Estamos preparados para lo que nos vamos a encontrar». El vicecapitán del equipo europeo de la Ryder Cup, José María Olazabal, ya sabe lo que … espera a sus jugadores en Nueva York, donde desde el viernes al domingo de la semana que viene se juega uno de los acontecimientos deportivos más seguidos en todo el planeta, con una audiencia estimada en televisión de 600 millones de espectadores. En 2031 se jugará en Camiral (Girona).

Olazabal y los doce jugadores europeos -once repiten de la última victoria en Roma hace dos años- llevan entrenándose en el campo en el que se juega el torneo desde el martes. Lo están haciendo en silencio, una situación muy distinta a la que se van a encontrar desde que se abra el campo a los aficionados a partir del lunes para poder seguir los entrenamientos oficiales y «radicalmente» diferente a cuando ya estén en juego los puntos en la competición. «Desde la designación de Nueva York ya sabíamos lo que nos espera: un público muy muy hostil. Estamos preparados para ello», acepta Olazabal.

Sabe bien lo que dice porque ha jugado la Ryder en suelo americano. «En Boston en 1999 se cruzaron todas las líneas y tuvimos que escuchar de todo», recuerda» y más recientemente, en 2012, capitaneó la victoria inolvidable del ‘milagro de Medinah’, cuando Europa logró lo que nunca había hecho como visitante: remontar cuatro puntos en la última jornada para dar la vuelta al 10-6 y ganar con un 13,5 a 14,5.

Olazabal, participante en siete ediciones de la Ryder, admite que sabedores de lo que les espera «los jugadores llevan tiempo trabajando para afrontar esa situación. Estamos haciendo mucho énfasis en ello. Saben qué va a ocurrir». Se refiere a que es muy posible que el público no respete en silencio los golpes de los jugadores europeos o que en el peor de los casos reciban insultos de un público, el neoyorquino, que «no va a ver golf en algunos casos sino que va a animar a los suyos porque sí bajo la bandera estadounidense. Es un público muy partidista». Anticipándose a esas situaciones, los jugadores de Europa se ha entrenado con auriculares que reproducen gritos e incluso los insutos pueden llegar a oír durante sus partidas.

Europa se presenta en Estados Unidos con el norirlandés Rory McIlroy y Jon Rahm como jugadores más destacados. Lo completan los ingleses Tommy Fleetwood, Justin Rose, Tyrrell Hatton y Matt Fitzpatrick; el escocés Robert MacIntyre; el irlandés Shane Lowry; el noruego Viktor Hovland; el sueco Ludvig Aberg, el danés Rasmus Hojgaard y el austriaco Sepp Straka. «Es un equipo estupendo, un equipazo. Estamos encantados», resume Olazabal. «Son once de los doce que ganaron en Roma. Tienen experiencia en grandes torneos y eso es oro ante el ambiente en contra que encontraremos».

Los doce de Estados Unidos son Scottie Scheffler, Xander Schauffele, J.J. Spaun, Russell Henley, Harris English, Bryson DeChambeau, Justin Thomas, Collin Morikawa, Ben Griffin, Cameron Young, Patrick Cantlay y Sam Burn. Luke Donald repite al frente de Europa tras la victoria en Roma 2023, mientras que Keegan Bradley es el responsable de Estados Unidos en sustitución de Zach Johnson. Las apuestas sitúan a Estados Unidos como favorito, pero hay que jugar. «Individualmente puedes ser extremadamente bueno, pero tienes que hacer más grande a tu equipo. Has de dejar a un lado los egos, abrirte; hablar de tus sentimientos y confiar en tus compañeros para sacar lo mejor de ellos. Es algo diferente a todo lo demás», resume Olazabal para poner en valor la fuerza de Europa como equipo.

«Greenes endiablados»

«Es un campo largo. Nos vamos a encontrar un campo con calles tirando a anchas y un rough liviano, relativamente generoso. Eso sí, los greenes serán endiablados, muy rápidos, donde ellos están en zona de confort, salvo que llueva». Es el resumen que hace Olazabal del campo que les espera, el Black Course de Bethpage, en las afueras de Nueva York, en Long Island, donde un cartel nada más traspasar sus puertas advierte al aficionado: «El recorrido negro es un recorrido extremadamente difícil que sólo recomendamos a los golfistas de alto nivel».

Estados Unidos, como dicta la experiencia de Olazabal, prefiere calles estrellas que permitan el error a sus grandes pegadores como DeChambeau. «Un rough no muy duro que les permita jugar sin mayores problemas. Somos conscientes de que el campo va a estar preparado más a su favor como hacemos nosotros cuando se juega en Europa. En Marco Simone, la última vez en Roma, así lo hicimos y ganamos».

Una grada para 5.000 aficionados, 3.000 de ellos sentados, presidirá la grada del hoyo 1 y 18. El picante lo pondrán los ruidosos aficionados, decibelios que subirán según avance el día, elevados por el consumo de cerveza.

La competición comenzará el viernes 26 con ‘foursomes’ por la mañana (golpe alterno), seguidos de ‘fourball’ por la tarde. El mismo programa se jugará el sábado, antes de que la Ryder Cup concluya con 12 individuales el domingo.

Esta es la tercera Ryder consecutiva que incluye foursomes seguidos de fourball en los dos primeros días. En la tercera jornada los encuentros, también en matchplay, son individuales. Se jugarán 12. Cada partido ganado aporta un punto al equipo que lo consigue. En caso de empate, cada equipo se lleva medio punto. «En la Ryder las dinámicas marcan mucho. Si un equipo coge una racha positiva eso deja tocado al otro. es verdad que ganar fuera es muy difícil, pero vamos convencidos de que lo podemos hacer. Con humildad, pero lo podemos hacer».