Las escenas con Williams en Bakú fueron muy diferentes a las vividas con Ferrari durante el pasado GP de Abu Dhabi, escenario de su último podio y su última carrera de rojo. Esta vez, Carlos Sainz sí pudo desatar toda la euforia con sus mecánicos, tanto en el podio como en la puerta del garaje. No sólo se trató de la célebre ceremonia del extintor junto a los más íntimos, sino de una perfecta comunión con todo el equipo. Desde Gaetan Jego, su ingeniero de pista, hasta James Vowles, el team principal. Sin olvidar a Alex Albon, su compañero y gran rival, que siguió desde primera línea la ceremonia de los himnos y el champán.

Por séptimo año consecutivo, con los colores de tres equipos distintos, Sainz logró subir a un podio de F1. Para comprender mejor lo logrado, baste recordar que en la actual parrilla, sólo Charles Leclerc y Max Verstappen mantuvieron esta regularidad, aunque ellos lo lograron sin bajarse de un Ferrari y un Red Bull, respectivamente.

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La pegatina del unicornio, en el casco de Sainz en Bakú.Vuelta rápida. El unicornio azul

Y si hay dudas sobre el rango histórico del hito de Sainz, baste recordar que hasta ahora, sólo Alain Prost había logrado al menos un podio con McLaren, Ferrari y Williams. Le Professeur firmó 63 en Woking, 14 en Maranello y 12 en Grove, mientras el madrileño suma dos con McLaren, 25 con Ferrari y uno con Williams.

«Lo que hagan los demás no es asunto mío»

Para más escarnio en la Scuderia, Carlos sube a descorchar el champán antes que Lewis Hamilton, su sustituto en el equipo del Cavallino. De momento, el heptacampeón acumula 17 carreras sin cajón, a sólo dos del récord de Didier Pironi, quien tras un aciago Mundial 1981, sólo pudo saborear el éxito con un triunfo el GP de San Marino 1982.

Cuando le preguntaron por esta circunstancia, durante la rueda de prensa oficial de la FIA, Sainz se mostró de lo más cortés. «Lo que hagan los demás no es asunto mío», zanjó. De hecho, uno de los primeros en felicitarle había sido Leclerc, con quien sigue compartiendo, cada fin de semana, la mayoría de trayectos en avión. Ya por el paddock, el monegasco quiso acercarse en persona, al igual que Yuki Tsunoda o el propio Albon. A pesar de este tercer puesto de Carlos, el británico cuenta aún con una amplia ventaja de puntos en el Mundial (70-31) y domina con autoridad el cara a cara en carrera (9-3).

Por eso hay que conceder cierta relevancia al espíritu de deportividad dentro de Williams en Bakú. No sólo se trataba del fiel Team 55, ese núcleo duro liderado por su agente Carlos Oñoro y su preparador físico Pierluigi Della Bona. Ellos, que debían casi esconderse de los focos en Ferrari lo compartieron esta vez con toda la estructura de Williams. Desde Albon hasta el propio Vowles, con la emoción a flor de piel por su primer podio lejos de Mercedes. Durante la fiesta en el garaje sólo hubo que echar en falta a Roberto Merhi, que había viajado a Japón para cumplir con sus obligaciones en la categoría Super GT.

«He tenido la suerte de conseguir muchos podios en mi carrera, pero este es uno que recordaré para siempre. Carlos realizó una carrera fenomenal: una conducción excepcional de principio a fin. Fue un placer verlo. Se notaba y se oía lo mucho que significaba para él», comentó el team principal, que recibió un par de obsequios con la firma de Toto Wolff, su antiguo jefe en las Flechas de Plata.

Nada más cruzar la meta, Vowles ya había participado en una curiosa conversación por radio, cuando el ingeniero de Carlos no pudo contener las lágrimas. «Suenas un poco emocionado, ¿estás bien?», preguntó Sainz. «Sí, puedo confirmar que lo está», terció Vowles. «Me encanta hacer llorar a un amigo de la emoción. Saluda a la familia, Gaetan, mándales recuerdos de mi parte», finalizó Sainz.

«¿Una nueva mascota en tu casco?»

Esas mismas sonrisas se prolongaron poco después junto a Max Verstappen, incontestable ganador en Bakú. Mientras revisaba en vídeo algunas imágenes de la carrera, el heptacampeón reparó en un pequeño detalle en el casco de Sainz. Una pegatina azul que había estampado, antes de la qualy del sábado, a petición de una jovencísima seguidora. «¿Tienes una nueva mascota en tu casco?», preguntó el holandés. «¡Es un unicornio!», replicó el piloto de Williams. «Pues tendrás que seguir con él a partir de ahora».

Como combustible para estas cuestiones, a medio camino entre el azar y la necesidad, Sainz quiso añadir su propia versión de los hechos. «Ahora entiendo por qué sucedió todo, por qué el primer podio tenía que llegar así. Es la vida, ¿sabes? A veces la vida te trae malos momentos para darte luego uno muy bueno. Y esto sigue siendo mucho mejor que cualquier otra cosa que esperaba», admitió nada más quitarse el casco, en el micrófono de James Hinchcliffe.

Sainz, el domingo, con el champán en Bakú.

Sainz, el domingo, con el champán en Bakú.WILLIAMS F1

Habían pasado más de cuatro años desde aquel podio de George Russell en el GP de Bélgica 2021. Sobre el papel, el último de Williams, aunque jamás convendría tomar en serio lo que sucedió bajo el aguacero aquel funesto domingo en Spa, escenario de uno de los mayores ridículos de la historia en la F1. Dejando aparte aquella carrera de dos vueltas, el anterior podio de la escudería de Grove se remontaba otros cuatro años atrás. De nuevo en el GP de Azerbaiyán, esta vez gracias a un rookie de 18 años llamado Lance Stroll.

Los paralelismos con aquella tercera plaza del canadiense resultan de lo más curioso. Entonces, Stroll también tuvo que ceder la segunda plaza en el tramo final, ante el acoso de un Mercedes, conducido entonces por Valtteri Bottas, mientras el triunfo correspondió a otro Red Bull, aquella vez en las manos de Daniel Ricciardo. Como ahora sucede con Sainz, el podio de Stroll supuso un espaldarazo tras un pésimo arranque de Mundial, donde sólo había puntuado en una de las siete primeras carreras.

Desde luego, algo mágico parece latir bajo cada primer éxito de Sainz. En McLaren aún recuerdan con nostalgia aquel tercer puesto en el GP de Brasil 2019 porque representó un punto final a más de cinco años de sequía. Por entonces, el anterior podio de la escudería de Woking se remontaba al GP de Australia 2014, con Jenson Button al volante.