Hace unos días, los Windsor casi en su totalidad se reunían en la Abadía de Westminster para dar el último adiós a la duquesa Catalina de Kent. La esposa de Eduardo de Kent, primo y mano derecha de Isabel II, fallecía el pasado 4 de septiembre a los 92 años tras una larga enfermedad. El comunicado de Casa Real aseguraba que la duquesa se había marchado «rodeada de su familia».

Unos días más tarde, el Palacio de Buckingham emitía un comunicado muy emotivo en el que anunciaba cuándo sería el funeral de Catalina. «Hoy, la Familia Real se reunirá en la Catedral de Westminster para la vida de la Duquesa de Kent. Orgullosa de su herencia de Yorkshire, Su Alteza Real se convirtió en un miembro activo de la Familia Real tras su matrimonio con el Duque de Kent en 1961″, escribieron.

Y así fue. Los reyes, el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, Sophie de Edimburgo, lady Gabriella Windsor (que perdió a su marido recientemente) y los príncipes Guillermo y Kate Middleton acudieron hasta el imponente templo para despedirse de la duquesa. Aunque todas las miradas estaban en la tristeza de los familiares, hubo otro gesto que atrajó la atención.

Kate Middleton, rey Carlos III y el príncipe Guillermo GTRES

Al salir de la iglesia, Kate Middleton, ataviada con un vestido negro ajustado, un sombrero ‘pill box’ con un pequeño velo y su nueva cabellera rubia, se acercó a su suegro y le dio dos besos. Inmediatamente después, con la mano sobre el hombro del monarca, la princesa de Gales hizo una rápida reverencia. Dos gestos, en apariencia, contradictorios.

Por un lado, esos dos besos denota la cercanía entre ambos. De hecho, tal como recoge el medio alemán ‘Bunte’, muchos expertos británicos aseguran que la joven es «la hija que nunca tuvo» para el rey. Por otro lado, la reverencia es una señal de respeto a la posición del monarca. 

El análisis de la experta

La revista Lecturas ha hablado con María José Gómez Verdú, experta en protocolo, para analizar y comprender este intercambio. ¿Son habituales los gestos de cariño públicos entre la realeza? ¿Hay un protocolo real que marque estas actuaciones? ¿La reverencia de Kate era una forma de compensar ese gesto poco habitual y más familiar? 

Carlos III y Kate Middleton

El rey Carlos III y Kate Middleton en el funeral de la duquesa de Kent

GTRES

«La escena en la que Kate Middleton saluda al rey Carlos con dos besos y, a continuación, le hace una reverencia es un ejemplo fascinante de cómo el protocolo real convive con la naturalidad familiar», ha comenzado diciendo María Jose. «A primera vista, podría parecer un gesto contradictorio: la cercanía afectuosa de los besos frente a la solemnidad de la reverencia», plantea la experta.

«Sin embargo, más que contradicción, lo que refleja es la complejidad de la monarquía contemporánea, que oscila entre el rigor institucional y la necesidad de mostrarse más accesible y humana», apunta la profesional. En este sentido, «el protocolo británico, aunque percibido como rígido, no es un manual inmutable», afirma antes de añadir: «En realidad, suele adaptarse al contexto y a la persona de mayor rango presente».

Para que lo entendemos, «en términos formales, el saludo correcto a un monarca sigue siendo la reverencia o inclinación de cabeza. No obstante, entre familiares cercanos, los gestos de afecto, dar la mano, un beso o incluso un abrazo, no solo son permitidos, sino que se entienden como expresiones de vínculo personal», cuenta Verdú.

Rey Carlos III y Kate Middleton

El rey Carlos III y Kate Middleton despidiéndose en el funeral de Catalina de Kent

Lo que es importante de esta dicotomía «es si ese gesto ocurre en un ámbito privado o en un evento público». Mientras que en reuniones íntimas esto puede ser muy habitual, es raro captar imágenes como estas en actos oficiales. Eso sí, María José ha querido dejar claro que «la aparente ‘distancia’ que se asocia con los royals no es tanto un rasgo personal como una construcción histórica».

Todo viene del pasado histórico de esta monarquía. «Cultivó una imagen de inaccesibilidad como mecanismo de poder simbólico. Sin embargo, desde Diana de Gales en los años ochenta, esa barrera se ha ido suavizando: se valoran los gestos de cercanía, siempre que no erosionen la dignidad de la institución», afirma.

Kate Middleton

Kate Middleton en la Abadía Westminster

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Los máximos exponentes de este equilibro son Kate y Guillermo, los cuales «han sabido capitalizar esa flexibilidad, mostrando afecto en momentos puntuales, como tomarse de la mano en una cena de gala, para reforzar su imagen de modernidad sin perder el respeto a las jerarquías», explica Gómez Verdú. 

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Esto choca de frente con el hecho de que «cuando los miembros de la familia real están en un acto oficial es decir, representando a la Corona, el protocolo dicta que no deben mostrar gestos de afecto entre ellos», señala la experta. ¿Por qué? «La razón es sencilla: en esos momentos no actúan como pareja, hijos o suegros, sino como figuras institucionales cuyo papel requiere cierta neutralidad y contención emocional», desvela María José.

De esta manera, a pesar de los avances que se han hecho respecto al tratamiento entre los miembros de la Casa Real británica, «tomarse de la mano en un evento oficial o mostrarse demasiado cercanos puede considerarse impropio o fuera de lugar»