El pasado mes de mayo tuvo lugar en La Huerta de Tetuán –un pequeño oasis de vecindad y vegetación en la trasera de la calle Marqués de Viana– su fiesta anual de la primavera. Una explosión intergeneracional que deja patente el arraigo del lugar en el barrio y antecede en fechas a su ya clásico cine de verano. Poco más de un mes después, en un clima de calma estival, Martín, vecino y participante en la huerta, se encontró a dos policías municipales merodeando por el vallado que delimita el espacio de bancales. Cuando preguntó a los agentes, le dijeron que tenían orden de notificar a los usuarios del huerto urbano que debían desalojarlo en la mayor brevedad posible. “Aunque portaban un documento escrito –que no me enseñaron– no era ni siquiera un requerimiento dado que no iba ligado a ninguna instancia”, explica el vecino.
En lo que media de la primavera al verano la comunidad hortelana de la calle del Matadero pasó de la celebración al estado de alarma. Y en seguida se pusieron manos a la obra para salvar el espacio. El 16 de julio varios representantes de La Huerta de Tetuán se reunieron con la concejala presidenta del distrito, Paula Gómez-Angulo, para tratar el tema.
Desde la junta de distrito se les informó de que están previstas unas obras que afectan al Colegio Público Juan Ramón Jiménez, colindante con la huerta, y de la intención de reconvertir el espacio que actualmente ocupa la huerta en patio del centro escolar. Adicionalmente, salieron a relucir las humedades del colegio, presuntamente provocadas por el huerto.
“Pero este es un punto que negamos. Ya se hizo una obra en 2018 para poner un muro, y nosotros extremamos la precaución, pero sencillamente las humedades tienen que ver con el mal estado del edificio, que ya las sufría hace sesenta años, según sabemos por los vecinos”, replican desde el colectivo. El edificio, que data de 1950, tiene dos plantas bajo el nivel del suelo y la pendiente de la calle Matadero ha provocado históricamente problemas similares en otros edificios contiguos, explican. El centro ha sido objeto de obras de acondicionamiento no estructurales este verano, pero la última Inspección Técnica de Edificios (la que pasó en 2018) fue desfavorable. El colectivo de la huerta, por su parte, ha encargado un estudio técnico para esclarecer el origen de las humedades del colegio.
Después de conocer las razones por las que se quiere dar carpetazo al proyecto del huerto, los hortelanos se llevaron las manos a la cabeza: el espacio va a desaparecer por una idea cuyo desarrollo corresponde a otra administración (la Comunidad de Madrid) y que carece de proyecto alguno. Si, como parece, la tramitación de la reconversión en patio va para largo, ¿por qué dejar al barrio sin un espacio de dinamización vecinal y refugio climático de inmediato? Desde La Huerta de Tetuán solicitan la permanencia del espacio hasta que las obras sean inminentes y piden una inversión económica suficiente que permita solucionar los problemas estructurales que el colegio arrastra desde hace mucho tiempo.
Después de la reunión en la Junta Municipal de la calle Bravo Murillo, siguieron picando piedra. Contactaron telefónicamente con la Subdirectora General de Gestión Urbanística (que tiene la potestad legal para solicitar el desalojo) y el Jefe de la Unidad Técnica de Estudios del Departamento de Educación Ambiental del Área de Gobierno de Urbanismo, Medioambiente y Movilidad. Es decir, llamaron a las puertas de todos los actores implicados a fin de conseguir una reunión conjunta para buscar soluciones. Con poco éxito hasta la fecha, pese a la buena predisposición expresada por las dos instancias más técnicas. La Junta de Distrito da por informada la situación y remite, en todo caso, a la hipotética búsqueda de un espacio alternativo por parte de la Red de Huertos Urbanos (perteneciente al citado Departamento de Educación Ambiental).
El origen de La Huerta de Tetuán hay que buscarlo en 2013, durante el mandato de Ana Botella en Cibeles. El consistorio anunció a bombo y platillo una serie de intervenciones urbanas del Área de las Artes en el distrito, que, bajo el nombre Paisaje Tetuán incluían la realización de diferentes murales, intervenciones artísticas y proyectos vecinales. En este último apartado surgió, sobre lo que era un descampado utilizado como aparcamiento ilegal, un huerto urbano.
Desde entonces, el proyecto ha sido gestionado por vecinos y vecinas del distrito con el beneplácito de la Junta Municipal de Distrito, pese a que no existiera un documento que formalizara la cesión. “Esta es una cosa que nos sorprendió mucho durante la reunión que mantuvimos en la Junta de Distrito, no parecían ser muy conocedores de la historia del espacio, que nació del propio Ayuntamiento y participa de las Ferias de Entidades del distrito. Llegaron a decir que estábamos de okupas”, explican con enojo desde el colectivo.
Después de Paisaje Tetuán, quedó un espacio abierto a todo el mundo y fue consolidándose una comunidad vecinal. En La Huerta de Tetuán se han realizado a lo largo de los años cine de verano, mercadillos, reuniones vecinales, campamentos de verano, conciertos, murales participativos, grupos de lectura…Se ha convertido en un espacio consolidado que da sentido al término vecindad, como se pudo ver después de la borrasca Filomena, cuando sus grupos de mensajería y sus palas sirvieron para organizar cuadrillas de limpieza.
La semana pasada se produjo en la huerta la reunión de varias asociaciones y colectivos del distrito, que se convirtió en un auténtico debate sobre el estado de la cuestión asociativa en Tetuán. Del encuentro salieron muchas muestras de respaldo social que, sin duda, vendrán a materializarse próximamente en apoyos explícitos, como el que expresa un escrito ya registrado ante el Ayuntamiento por la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán. De momento, han comenzado una campaña de información pública para explicar el proceso y el valor social el espacio.
La Huerta de Tetuán: lo que da de sí casi una década de agricultura comunitaria
La Huerta de Tetuán no quiere ser víctima del síndrome de Ofelia Nieto 29. En febrero de 2015 el Ayuntamiento del PP derribó en esta calle cercana a la huerta una casa cuya conservación había congregado la defensa de cientos activistas por el derecho a la vivienda digna. Unos meses más tarde, el nuevo Consistorio de Ahora Madrid anunció la intención de construir vivienda pública en el solar. Pero nueve años después el terruño sigue vallado y las concreciones de la antigua casa sobre el muro contiguo apenas se ven por la vegetación crecida. Podríamos llamar así, síndrome de Ofelia Nieto 29, a los casos en los que la piqueta deja espacios vacíos en nombre de un progreso que no llega. La Huerta de Tetuán solo pide seguir siendo, abierta al barrio, todo el tiempo que sea posible.
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