A mi maestro en esta y otras vidas: don Gregorio Moreno Pidal, más valiente entre los valientes de a caballo. El rejoneador colombiano habló con El Debate.

Ati maestro, de quien aprendí a ir por la vida sin hacer daño a nadie, a ir como artista de acaballo lidiando toros bravos, a enfrentar los miedos con valor, a vivir en libertad y sin engaño, a ser un hombre independiente, a resolver ante la adversidad, a pensar en la cara del enemigo, a luchar por lo que es justo, y a tratar a todas las personas por igual.

De ti aprendí, la gracia que hay en un piropo, la compasión por el sufrimiento ajeno, aquello de que, «yo y el tiempo le podemos a otros dos», a disfrutar de ser capaz de recibir sin pedir y con el corazón abierto, y a dar sin esperar nada diferente a la alegría de saber que el mundo es de los valientes.

A ti que has sido el más valiente entre valientes, y el más audaz entre todos los caballeros artistas que en las plazas de toros nos las hemos visto cara a cara con las embestidas de la adversidad y con las realidades de la vida. Para mi has sido un faro, un mentor, un amigo, un guía, un padre, un consejero, y ante todo me permitiste ser a la vez tu discípulo y compañero.

El más valiente entre los valientes de a caballo

Si hablamos de Extremadura hay que hablar del legendario Viriato, y en nuestra época la reencarnación de este gran líder admirado, seguido y amado por toda una región y que fuera capaz de hacer frente y derrotar muchas veces los Romanos, se llama don Gregorio Moreno Pial. Un caballero extremeño nacido en Madrid el 16 de enero de 1933 y criado en Jerez de los Caballeros, un grande de la tauromaquia de España, Extremadura y Portuga

Cuando llegué a Badajoz don Gregorio Moreno Pidal, marqués de Villalva de los Llanos, ya era una leyenda en vida por su valor infinito desafiando la muerte al rejonear los toros en puntas en todas las plazas de la península.

Para entonces ya Gregorio era en vida dueño de su propia quimera hecha realidad, conocido por su infinita sensibilidad humana, su nobleza, gracia y simpatía, por su presencia siempre imponente y su gran determinación y fortaleza física y mental, pero más que todo por lo que decían las personas que hicieron parte de su vida como hombre de campo y como caballero rejoneador: «El corazón de Gregorio es mucho más grande que el pedazo de pecho que tiene».

Alegre, amable, caballeroso, inteligente y tan generoso como valiente, es a Gregorio Moreno Pidal a quien toda Extremadura le debe una estatua, pues su espíritu es la encarnación del valor innegable de aquel Viriato Legendario.

Nunca tuvo el mundo un rejoneador más corajudo y arrojado, un hombre más audaz, justo, esplendido e intrépido. Un valiente entre valientes, amante y conocedor del caballo, del toro bravo y de su lidia, y de la sensibilidad que demanda la doma de campo y el rejoneo.

Don Gregorio marcó una era en el arte del rejoneo tan importante y única como la de Cañero. Rejoneó yendo al toro de frente como lo hicieran en sus épocas el Marqués de Pino Hermoso y don Joao Branco Nuncio, Mestre Batista, Riveiro Telles, Pedro Luceiro, don Álvaro Domecq y Diez, su hermano y Manuel Moreno Pidal y algunos más.

Lidió los toros en puntas sorteando con los matadores, algo que sólo fue propio de su excelencia y que le otorgó cinco trofeos Antonio Cañero y nueve orejas en Madrid, con lo cual consiguió dentro de la historia de la tauromaquia un sitio aparte, justo dentro de la era de transformación y fusión del rejoneo español y portugués. Gregorio alcanzo su gloria después de hacer parte de los primeros cuatro jinetes de la apoteosis, con Ángel y Rafael Peralta, José Samuel Pereira Lupi, para luego abrirse paso en solitario rejoneando los toros con sus cuernos intactos.

Gregorio Moreno Pidal, alternó además con todas las grandes figuras portuguesas y en España con Don Álvaro Domecq Romero, Antonio Ignacio Vargas, Manuel Vidríe, Luis María Valdenebro Halcón y muchas otras figuras de su época.

Cuando conocí a Gregorio le paraba la gente en la calle a saludarlo con ilusión recordando sus valerosas y emotivas actuaciones, y también, al verlo venir volando en un auto por las carreteras nacionales le detenía la guardia civil para saludarlo y pedirle que les firmase un autógrafo.

Por su casa del Bercial en Badajoz, pasaban todo tipo de jinetes y caballos que iban y venían de Portugal, allí se bajaban los rejoneadores, la gente del raid, de la garrocha, los galgueros y también los caballos de salto y doma. Allí guardaron los portugueses sus más preciadas posesiones durante la revolución, y por ello la casa de doña Teresa Zapata Maestre, marquesa de Villalva de los Llanos, siempre estuvo abierta y llena atenciones a visitantes, aficionados al caballo, admiradores y amigos de la familia.

Su vida a estado dedicada al caballo, pocas personas han sido tan aficionadas y han vivido una vida tan dedicada a entender y lograr su doma de la forma más natural, lógica y autentica como don Gregorio, y de ello existe un maravilloso testimonio en su obra Doma de Campo y Rejoneo.

Su amor por el campo, por el toro bravo y los ganados, sólo ha sido superados, por su infinita pasión y su gran comprensión del caballo y su doma, por la grandeza de su espléndido corazón, y por si su adoración a su tierra donde ha sido el último de los grandes leones de Extremadura.

Relacionado