras por escrito.

Estos cuentos guardan una sabiduría sorprendente acerca de las relaciones de pareja, sus quiebres, alegrías, gozos, altibajos, cansancio, ilusiones, la culpa y los duelos incomprendidos por casi todos. En este sentido, la sensibilidad de la autora nos dirá con la sapiencia mencionada: “No existen malas decisiones, lo importante es decidir, no se queden quietas, no miren atrás, no se duelan, no se culpen, no se arrepientan. ¡Vamos!”.

En los demás cuentos la temática del divorcio cambia, pero se mantiene el interés por la sexualidad, las vidas o vivencias de personajes tan asombrosos como reales. La voz de la autora y el ritmo de la narrativa cambian. La profundización en la psique de los personajes se mantiene y los relatos entretienen, sorprenden e inquietan por la franqueza en tanto liberalidad, el humor intrínseco en ellos y la entereza con que la autora nos los cuenta. Las relaciones vivas que se establecen a través de las imágenes en estos cuentos nos hacen comprender el mundo de muchas mujeres y hombres en el mundo actual y de cómo lidiamos día a día con ellas incluso a través del Wasap, el Facebook y los selfis.

El cuerpo es el lugar de las imágenes, porque es en el cuerpo que la imagen se refleja y en el alma es que las sufrimos y las exorcizamos

Virutas de un divorcio y lo demás son cuentos es un libro irreverente, crítico y bien escrito. Pertenece a una literatura explícita en cuanto a las vivencias sexuales femeninas y en cuanto a cómo estas inciden en los sentimientos de culpa, de dolor, de placer, de ilusión y de decepción, para llegar a la reconciliación con nosotras mismas.