MURCIA. Como si de un cuento se tratase, en un paraje natural de Lorca, lindante con Mazarrón, una casa rural que estaba casi en ruina se ha transformado en una vivienda llena de magia, en la que el tiempo se detiene, donde lo antiguo y lo nuevo se funden y donde lo rural y lo contemporáneo conviven. La varita capaz de lograr esta metamorfosis ha sido la de la arquitecta mazarronera Pepa Díaz, que ha llevado a cabo una recuperación parcial de la edificación original, de la que poco quedaba, en colaboración con Francisco J. Guillermo Ureña y Juan S. Calventus.
La reinvención de esta Casa en los Llanos tiene connotaciones sentimentales, ya que es la casa de la infancia de su propietario, quien ha querido darle una nueva vida, convirtiéndola en una vivienda atemporal y ecléctica, que lleva el sello de Pepa Díaz en el juego de volúmenes, en los materiales utilizados que evocan la tierra y los orígenes, y en rincones tan mágicos como un mirador de cristal que se asoma y se integra con el paisaje.
En este sentido, la arquitecta destaca que atendiendo a la Ley de la Calidad de la Arquitectura, «se ha atendido la integración armoniosa en el paisaje, a través de una contribución adaptada de la sostenibilidad económica, medioambiental y social, gestionando los recursos locales, reutilizando y reciclando materiales en la medida en la que se han podido recuperar». Y añade: «Se ha configurado y pensado no sólo desde la expresión física sino también como hecho cultural y de identidad, atando el lugar profundamente al habitante y su familia».
Así, señala que «la construcción del proyecto se ha ejecutado con cierto grado de artesanía. Un ejemplo de ello son los muros semiterrosos, que permiten al promotor experimentar con la tierra del lugar y ver sus posibilidades y sus dificultades. Ha trabajado estos con la misma dedicación que sus padres trabajaron las tierras donde se ubican, permitiendo generar ese paralelismo y conexión holística».
También se han recuperando otras partes de la casa original, como es la cobertura o materiales de ésta, que han sido repensados para configurar el mobiliario interior. Un ejemplo de ello es que los tableros de parte de la cubierta de la pequeña cuadra configuran ahora la estantería de la zona de día actual.
Una conexión con el pasado
- Casa en Los Llanos –
- Foto: Juan S. Calventu
«La intervención de la Casa en los Llanos pone la mirada en la recuperación de la ruralidad, cuidando y mimando esta arquitectura a veces, silenciada y denostada. En este caso, a su vez envolviéndola en un nuevo aire de contemporaneidad. Recuperar la esencia de las viviendas que un día fueron el lugar donde habitaban aquellos que trabajaban el campo y vivían de la agricultura significa para los habitantes establecer esa conexión, tan necesaria con sus antepasados, y las generaciones futuras, significa dejar una huella contemporánea, y mantener la memoria de aquellos que en su infancia la habitaron», reflexiona Pepa Díaz.
Respecto al interior -tabicado originalmente con pequeñas estancias como era habitual en los años 60 y 70-, los habitantes han querido poder disfrutar del concepto contemporáneo de espacio principal concebido sólo por la envolvente, sin falsos techos horizontales, que permita disfrutar a la familia del volumen durante las actividades en la zona de día, adaptándose así a las necesidades y nuevas formas de habitar. Esto ha conllevado comprimir el resto de programa, dormitorios y baño, en el resto de volumen, apunta la arquitecta.
La Casa de los Llanos es, con todo esto, y según plantea Pepa Díaz, «un lugar intemporal protegido de la invasión urbana, que incentiva a la reflexión sobre la relación con el entorno, como formar parte de éste y las nuevas formas de habitar en el futuro».
- Casa en Los Llanos –
- Foto: Juan S. Calventu