—Es un veterano en la feria de Pontevedra ¿qué recuerdos guarda de ella?

El último año en el que estuve recibí una voltereta muy fuerte en Béziers y al día siguiente toreaba en Pontevedra, llegué con un ojo morado. Creo que fue el año de la despedida de Julián, que toree con Morante y con Julián y todo el mundo me preguntaba qué me había pasado. Pero sobre todo recuerdo los triunfos de años anteriores y más en mi primera época, en la que incluso me acompañó mi padre en alguna ocasión. Son esos acompañamientos de mi padre del principio y las tardes en las que he podido cortar bastantes trofeos mis principales recuerdos. Pontevedra es una ciudad en la que me gusta mucho torear, la plaza tiene una personalidad muy especial, muy cariñosa y respetuosa. La gente va a la plaza a ver torear y a disfrutar, siempre me agrada sentir que la gente va de esa manera a los toros.

—Ha citado a su padre, uno de los más destacados toreros de la historia ¿es difícil mantenerse a la altura de su legado?

Es lo más difícil que hay, estar a la altura, lograr tener una carrera como la mía después de tener un padre como el mío es muy difícil, llegar a tener el nombre que tengo y que te vean, no como el hijo de él, sino como José María Manzanares. Tenemos el mismo concepto, pero interpretamos el torero de manera diferente. Y lograr todos los triunfos que he conseguido a lo largo de mi carrera, hitos tanto en Madrid como en Sevilla como en las plazas más importantes, me llena de orgullo. Pero es muy difícil, siempre está la comparación. Y sí, habiendo tenido un padre tan importante y tan grande, esa comparación muchas veces ha pesado mucho. Siempre ha sido mi espejo, siempre me he fijado en él, en lo que he aprendido gracias a él. Soy una consecuencia de él, tengo el mismo concepto, aunque interprete el torero a mi modo. Estoy muy orgulloso de que el apellido Manzanares se mantenga vivo en la tauromaquia y presente en todas las ferias importantes. Ha sido la persona más importante de mi vida, ya no solo como padre, sino por todo lo que me ha transmitido como torero, todo lo que soy es gracias a él. Luego, ya con mi propia experiencia, he ido aprendiendo más cosas, pero sí que es verdad que le he hecho mucho de menos y me gustaría que estuviera.

—¿Cómo describía la evolución de la feria de Pontevedra desde que empezó a torear hasta la actualidad?

Creo que en los 23 años que llevo como matador de toros ha sido una evolución a mejor. No solo se ha ido consolidando cada vez más sino que ya los toreros miramos a Pontevedra como una feria a la que queremos ir realmente. A mí me apetece torear en Pontevedra. Antes comentaba que cada plaza tiene su personalidad y lo que yo he sentido en Pontevedra ha sido siempre apetecerme volver a ella, volver a torear. Y cuando eso apetece es, primero, porque te ha sentido muy a gusto con la gente, te han tratado bien. También tengo que decir que para nosotros los toreros cada plaza, ya no solo la afición, sino la plaza en sí, el ruedo, la estructura de la plaza, todo te da unas sensaciones, ya sean positivas o negativas. Y es una plaza que a mí particularmente me da buenas vibraciones.

Pontevedra es un digno ejemplo de cómo se debe vivir una tarde de toros y de cómo debe comportarse una afición

—¿Por qué esas buenas vibraciones?

Me gusta el diámetro del ruedo, me gusta su estructura, me gusta tener a la gente cerca porque la siento cerca y me gusta a nivel físico. Es una plaza en la que uno se siente cómodo. Hago el paseíllo y me siento cómodo tanto por las dimensiones como por lo mucho que se cuida mucho el ruedo, está muy cuidado. Y veo desde las tablas en el callejón a gente seria, respetuosa, por eso creo que la feria ha evolucionado muchísimo. No ha habido un año en el que no haya podido apreciar otra cosa diferente de las que he dicho. Pontevedra es un digno ejemplo de cómo se debe vivir una tarde de toros y de cómo debe comportarse una afición.

—De no haber sido torero ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?

Empecé la carrera de veterinaria, pero en el primer año fue cuando decidí ser torero. Es una profesión muy difícil y si no le dedicas el 100% de tu tiempo, sobre todo en los primeros años, es muy difícil que al final te vayas despuntando o haciéndote un hueco… No sé si hubiera seguido queriendo ser veterinario, me gustan mucho los animales, así que algo dedicado al mundo de los animales seguro, porque desde chiquitito me gusta mucho el campo, estar rodeado de animales. Hoy en día vivo rodeado de animales y me gusta su compañía, así que si no es veterinario, hubiese escogido alguna profesión en la que pudiese estar rodeado de animales.

Tienes que renunciar a tus amigos, a tu familia, a tu vida normal de un niño de 18, o 20 años, para enfrentarte a una profesión en la que se requiere una responsabilidad, una concentración, una mentalización y una vida de sacrificio diaria

—¿Ha renunciado a mucho por seguir su vocación?

A muchas cosas. Tienes que renunciar a tus amigos, a tu familia, a tu vida normal de un niño de 18, o 20 años, para enfrentarte a una profesión en la que se requiere una responsabilidad, una concentración, una mentalización y una vida de sacrificio diaria. Es una vida muy dura, pero luego sí que es verdad que cuando está delante del toro y lo entrega todo, tiene la satisfacción de sentirse pleno y eso es algo que creo que no me hubiera dado ninguna otra profesión que hubiese elegido.

—¿Qué le gusta hacer cuando no torea?

Sobre todo estar con mi familia. Antes de tener hijos me gustaba descansar; soy muy casero, me gusta estar en casa con mis amigos más cercanos y ahora intento disfrutar de mi mujer y mis hijos. Durante la temporada los veo poco, entonces ahora que ellos tienen vacaciones intento estar con ellos lo máximo posible, porque ya en agosto y septiembre estoy viajando prácticamente los dos meses a diario y apenas los veo. Y una vez que empieza la temporada, que la empiezo en enero cuando me meto en el campo a entrenar y continúo hasta junio, pues también los veo muy poco, así que siempre aprovecho para intentar estar con ellos el máximo tiempo, siempre sin dejar de entrenar, claro, siempre muy centrado en la profesión. Ellos me suelen acompañar a entrenar.

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