La persecución a la inmigración en Estados Unidos se extiende mucho más allá de las laderas del río Grande (o Bravo).

El presidente Donald Trump anunció el viernes la aplicación a partir de este domingo de una tarifa anual de 100.000 dólares para los solicitantes elegidos del programa de visados para trabajadores altamente calificados. La llamada visa H-1B es muy utilizada en Silicon Valley y equivale a restringir una vía clave para la inmigración legal.

Además, firmó una orden ejecutiva que permitirá a los millonarios extranjeros pagar un millón de dólares por una tarjeta de oro que facilitará la residencia en EE.UU., mientra que ese impuesto subirá a dos millones para las empresas, lo que les permitirá esponsorizar uno o más empleados.

“Lo principal es que vamos a tener gente estupenda que venga y pague”, afirmó Trump. “Vamos a coger ese dinero y vamos a reducir los impuestos y a reducir la deuda”, añadió.

Aclaración de la Casa Blanca
La nueva tasa de la H-1B no se aplicará a los que ya tengan la visa en este momento

Sin embargo, y en una primera reacción, el anuncio sobre las H-1B sembró el pánico al vislumbrarse un desastre en numerosas empresas. La Casa Blanca tuvo que hacer una aclaración este sábado, horas antes de ponerse en marcha. La medida no se aplicará a los que ya la tengan en este momento.

Tal como estaba escrita la orden estampada con la firma del presidente, numerosos abogados dedujeron que esa resolución afectaba también a los actuales tenedores, circunstancia que podía ser un descalabro.

Esta tasa puede ser un grave perjuicio para el funcionamiento de las empresas de Elon Musk, mientras que otras tecnológicas como Microsoft o Amazon calculan un gasto anual de 1.000 millones. Las empresas pidieron el regreso inmediato a los inmigrantes con H-1B que estaban fuera del país. Para estos negocios no solo significa una pérdida económica. Corren el peligro de no poder funcionar por falta de trabajadores cualificados, que no los hay entre los estadounidenses.