Las Naciones Unidas empezaron a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945. Eso fue cuatro meses después de que 51 Estados firmaran, de forma gradual, la Carta fundacional de la Conferencia de San Francisco.
Fue la respuesta de un mundo que empezaba a respirar después de años de destrucción y violación masiva de los derechos humanos durante la II Guerra Mundial. Quisieron crear un espacio de convivencia y de diálogo para discutir los desencuentros y evitar así más violencia en el futuro.
Para Fernando Marani, exasesor de la ONU en el período 2020-2024 y director hoy del Programa de Justicia, Inclusión e Igualdad de la Universidad de Nueva York, el mayor éxito de la ONU en sus 80 años de historia ha sido impedir una tercera guerra mundial.
«A veces es difícil hablar de éxitos por lo que se evitó y no por lo que se construyó, pero Naciones Unidas ha tenido la capacidad de seguir siendo un lugar donde las grandes potencias se sientan a la mesa y discuten sus diferencias. Desde 1945 no hemos tenido una guerra mundial y eso es decir mucho», cuenta en su oficina en Nueva York.
Discursos icónicos
En la ONU hoy están representados 193 Estados con idiomas, culturas e intereses muy diferentes y, a veces, contrapuestos. Todos ellos han tenido oportunidad de ser escuchados a lo largo de estas ocho décadas. Algunos de estos discursos han pasado a la historia, como el que pronunció en 1960 el primer ministro soviético, Nikita Krushchev, defendiendo el desarme mundial y que desató un aplauso interminable de otras naciones.
El del líder cubano Fidel Castro también está entre los más recordados, pero por su duración. Fue el más largo, cuatro horas y 29 minutos. Por la sede de la ONU en Nueva York han pasado los mandatarios más destacados, los que han ido escribiendo un capítulo tras otro de nuestra historia más reciente.
¿Para qué sirve?
Este martes, el gran foro de la diplomacia mundial vuelve a subir el telón y lo hace en uno de los momentos más delicados de los últimos años. Las guerras que recorren el planeta son tantas y tan desgarradoras que la distancia que hay entre la ONU y los ciudadanos empieza a ser insalvable. Y crece la duda sobre para qué sirve hoy Naciones Unidas si no puede frenar el horror.
«En los últimos años ha fracasado en su rol convocante para solucionar conflictos, no solo en Oriente Medio o Ucrania, que tienen una dimensión geopolítica muy grande, sino también en otros conflictos de dimensión menor, como Sudán, Myanmar, Afganistán, Haití… Es lo que ve la gente y abre la brecha entre las expectativas de la población en general con el papel de la ONU y la capacidad de brindar soluciones. Eso ha creado una pérdida de credibilidad entre los ciudadanos», reconoce Marani. A su vez, destaca que «vivimos un mundo donde los problemas globales son tan cruciales y tan significativos para la supervivencia de la humanidad, que si la ONU no existiera, la tendríamos que crear».
«Todos podemos imaginar una nueva organización sin EE.UU. o sin Rusia, pero no podemos imaginar una humanidad sin espacios de diálogo«, concluye.
La ONU del futuro
Gran parte del debate de esta Asamblea General girará en torno a los conflictos y sus consecuencias geopolíticas, pero también está prevista una discusión sobre la ONU del futuro, sobre sus estructuras y sus contrapesos de poder, el derecho al veto, sus prioridades.
Los países tienen visiones diferentes sobre qué asuntos debería centrarse la organización. Estados Unidos, por ejemplo, defiende que su prioridad, y prácticamente su única función, tiene que ser garantizar la paz y la seguridad. Otros países sostienen que hay retos por abordar de forma urgente, como el cambio climático o la inteligencia artificial, y que no pueden obviarlos ni mantenerse al margen.
En eso está 80 años después de su nacimiento esta institución universal, reflexionando sobre su propia naturaleza y los motivos de su existencia. Al fin y al cabo, la ONU es y será lo que quieran sus miembros que sea. 193 países tienen esa decisión en sus manos.