El fotógrafo Daniel Sánchez Alonso recoge en su libro “Retrato Editorial en Tiempos de SMS” una cuidada selección de fotos entre miles de imágenes suyas, publicadas durante treinta años de oficio. Músicos, actores, políticos, cineastas o personajes de la jet set aparecen en la obra, editada por el sello “Paremos la Ciudad”. En su trayectoria, ha compaginado la vertiente profesional con su obra personal, expuesta de manera individual y colectiva desde 1996. Daniel Sánchez (1972) es más conocido en ambientes fotográficos bajo el sobrenombre Dan San, denominación que además de comprimir su filiación se vincula con la cultura japonesa: “San” es un sufijo que muestra respeto y cortesía.
—¿Desde cuándo sumergido en la fotografía?
—Desde 1993. Como decía un amigo, eres fotógrafo profesional desde que publicas tu primera foto. En mi caso fue en el diario Ya, con foto de unas sillas en una subasta de artistas, a beneficio de una ONG con la que yo estaba colaborando. Esa fue la primera foto. Luego empecé a publicar más a partir de 1995.
—En tres décadas de oficio, ¿qué ha ido a mejor y qué ha ido a peor? ¿Qué se ha perdido?
—Pues de oficio casi no se habla, porque ahora todo es muy fácil. Se busca la recompensa instantánea, como pasa con las redes sociales, con lo cual hay menos conciencia de lo que es verdaderamente el oficio. En el caso concreto de la fotografía, con el sistema digital, puedes cerrar los ojos, disparar una cámara y casi siempre va a salir bien. El oficio, antes, era saber qué películas había, atreverse a meter un rollo en la cámara y saber qué hacer con ello, saber medir la luz, etcétera. Hemos avanzado en facilidades, pero, por contra, se disfruta y se observa menos.
—También habrá alentado el intrusismo. Cualquiera puede hacer una foto…
—El pastel ahora es más pequeño y se reparte entre infinitamente más gente a la que, simplemente, les chifla la fotografía, pero no hay oficio. El oficio se hace durante años y décadas.
Ramón Masats. Fotografía de Dan San.
—Has vivido el tránsito de lo analógico a lo digital.
—Sí. Precisamente el título del libro se le ocurrió a mi mujer, periodista. Habla de “Retrato Editorial en Tiempos de SMS”, porque era en la época en que con un teléfono podías hablar y como mucho mandar un SMS. La gente que retratabas no estaba tan pendiente de su imagen. Había mayor atención, mayor conversación, generar ese retrato que al final es como generar la conversación. Ahora es todo mucho más rápido, más instintivo, con más conciencia del yo, yo, yo, de a ver cómo voy a quedar para redes.
—Ese título vinculado a los SMS suena algo antiguo frente a WhatsApp o TikTok, equivale al gozne entre la era digital y la era analógica.
—Sí, es una manera de fluir por el mundo, la conversación. Todo viene muy bien definido en un texto de Ana Sánchez dentro del libro: es una manera de vivir y de fluir con menos inmediatez, con más pausa, con más observación.
—…Qué es la técnica que empleas, algo así como slow photo.
—Sí, pero en ocasiones es todo lo contrario. Es la adrenalina de llegar a un sitio y elegir rápidamente un rincón, un sitio donde vas a retratar al personaje, acorde al medio donde se va a publicar, sabiendo lo que busca ese medio y sabiendo quién es el personaje y qué te va a contar. O si es alguien que saca disco o un libro o es un psicólogo o es un político. En función de eso, pues les tratas. En la revista Emprendedores, por ejemplo, cogía a unos chavales que habían montado una empresa, los sacaba a la calle, con sus portátiles, y hacía un retrato como si fuera para la revista Rolling Stone. O sea, que también es divertirse. Adrenalina y divertirse. En ocasiones es un retrato instintivo, muy rápido, y en otras es más pausado, con más observación.
—¿Los móviles han ayudado o entorpecen la calidad de la fotografía?
