Desde el viernes pasado y hasta el próximo domingo se celebra en Barcelona una nueva edición de la Setmana del Llibre en Català, acontecimiento cultural que viene organizándose ininterrumpidamente desde 1983 y suma por tanto ya más de cuarenta ediciones.

Estamos hablando de una celebración de las letras, en concreto de las catalanas, pero no está de más echar un vistazo a sus cifras, puesto que dan idea cabal de la dimensión que ha adquirido el sector. Este año en la Setmana, que cuenta con 312 expositores y ha programado más de 300 actos, se presentarán 125 novedades editoriales. El certamen confía en atraer a unos 100.000 visitantes y facturar ventas por alrededor de un millón de euros, cifra que ya rozó en la anterior edición.

La Setmana se celebra en 2025, como el año pasado, en el paseo de Lluís Companys, tras haber conocido en sus más de cuatro decenios de vida distintos emplazamientos ciudadanos. Pero, obviamente, con ser importante, la ubicación no es lo más relevante: sí lo es, en cambio, su condición de espacio ideal para estrechar lazos entre los distintos eslabones de la cadena lectora catalana, empezando por autores y editores y llegando hasta los lectores, que son, como tales, quienes en última instancia dan sentido a la escritura.

Las instituciones catalanas han cuidado siempre el libro en catalán, convencidas de que se trata de un instrumento de cultura y de defensa de la lengua sin parangón. Algunas operaciones promocionales han tenido más visión de futuro y más éxito que otras. Pero todas han contribuido en alguna medida a consolidar la oferta editorial en catalán que, hoy en día, ha alcanzado buenos niveles.

La Setmana del Llibre en Català, abierta hasta el próximo domingo, espera a 100.000 visitantes

Uno de los indicadores de lo dicho, además obviamente de la difusión de los libros en catalán en nuestro país, es su creciente proyección hacia el exterior. Lo cual nos indica que esa consolidación creativa e industrial no se reduce a las letras, sino que también tiene su correlato en el ámbito de las cifras. En este sentido, La Vanguardia publicaba ayer una amplia información, documentada en la base de datos del Institut Ramon Llull, que describe la actual buena salud de la literatura en catalán más allá de nuestras fronteras.

Por resumir en un par de números esa buena salud, recordaremos que si en el 2007, año en que Catalunya fue la invitada de honor en la Feria del Libro de Frankfurt, se contabilizaron hasta 174 traducciones a lenguas extranjeras de obras escritas en catalán, el año pasado la cifra ascendió ya a 348; es decir, exactamente el doble.

La mencionada información tiene otra virtud considerable, puesto que ofrece una instantánea puesta al día de las letras catalanas, valoradas desde la óptica de su capacidad de penetración en mercados foráneos. Se trata de una instantánea que quizás sorprenda a los menos avisados. Porque si bien es cierto que autoras ya clásicas como Víctor Català (Caterina Albert), Mercè Rodoreda o Montserrat Roig se mantienen entre las veinte más traducidas, también lo es que son numerosos los escritores y escritoras que se han incorporado a ella, dando prueba de la renovación del sector.

Diremos en esta línea que la autora más traducida, con 151 traducciones el año pasado, es Rocio Bonilla, una prolífica escritora e ilustradora de literatura juvenil e infantil. Es precisamente este género uno de los más solicitados en el extranjero, entre los producidos en catalán. Y, por tanto, la presencia de creadores del mismo es importante en la lista de los veinte más traducidos, en la que, por cierto –otra novedad respecto a otras épocas–, un 75% de los autores son mujeres, y solo un 25%, hombres.

Desde el 2007, se ha doblado largamente el número de títulos vertidos a otras lenguas

Otras noticias derivadas del informe: si bien la literatura infantil y juvenil acapara casi la mitad de los títulos traducidos (161), la ficción va ganando posiciones (103), y también la no ficción (53), claramente por delante de otros géneros como la poesía, el teatro o el cómic.

El talento literario y el editorial son, naturalmente, factores determinantes en este proceso de crecimiento, y salta a la vista, a la luz de los resultados aquí consignados, que no escasean. Pero también es necesario recordar la labor institucional, que ha buscado la proyección del sector, y sigue buscándola año a año en los certámenes internacionales donde se dan cita cuantas personas contribuyen desde el mundo del libro al vigor de la cultura escrita. Queda camino por recorrer, pero los resultados ya alcanzados constituyen el mejor acicate para seguir avanzando. Larga vida al libro en catalán.