El Kremlin había prometido lanzar una nueva alternativa a Eurovisión, un evento internacional que competiría con el veterano festival de la música tras la suspensión de Rusia por su invasión de Ucrania en 2022. Intervisión arrancaba con una enorme proyección virtual de un vaquero que presentaba a la artista estadounidense, un golpe propagandístico contra Occidente en plena guerra. Pero el pinchazo fue estratosférico. Los norteamericanos plantaron dos veces a Rusia y los espectadores se encontraron con un show previsible que en muchos momentos era un clon de sus canales de propaganda. Nada raro, su organización no corría a cargo de nadie del mundo de la televisión, sino de la poderosa Administración Presidencial de Vladímir Putin.
En el evento participaban 23 artistas invitados por el Kremlin, la mayoría de naciones amigas como las repúblicas de Asia Central, China, Serbia, Venezuela, Cuba, Brasil e India, entre otras. Moscú no facilitó el criterio para la elección de los artistas.
“Por razones ajenas a los organizadores y a la delegación estadounidense, y debido a una presión política sin precedentes del Gobierno australiano, la cantante Vassy [ciudadana estadounidense y australiana] no podrá actuar en la final del concurso”, decía el mensaje que los organizadores publicaron con el concurso ya en marcha.
El cantante Brandon Howard había sido invitado en un primer momento para representar a Estados Unidos, pero el artista se retiró “por motivos familiares” tres días antes de celebrarse el evento y fue reemplazado a última hora por la cantante australiana Vassy.
Los participantes en el concurso ruso.Alexander Zemlianichenko (AP)
El escándalo no acabó aquí. Rusia ha declarado lo que denomina “el movimiento internacional LGBT” como una “organización extremista”, por lo que es punible con la cárcel cualquier manifestación pública homosexual. Tras la nominación de Vassy, los medios rusos descubrieron que alguien había borrado de la Wikipedia que la artista fue embajadora de la Campaña NOH8, una ONG dedicada a promover el derecho al matrimonio LGBTQ+.
Y a estas bajas se sumó también la del productor estadounidense Araz Mamet, que también se borró misteriosamente como miembro del jurado al mismo tiempo que su colaborador Brandon Howard. Su sustituto fue el exvocalista de Deep Purple Joe Lynn Turner.
Un programa diseñado desde el Kremlin
Intervisión era un producto excesivamente ruso y esto mismo podía lastrar su proyección internacional frente a Eurovisión. En una supuesta improvisación que pareció totalmente preparada por los organizadores, el cantante ruso, Yaroslav Drónov, conocido como Shamán, se apartó de la votación. La cantante vietnamita Duc Phuc ganó concurso.
“Les pido a los estimados miembros del jurado que no califiquen mi actuación de hoy. Represento a Rusia, y Rusia ya ha ganado al tenerlos a todos aquí con nosotros”, proclamó Shamán al acabar su canción. Después pronunciaría su grito de guerra habitual: “¡Yo soy ruso!»
Era tan evidente que detrás del programa estaba la Administración Presidencial de Putin, que el primer invitado en ser entrevistado fue el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, para dar un discurso sobre los BRICS.
Vladímir Putin abrió antes el festival con un vídeo grabado. Con gesto serio, el mandatario habló de que “las naciones tienen derecho a preservar su identidad y a desarrollarse libremente” mientras su intento de someter definitivamente a Ucrania se prolonga ya más de tres años y medio. “El respeto por los valores tradicionales es la idea fundamental del concurso”, agregó el mandatario de un país en el que está prohibido apoyar en público a los homosexuales.
El Kremlin no dejó ningún detalle al azar durante la retransmisión. “¡Rusia! ¡Rusia! ¡Rusia!”, coreaba el público al unísono al arrancar el concurso. En las gradas las únicas banderas visibles eran rusas o del banco BTV, y ningún atisbo homosexual asomaba a pantalla.
El vietnamita Duc Phuc, ganador del evento.Alexander Zemlianichenko (AP)
“Soy ruso, mi sangre es de mi padre/ Soy ruso y tengo suerte / Soy ruso para molestia de todo el mundo”, cantaban unas jóvenes rubia con la bandera rusa pintada en brazos y ropa en la principal televisión de la propaganda, Pervy Kanal.
Estos versos pertenecen a una canción de Shamán. Un artista elevado al cielo por la Administración Presidencial de Putin y que al principio de la guerra fue criticado por grabar un videoclip en la Plaza Roja vistiendo una estética peligrosamente parecida a los atuendos del Tercer Reich.
Esta misma semana, la reina del pop ruso Alla Pugacheva, hoy en el exilio por sus críticas a la guerra, mostró su tristeza por el giro dado por Shamán. “Me duele ver esto, pero el dinero triunfó sobre la bondad. El hombre consiguió lo que quería. Es un hombre talentoso, pero no pensé que fuera tan pragmático”, lamentaba la cantante en una entrevista.
Intervisión 2025 es un proyecto propagandístico exclusivo del Kremlin aunque explote el nombre del festival de la canción que organizaron varios países del bloque oriental entre 1977 y 1980.
Mientras Eurovisión es organizado por la Unión Europea de Radiodifusión, integrada por 154 organizaciones de 56 países miembros y 20 asociados, Intervisión 2025 es un festival hecho a su medida por el régimen ruso: el consejo de supervisión está presidido por un poderoso cardenal en la sombra de Putin, el primer subjefe de Administración Presidencial, Serguéi Kiriyenko, y que el consejo organizador lo dirige el viceprimer ministro Dmitri Chernyshenko.
La previa del acto fue presentada esta semana por el ministro de Exteriores ruso. En la previa enfatizó que Intervisión 2025 se diferenciaría de Eurovisión en su supuesta universalidad y su defensa de lo que Moscú considera “valores tradicionales”, aunque Rusia no ha invitado a este evento, quizás por recato, a sus nuevos protegidos: los talibanes.
“No cuestionamos el derecho del jurado y de los espectadores de Eurovisión a votar por un hombre con barba, vestido de mujer y con algunas modificaciones corporales probablemente, pero el enfoque de Intervisión es preservar las tradiciones culturales, espirituales y morales”, declaró Lavrov en alusión a la Drag Queen Conchita Wurst, ganadora del concurso europeo en mayo de 2014, justo cuando Rusia invadía Crimea y prendía fuego al este de Ucrania con sus paramilitares.