—Los móviles han beneficiado la información para la sociedad, a nivel de fotografía, de texto y de inmediatez informativa. Aunque, por otro lado, hay tal diarrea informativa que al final la gente está menos enterada, porque los canales son múltiples y no todos verificados, no todos con la misma precisión. Pero nos ha traído mucha información, la facilidad de que cualquiera con un móvil pueda contar los incendios que están pasando o equis acontecimientos antes de que llegue un fotógrafo. Por contra, se presta menos atención. Se hace más rápido, se hacen un montón de fotos con móvil, pero no se recurre a alguien con más poso. Ya no que sea profesional, porque lo profesional es cuando comes de ello, pero que tenga mayor recorrido. Antes, con las cámaras de película, los aficionados siempre cortaban cabezas o pies, el flash de esa pequeña cámara nunca llegaba a los cuatro metros y la gente siempre salía oscura. Ahora todo el mundo saca aparentemente buenas fotos y eso la ha democratizado. Pero, por contra, para la profesión se ha perdido, con tanta fotografía y tantos canales de información, ese misterio de cuando viajabas a los sitios a traer un reportaje para contar a la gente algo.
El “Maestro Reverendo”. Fotografía de Dan San.
—Parece que la falsedad en el ecosistema informativo también se multiplica en el mundo de la imagen.
—Se puede manipular la fotografía desde el momento en que haces una captura, cuando ya es una imagen subjetiva. Pones tu mirada, encuadrando de una determinada manera, y lo puedes utilizar para contar en un sentido o en otro. Con lo cual ya es una opinión desde el momento en que fotografías. Ahora se puede manipular, pero antes también. Se habla de cómo se manipula ahora con Photoshop y con la Inteligencia Artificial. Pero ya en los tiempos de película se retocaban, con cuchilla. Siempre ha existido.
—En treinta años también ha habido un mayor reconocimiento de la fotografía como arte, como disciplina artística.
—Sí, es como la hermana menor. Especialmente en este país, donde se respeta menos la creatividad, el arte y la fotografía. Siempre hay alguien que dice que su primo tiene una cámara y hace fotos. Y la gente con el color se entusiasma, pero falta cultura y criterio. Ha ganado mucha cuota con festivales, con gente que ha estudiado fotografía o comunicación. Y ahí sí, hay una riqueza mucho mayor.
—Además del libro, de forma simultánea, montas exposiciones itinerantes: Guadalajara, Santander y Palencia. ¿Alguna más prevista?
—Sí, está previsto Terrassa y, para el año que viene, Badajoz. Hay que ir cerrando fechas y buscar salas en Madrid, en Barcelona. En Segovia está El Torreón, está Caja Rural. Tengo que hablar con la directora de Caja Rural. A ver si puede ser en esas salas.
—¿Con qué criterios has seleccionado los retratos entre miles de tu archivo?
—Sí, entre los miles que he ido encontrando, porque todavía quedan muchos en archivo que aún no he encontrado. Daría para un segundo libro y para los siguientes retratos que quiero seguir haciendo. Había unos cuarenta y tantos que entraron en la primera exposición, en Guadalajara. Luego amplié la muestra en Santander y en Palencia llegó hasta los 64. En Terrassa caben hasta 100. El lenguaje de una exposición y el de un libro son distintos. Las secuencias, los ritmos, cómo se ven unos con otros, también van cambiando.
—¿Cómo preparas una foto? ¿Estudias al personaje?
—Cuando Internet no estaba desarrollado como ahora, tenías tus referencias. No sabías mucho, aunque depende de la cultura que tuvieras. Bien musical o de literatura o de política, etcétera. Ahí creabas tu imaginario. También veías esa publicación que te encarga ese retrato. ¿Por qué la foto? Si está sacando un disco o si, yo qué sé, es alguien que está en política en ese momento. Creas tu propia idea de cómo le quieres sacar, qué quieres contar. Hay una parte, en mi caso, en que tienes que jugar a la intuición. Puedes ir con una idea muy clara de lo que quieres retratar, pero se te puede dar la vuelta completamente. Te puede cambiar la luz, puede ser que quedes en un sitio y luego tenga que ser otro… Es decir, tienes que ser flexible. Me gusta también esa chispa de ser capaz de improvisar.
Estudiantes de la escuela taurina de Salamanca. Fotografía de Dan San.
—¿Algunos fotógrafos que sean referencia?
—Un fotógrafo retratista muy bueno se llamaba Arnold Newman. Hay muchos más referentes. Mark Seliger ha fotografiado y sigue fotografiando a muchos músicos. Annie Leibovitz, también. Y fuera del retrato, digamos más de autor, Javier Campano, Bernard Plossu o Manuel Sonseca. Son referencias de españoles, aunque Bernard es medio francés, con esa fotografía poética y evocadora que me sigue fascinando.
