La memoria histórica irlandesa salda cuentas con una de sus heridas más profundas: las lavanderías de la Magdalena, instituciones dirigidas por órdenes religiosas que, entre el siglo XIX y finales del XX, encerraron a decenas de miles de mujeres consideradas «descarriadas». Allí fueron explotadas, humilladas y, en muchos casos, separadas de sus hijos, que eran entregados en adopciones irregulares. Small Things Like These, adaptación de la aclamada novela breve de Claire Keegan, se suma a este ejercicio de denuncia y reflexión, situando en el centro de la historia a un hombre corriente que, al descubrir la verdad, debe decidir si se convierte en cómplice del silencio colectivo o si se enfrenta a un poder casi feudal.
La película, dirigida por Tim Mielants (responsable de varios episodios de Peaky Blinders) y estrenada en el Festival de Berlín, se ambienta en la Navidad de 1985, en un pequeño pueblo irlandés dominado por la presencia de un convento y la férrea autoridad de su madre superiora, encarnada con escalofriante intensidad por Emily Watson.
El protagonista es Bill Furlong, un humilde carbonero con una familia numerosa, interpretado por Cillian Murphy en una de las actuaciones más contenidas y poderosas de su carrera, con permiso de Oppenheimer
Su vida transcurre en una rutina marcada por el trabajo y la responsabilidad doméstica, hasta que un hallazgo fortuito en el convento lo enfrenta a su propia conciencia y a los fantasmas de un pasado traumático.
El filme se distingue por su tono sobrio y su atmósfera sombría. A diferencia de Las hermanas de la Magdalena (2002), que optaba por una aproximación descarnada y explícita, aquí predomina una mirada más íntima y melancólica, cercana al cine de Terence Davies. Los silencios, la penumbra y los gestos mínimos de Murphy transmiten el peso del dilema moral: permanecer callado, como el resto de la comunidad, o denunciar lo que ocurre, con el riesgo de perder trabajo, reputación y la estabilidad de su esposa y sus cinco hijas.
La elección de Murphy como protagonista resulta decisiva. El actor irlandés, con su característica mirada acerada y gestualidad mínima, logra encarnar a un hombre atormentado por la duda y, al mismo tiempo, impulsado por una creciente necesidad de actuar. Su interpretación convierte la introspección en un espectáculo dramático: cada silencio es una palabra no dicha, cada gesto un signo de resistencia. Esa sutileza lo convierte en la principal baza de una película que, por momentos, acusa cierta falta de tensión narrativa y corre el riesgo de simplificar la magnitud del horror que retrata.
No obstante, la fuerza simbólica de la historia y la honestidad de la puesta en escena permiten que Small Things Like These conserve su relevancia. El filme recuerda que no solo las instituciones religiosas fueron responsables de los abusos, sino también la sociedad que miró hacia otro lado, incapaz de cuestionar a quienes ostentaban el poder moral. Es esa complicidad colectiva, retratada con crudeza, la que convierte a la película en un relato incómodo pero necesario.
Mielants entrega un trabajo de ritmo pausado y estética austera, que encuentra en Murphy su mejor aliado. Sin excesos melodramáticos ni grandes discursos, Small Things Like These plantea una pregunta universal: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar por hacer lo correcto? Una cuestión que, desde la Irlanda de los ochenta, resuena con fuerza en cualquier sociedad que se enfrente a sus propios silencios.
WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky