Estoy en contra de la Fiesta Nacional.
Me encanta la cultura y la estética brutal, salvaje y sangrienta de una corrida, ahí están pintores como Goya, o escritores como Lorca, Alberti y más que retrataron eso de formas maravillosas y admirables en cuadros, escritos y poesías
La llamarán así, pero de nacional no tiene nada. A gallegos, asturianos, cántabros, extremeños, canarios, valencianos y muchos más el toreo nunca nos ha interesado en absoluto. Y somos tan nacionales como los demás.
Sí, es verdad que hay plazas de toros por todas partes en nuestro país, incluso hay una en Pontevedra que ya es el colmo, pero la afición a dicha fiesta en gran parte del territorio español es tan residual que apenas merece ni una línea.
Sin embargo no soy antitaurino. Al contrario. Me encanta la cultura y la estética brutal, salvaje y sangrienta de una corrida, ahí están pintores como Goya, o escritores como Lorca, Alberti y más que retrataron eso de formas maravillosas y admirables en cuadros, escritos y poesías.
Pero a estas alturas de nuestro tiempo estoy en contra.
Los bisontes de Altamira son preciosos, pero dejamos de perseguirlos y cazarlos hace miles de años. Y me parece que el espectáculo que supone torturar y maltratar a un animal encerrado en un coso ya no es de recibo hoy, aunque como aquellos bisontes pintados en una cueva sigamos apreciándolos porque forman parte de nuestra historia. Y además nos enseñan a saber y entender mejor cómo somos y cómo fuimos.
Pero tenemos que avanzar.
Dije antes que la Fiesta Nacional de nacional no tiene nada y me explico, a ver si puedo.
El flamenco por ejemplo, un arte fabuloso y nuestro con una proyección internacional increíble que enamora al mundo y ha influido en toda la música del planeta desde el rock hasta la música caribeña, la clásica o el regatón y hasta el jazz, e incluso ha llegado a Nueva Orleans y Tokio no es nacional. Es andaluz. Andaluz como el gazpacho o los pescaítos fritos. Pero desde luego no es gallego ni asturiano. Y sin embargo es de todos. Y lo adoramos.
Si hay algo que nos hace mejores es la mezcla. Cuando yo era niño, y tuve tres perros de crío, siempre se decía que los perros más listos eran los sin raza. Yo tuve una perra dálmata que era rematadamente idiota, y dos perros sin raza inteligentísimos, lo que confirma dicha bobada. Tal vez la mezcla nos hace efectivamente más inteligentes. No como sostienen esas teorías trumpistas o voxistas que quieren cerrar las fronteras a otros de otro color. Si no nos mezclamos entre nosotros vamos mal, creo yo.
Vuelvo al tema inicial, los toros. ¿Qué tal si intentamos mezclar cosas? Por ejemplo conservar la belleza plástica y estética de la tauromaquia con no maltratar a un animal solo por diversión. Es una idea. Quizá esa mezcla nos vuelva más inteligentes.
Sé que el sufrimiento, la sangre, la agonía y muerte del toro tienen un valor y un sentido muy importante en ese espectáculo tremendo que nos remite a nuestros orígenes ancestrales. Pero al igual que con el tiempo cambiamos otras cosas ¿no deberíamos cambiar también esa?