—Estamos pasando de la edad textual a la era de la imagen, con una avalancha de imágenes que complica discernir lo bueno de la paja…
—Vivimos en una diarrea diaria de imágenes. Se vuelcan imágenes sin pensar a través de WhatsApp y de redes sociales, sin más, simplemente para decir “estoy comiendo esto, estoy en este sitio”, pero no hay ni reflexión ni observación. Las imágenes requieren educar el ojo. Del que las crea, pero también del espectador. No solamente en fotografía, también en la vida en general. Depende de cada uno tener una mirada o una intención crítica, que quiera cuestionar qué es lo que está viendo, qué está leyendo, qué escucha, y decidir si gusta o si no. Pero si lo das todo por bueno, pues estamos en esa diarrea brutal. Hay que mantenerse alejado de las redes y de esa gran multitud de canales de información que nos bombardean la cabeza y no nos dejan vivir.
—Inteligencia Artificial: ¿oportunidad o riesgo?
—Mucha gente cree que es más una oportunidad, una nueva facilidad, igual que cuando llegó la fotografía digital para la población general. Facilitó que la gente pudiera verse en fotos, que antes quedaban mal, oscuras, con cabezas cortadas. Por otro lado, para la profesión de fotografía es una debacle. Podrá ayudar a infinidad de empresas a hacer fotos de producto, a inventar imágenes sin tener que contratar a un fotógrafo. El profesional de la fotografía ha visto mermada la cantidad de trabajo con el mundo digital, pero con la Inteligencia Artificial es una auténtica debacle. No solamente para la fotografía, sino también para los dobladores, abogados, actores, para creativos en general, diseñadores gráficos. Va a ser una convulsión brutal en estos próximos años.
—¿Otros proyectos en marcha?
—Hace año y medio comencé un documental sobre Conservación de Archivos Fotográficos. En principio era un proyecto fotográfico, pero pedía entrevistar a los protagonistas y al momento entendí que se convertía en un documental. Empecé entrevistando a fotógrafos, a herederas de archivos fotográficos y a instituciones. La idea es que escueza y crear conciencia entre público e instituciones, para que entiendan la importancia de acoger archivos fotográficos. Y al público en general, para que comprenda que esos archivos almacenan nuestro patrimonio y nuestra memoria. Memoria de pueblos, de fiestas, de ciudades, de barrios, que no los podemos dejar abandonados. Los herederos hablan de la dificultad de gestionar un archivo, documentarlo, comprar materiales de archivo, etc. Se trata de crear conciencia entre el público, porque ahí está la memoria de todos, la historia de todos. Empecé yo solo, de manera más conservadora, y luego empecé a trabajar con una guionista y un realizador. Es un equipo buenísimo, con lo cual ha cogido un empaque mucho más profesional, con un guion más elaborado. Nos quedan unas cuantas entrevistas, encontrar subvenciones y buscar financiación privada. No es de mucho presupuesto, pero requiere de financiación. También tengo previsto publicar de aquí a finales de año un par de libros, más íntimos, en una tirada inferior. Y algo que alimenta el alma, mucho más personal, pero también seguramente se va a exponer en febrero.
El fotógrafo, Daniel Sánchez Alonso.
Escribiendo la vida con luz
Las fotografías de Dan San han aparecido durante décadas en multitud de cabeceras de prensa y editoriales. Ha colaborado en medios como El País Semanal, Rolling Stone, Vanity Fair, Elle, Yo Dona, FHM, Le Parisien Mag, Bloomberg o XL Semanal, entre otros. También para clientes corporativos como Xbox, Google, YouTube, Universal Pictures, Microsoft, Telemadrid o Planeta. Ha dirigido además videos para marcas de gastronomía y otros documentales desde hace más de diez años.
Su trabajo durante el confinamiento en 2020 forma parte de Archivo Covid en la Universidad de Alcalá de Henares. Ha participado en las ferias Flecha, entreFotos y su obra se encuentra en colecciones privadas dentro y fuera de España. Ha publicado varios libros de fotografía como cuadernos de artista, en edición única. En otoño de 2025 verán la luz dos títulos más de trabajos personales en los que lleva trabajando desde hace tiempo. Más información, en su web, dansanphoto.com