«Cuando mi hijo nacía, al hijo de una compañera le acababan de detectar un tumor cerebral», narra con la voz entrecortada recordando aquel momento María José Guasp. «Mientras yo daba vida, ella veía cómo la vida de su pequeño se apagaba». Fruto de este contraste de tristeza y luz a la vez, Guasp decidió escribir el libro ¿Qué hay en el cielo?, cuyo protagonista está inspirado en el hijo de su compañera.

Asimismo, le impulsó su instinto de solidaridad y quiere aportar un granito de arena en ayudar a niños y niñas de la unidad de pediatría del Hospital Son Espases. De tal manera que, con lo recaudado con la venta de los primeros ejemplares de la obra, invertirá 2.500 euros en alegrar la unidad con actividades de meditación, yoga y manualidades diversas, para que los menores que estén ingresados se sientan mejor consigo mismos. Todo esto es una iniciativa que, como informa, está en proceso de poder ser una realidad.

Para hacer entretenida y comprensiva la lectura, la historia versa sobre un niño, Tonyette, que siente un dolor tan fuerte que piensa que se va a morir. Es entonces, mientras mira el cielo, que le pregunta a su madre qué hay tras él, una pregunta que refleja la angustia y miedo que siente el niño y lo frágil que se siente en el mundo.

Esta pregunta refleja la intención del niño por conocer si se va a morir, razón por la cual se inicia un diálogo delicado entre la madre y el hijo, en el que se abre el mundo imaginario del niño por conocer qué hay ahí arriba. Así, la historia se convierte en una herramienta educativa, no solo para los niños, también para los padres, para que aprendan a dialogar, escuchar y acompañar a sus hijos en realidades inevitables como la muerte.


Portada del libro de Mª José Guasp.

En este sentido, desde su perspectiva como madre y como educadora, Guasp aconseja que «a los hijos no hay que ocultarles realidades, sino ponerlas encima de la mesa y tratarlas con delicadeza para no invalidar sus sentimientos». Aun así, reconoce que los temas que preocupan a los niños, ya sea la muerte, la salud física o mental, es un tema a tratar en la familia, aunque dependiendo de la personalidad, las palabras que se utilicen sean distintas. En su caso explica que «soy madre de tres hijos y no hablaría de la muerte de la misma manera a los tres, pero sí les hablaría de ella». «No es tanto el qué, sino el cómo», agrega.

Igualmente, subraya que está inspirado en todas esas preguntas que surgen fruto de la inocencia de los niños y en todo lo que quieren decir y conocer y a veces no saben cómo. Por ello, entre las páginas refleja la empatía y la comunicación familiar, la cual califica como una «madurez y responsabilidad parental».

El entorno y la naturaleza son otros de los pilares de la narración: «La familia y el contacto con la naturaleza influyen en la capacidad del niño para afrontar las situaciones que siente de dolor y miedo», informa la autora. A su vez, «el contacto con la naturaleza ofrece espacios abiertos donde los ritmos y los tiempos son otros. La naturaleza indica cuándo empieza y termina algo, pues nos habla de los ciclos de la vida», cuenta.

La metáfora del principio y fin que todo tiene en el mundo, en la historia de Tonyette, se ve reflejada en un huerto. También, la autora y educadora Guasp trata la vulnerabilidad de la madre frente a Tonyette y sus hermanas. Algo que se extrapola a la realidad de muchos padres en la actualidad frente a la angustia.

Para la autora, «el objetivo del libro es la escucha a los niños», porque como declara, tras una pregunta aparentemente inocente puede esconderse una verdad profunda como es «no quiero morir». Por eso, insiste en «humanizar la figura del niño en todos los procesos, incluidos el sanitario», concluye.